La precariedad en el empleo, que se agravó con la crisis económica, es el origen de muchos otros males que sufre hoy la profesión de periodista, según María Peral. Esos males son “el servilismo hacia los jefes, el conformismo con las injusticias, la falta de defensa de los principios deontológicos de nuestro oficio y el todo vale con tal de no perder el puesto de trabajo”. Difícil, pues, sobreponerse a esta situación, aunque Peral es de las que considera que las crisis son grandes oportunidades. “Todos estamos en plena transformación del modelo de negocio, con proyectos basados en la prueba-error y con distintos sistemas de pago por la información en los que debemos perseverar para determinar su viabilidad”.
La reportera y adjunta a la dirección de El Español también observa la necesidad de que la mujer ejerza más influencia en las redacciones, en la línea editorial. Capacidad de decisión, en definitiva. “En la situación actual influye el hecho de que los empresarios de medios de comunicación continúan siendo mayoritariamente hombres, y su inercia es seguir encomendando la dirección editorial a periodistas varones, que están más testados como directores. También sucede que la mayoría de los cargos intermedios en las redacciones siguen estando desempeñados por hombres, y la presencia de mujeres realizando funciones de adjuntas al director, redactoras jefas o jefas de sección es excepcional (lo es, desde luego, en las secciones más reputadas, como Nacional, Economía u Opinión). Y como la cantera natural de directores se encuentra normalmente entre esos cargos intermedios, resulta que siempre hay más candidatos hombres que mujeres. Mi percepción es también que las mujeres periodistas no nos hemos lanzado a ejercer ningún liderazgo en la redacción. No hay ningún motivo para que las periodistas no manden en las redacciones. No saben menos que ellos. No son menos capaces que ellos”.
Al menos, ahora hay muchas más presencia femenina en las redacciones en comparación al momento en el que ella empezó. “En mis comienzos, los colegas eran casi todos varones, y se accedía al oficio por la mera práctica, sin necesidad de titulación universitaria, conocimiento de idiomas o preparación en nuevas tecnologías. Esto ha cambiado, y los currículos que hoy presentan las y los jóvenes periodistas reflejan unas habilidades y conocimientos de mucho nivel. Lo comprobamos con frecuencia en El Español, donde el 46% de la redacción son mujeres y, la mayoría, menores de 30 años. Y, claramente, ellas no tienen nada que envidiar”.
A diferencia de lo que han vivido otras compañeras, Peral siente que sus colegas varones no le han tratado peor por ser mujer. “Si acaso, recuerdo que durante los primeros años me resultó algo difícil que me tomaran en serio (sobre todo en los talleres del periódico, donde todos eran hombres), pero no estoy segura de que fuera por ser mujer sino, sencillamente, porque era muy joven y totalmente inexperta. La verdad es que siempre he intentado ejercer este oficio sin creer que soy más o menos por el solo hecho de ser mujer, y he confiado en que los demás me midan por parámetros profesionales, no de sexo”.
Para María, hay una mirada femenina sobre todas las cosas, no sólo sobre las cuestiones relacionadas con las reivindicaciones feministas. Y es bueno que sea así, dice, porque enriquece y completa la línea editorial de un medio. “El hecho de que haya mujeres en los debates editoriales contribuye a modelar ideas que, sin la participación de ellas, serían reflejadas en los medios bajo el exclusivo prisma de los hombres. Esto sucede todos los días en muchos asuntos controvertidos sobre los que hablamos en la redacción: la gestación subrogada, la educación diferenciada, la vacunación de los niños, el cambio de hora y su incidencia en los horarios laborales… Trabajar en los medios permite utilizar este poderoso altavoz para poner en la agenda pública los problemas del colectivo y las posibles soluciones, para hacernos eco de las situaciones de violencia de género y de discriminación en distintos ámbitos y dar voz a las mujeres que las han superado, para visibilizar las dificultades y vigilar al poder en cuanto a la implementación de las políticas de igualdad”.
Peral también hace cuanto está en su mano en su ejercicio diario. “Me encanta trabajar con mujeres y, cuando he tenido que seleccionar a profesionales en la redacción, suelo apoyarlas a ellas, no ya por su género, sino por su valía. La igualdad profesional empieza por la igualdad de oportunidades, pero no es suficiente. Luego es preciso que las periodistas no vivan estresadas entre su profesión, los hijos, la casa… Intento favorecer esa compatibilidad, por ejemplo, haciendo posible que trabajen desde casa, que no tengan que cumplir horarios rígidos y que se organicen como ellas prefieran o necesiten. Sé que son cosas pequeñas, pero, al fin y al cabo, es el día a día y quiero pensar que esas medidas algo ayudan”.