“Estamos en la quiebra. En Abril valía 100.000$ y hoy tengo 24.000$ en números rojos”. Tras escribir esta nota el vicepresidente de la Earl Radio Corporation decidió saltar al vacío desde la undécima planta del hotel Sheraton, en Lexington Avenue, donde se encontraba alojado. Este podría ser considerado uno de los muchos casos de suicidios provocados por el conocido crack de la Bolsa de Nueva York de 1929. De hecho, y dada la influencia que tuvo este mito, el cómico William Penn Adair, conocido como Will Rogers, dijo en ese momento que “había que hacer cola para conseguir una ventana donde tirarse”. Y es que lejos de la realidad, no se produjo la ola de suicidios comúnmente aceptada tras el 24 de octubre de 1929.
Ya no sólo en cuanto a la fecha (el vicepresidente de la Earl Radio Corporation decidió quitarse la vida una semana antes de que ocurriese el crack del 29), sino también en cuanto al ‘modus operandi’. Por ejemplo, el caso de J.J. Riordan, Presidente de la County Trust Company, y el del especulador Jesse Livermore fueron dos de los más propagados por la prensa. Sin embargo, tanto el señor Riordan como el señor Livermore decidieron quitarse la vida disparándose en la cabeza, y este último once años después de que se desplomara la Bolsa de Wall Street.
Entre el 24 de octubre de 1929 y el final de dicho año, tan sólo 4 de los 100 suicidios que fueron recogidos por el New York Times tenían relación con la crisis económica del momento y fueron saltando al vacío, según recoge la revista americana Slate. De hecho, solamente 2 de los 4 mencionados ocurrieron en Wall Street. Según confirma Slate, este rumor pudo haber comenzado de forma inmediata a lo largo de todo el país, ya que al día siguiente del crack del 29 se publicaba un artículo en el New York Times advirtiendo sobre los rumores “brutales y falsos” de continuos suicidios. Aún así, en noviembre de ese mismo año, el jefe de los médicos forenses de Nueva York publicó que se habían producido menos suicidios entre el 15 de octubre y el 13 de noviembre de 1929 que durante el mismo periodo del año anterior.
Curiosamente no existe una hipótesis confirmada sobre por qué se comenzaron a publicar noticias con este mito. En palabras del economista canadiense John Kenneth Galbraith en su libro ‘The Great Crash: 1929’: “Uno sólo puede suponer cómo se estableció el mito. Como los alcohólicos o los jugadores de apuestas, los especuladores de Bolsa son sospechosos de tener una tendencia a la autodestrucción. En el momento en el que los especuladores eran abundantes, los periódicos y el público simplemente habrían suministrado el corolario.”