Hubo una época en la que Rafa Nadal creyó poder ser invisible. En las clásicas comidas familiares de los sábados en su casa de Manacor, su tío Toni siempre hizo creer a Rafa que le podía hacer desaparecer con sólo colocar la mano sobre su cabeza. Entonces, la familia seguía el juego, decían que veían vasos levantarse solos o el propio Rafa hacía burlas a su padre en la cara. Seguro que ahora pagaría por tener ese ‘superpoder’ para poder disfrutar de cierta intimidad.
Algo imposible tratándose del mejor deportista español de todos los tiempos y, según un estudio de Personality Media, también del deportista más conocido a nivel mundial. En el capítulo tenístico, la hoja de servicios de Nadal sólo se puede calificar como impecable desde que logró su primer torneo en 2004 en Polonia. Nada menos que 72 títulos (8 en la categoría de dobles) adornan su museo doméstico. Según datos oficiales de la ATP, las 699 victorias conseguidas en toda su carrera (antes de Wimbledon) le han reportado 70.505.136 dólares. En 2013, su año mágico, alcanzó los 13.400.000 dólares. Más allá del montante económico, tras siete meses de lesión, supuso el regreso más dulce del campeón, después de visitar las tinieblas de cualquier deportista de élite. Su enorme capacidad de superación para llevar hasta el límite su cuerpo –llegó a pedir una ambulancia al acabar el último Roland Garros– le confieren un halo inigualable.
A nadie le puede extrañar que el caché de Rafa para cualquier torneo no obligatorio no baje del millón de euros. Se lo rifan. Sin embargo, el capítulo deportivo sólo supone un 20% de sus ingresos anuales. El 80% restante corresponde a su trabajo fuera de las pistas. Al atractivo innegable de todo campeón, Nadal suma una serie de valores que cualquier empresa desea para sí y redondean su valor como icono. Su figura fue objeto de un estudio realizado por la escuela de negocios IESE, que le eligió como caso de éxito para subrayar la importancia de identificar y gestionar el talento desde la infancia. El autor del estudio, Santiago Álvarez de Mon, cree que muchos de sus valores son aplicables lo mismo a presidentes de grandes compañías que a jóvenes profesionales y emprendedores. Entre los primeros figura la concepción del éxito como algo transitorio, fugaz: “La vida da bastantes vueltas; hoy puedo estar aquí como número uno y dentro de cinco o diez años, ser como cualquier otra persona. En el futuro espero ser eso, alguien normal y corriente”, comentó una vez. Entre los segundos, humildad, disciplina, sacrificio y trabajo en equipo.
Nadal es un hombre muy hogareño, cuyo equipo de trabajo conforma una segunda familia. Eso lo lleva incluso al terreno comercial. Cualquier marca de coches querría que fuese su imagen, pero la coreana Kia fue la primera en apostar por él y Rafa no olvida a los que han estado cerca cuando empezaba a despuntar. Lo mismo ocurre con Babolat, la marca de su raqueta, a pesar de ser uno de los grandes embajadores de Nike en el mundo. La importancia de la familia es capital para entender el personaje Nadal.
Su padre, empresario de, ahora, una boyante cristalería mallorquina, gestiona su patrimonio. Su madre se ha puesto al frente de la Fundación Nadal, donde se vislumbra el enorme corazón del tenista más allá de la pista. Desde la Fundación Rafa Nadal dedica buena parte de sus ingresos, deportivos y publicitarios, a favorecer y ayudar a adolescentes con problemas sociales. Un viaje a la India para jugar un torneo de tenis le ‘picó’ en el corazón, al ver las grandes desigualdades entre los niños de aquel país y los que veía en su día a día: “Tengo que devolverle al mundo lo que el tenis me está dando. Soy un privilegiado”. Desde entonces, con la presidencia de su madre, Ana María Parera, y con el trabajo codo con codo de su prometida, María Francisca Perelló, la Fundación ayuda a más de 500 niños.
En la región de Anantapur, 200 adolescentes reciben ayuda en educación y, sobre todo, acceso a una alimentación sana.
Entre los primeros
El último acuerdo publicitario de Rafa Nadal ha sido con Telefónica, a la que el tenista prestará su imagen a cambio, entre otros convenios, de colaboraciones con la Fundación Telefónica para poner en marcha varios proyectos destinados a conceder becas a jóvenes discapacitados. Sus patrocinadores van desde las aseguradoras o varias firmas de lujo hasta las casas de póquer online. Una muestra más de su poder de atracción son sus números en las redes sociales. El tenista español es el 14º deportista con más seguidores del mundo en Twitter y la 179º persona del mundo más seguida (junio de 2014). Dentro del mundo del tenis, Rafa arrasa: dobla en seguidores a Novak Djokovic y supera ampliamente los 2,55 millones de Andy Murray o los 1,76 millones de Roger Federer. La que más se acerca a sus cifras es Serena Williams (4,24 millones), tenista con más seguidores en Twitter por delante de María Sharapova (1,05 millones). En Facebook, Nadal es el 18º deportista con más fans del mundo, nada menos que 14,1 millones. Su página tiene un buen nivel de participación y mantiene un intenso duelo con la de Roger Federer, que a 18 de junio sólo le superaba por 3.900 fans.
La primera vez que España ganó la Copa Davis, Nadal tenía 14 años y, junto a los Ferrero, Costa, Corretja o Balcels, ya llevó la bandera de España en una imagen histórica. Desde entonces, no ha dejado de portarla, aunque su comentada lesión le impidió encabezar el desfile de la delegación española en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Y donde el deporte ya no llega, el Gobierno le acaba de conceder la medalla al Mérito en el Trabajo.
POR IÑAKI CANO – SPORTYOU.ES