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La transformación de la movilidad urbana

A pesar de su corta edad, el carsharing está revolucionando la movilidad de las ciudades. Hace unos años era impensable que el coche pasara de ser un bien en propiedad a un servicio de pago por uso, eliminando así la inversión y los costes fijos. Todo hace presagiar que el coche particular se convertirá en un lujo con el paso de los años. Y es que el vehículo particular pasa el 95% del tiempo aparcado y está sujeto a un sinfín de costes y limitaciones normativas cada vez más estrictas. Los ciudadanos se han dado cuenta de esto, así como de los beneficios que conlleva el carsharing; y el enorme crecimiento del sector, del 40% en el último año, lo corrobora. La economía colaborativa está implícita en el ADN de las nuevas generaciones.

Por otro lado, la sociedad está más concienciada que nunca sobre el medio ambiente y por ello apuesta por el transporte sostenible, por lo que el carsharing 100% eléctrico aún tiene mucho más recorrido. Buscamos ciudades en las que sea más agradable vivir y, por supuesto, más saludable. De hecho, la calidad del aire se ha convertido en una cuestión vital.

En este sentido, Madrid es un ejemplo a nivel mundial en conciencia medioambiental y, en consecuencia, en movilidad sostenible. La capital ya cuenta con más de 350.000 usuarios de carsharing y, según nuestras estimaciones, en 2030 el volumen de viajes en las distintas opciones de vehículos compartidos se situará por encima del 25% en las grandes ciudades. La expansión de este servicio depende en gran medida de que éstas cumplan una serie de características fundamentales. Tienen que ser ciudades con un volumen de concentración de población determinado, con un sistema de transporte público vertebrado que pueda ser mejorado con el carsharing, que el servicio dé respuesta a problemas de tráfico concretos, con niveles altos de digitalización… y, por supuesto, que sus administraciones faciliten e impulsen la implementación del servicio.

Pero el carsharing 100% eléctrico no solo mejorará la movilidad de los ciudadanos, también va a ser una herramienta útil para las empresas. En la capital, con la entrada en vigor de Madrid Central, se ha disparado el interés de las compañías por el uso de este transporte. Además crece el número de empresas que cierra acuerdos con compañías de carsharing para que sus empleados se desplacen con este tipo de vehículos ya que es entendido como un medio que aporta un beneficio social al trabajador, al tiempo que se reducen las emisiones de CO2.

El carsharing tiene mucho recorrido en el corto y medio plazo, incluyendo la revolución que para todos los tipos de transporte puede suponer la evolución de la conducción autónoma. En el mundo del carsharing, un vehículo eléctrico mejorará la eficiencia del sistema, haciéndolo viable en zonas en las que los costes actuales impiden la prestación del servicio. De momento, tendremos que esperar.

En conclusión, todas las señales apuntan a que va a evolucionar día a día, para seguir adaptándose a las necesidades de los ciudadanos y mejorando su forma de vida. Ciudadanos, administraciones y empresas somos conscientes de que el carsharing abandera la movilidad eficiente y respetuosa con el medio ambiente.