En 1989, todos nos subimos junto a Marty McFly en aquel DeLorean y soñamos con que, en 2015, las ciudades estarían repletas de coches voladores. Aquella visión de Zemeckis y Spielberg en la película Back To The Future: Part II no está muy lejos de nuestra realidad, en la que la experiencia de conducción y la búsqueda de nuevas soluciones para las ciudades están a la orden del día.
Tradicionalmente, el sector automovilístico ha servido como medidor de los avances de la sociedad al ir evolucionando de forma paralela. Coincidiendo con esto, en los últimos 25 años, se ha producido una verdadera revolución gracias a la integración de las nuevas tecnologías, ya no solo en los sistemas de producción, sino también en los propios automóviles.
Con ello, han irrumpido en el mercado nuevos “players” como son los desarrolladores de software o las compañías tecnológicas, que participan junto a los productores de automóviles más innovadores en el desarrollo y diseño de nuevos productos y de nuevas prestaciones. Es el ejemplo de empresas de la talla de Google o IBM que están haciéndose hueco en el mercado automovilístico.
Uno de los resultados de la integración de nuevas tecnologías en el sector es el denominado “coche conectado”, un “vehículo capaz de optimizar su propio funcionamiento y mantenimiento, así como la comodidad y el confort de los pasajeros mediante sensores a bordo y conectividad a Internet” según McKinsey.
La idea del coche conectado proviene de la corriente de conectividad Vehicle-to-Everything (V2X) que implica conectar los vehículos al mundo como si de un Smartphone con ruedas se tratara. Estas conexiones son en cualquier caso bidireccionales y recíprocas.
La comunicación Vehicle-to-Everything tiene como fin recabar datos de cara a mejorar la oferta y la vida de los vehículos y sus servicios complementarios, así como la movilidad en las ciudades, logrando un entorno de conducción mejor, más seguro y más civilizado. Lo que, en definitiva, permite crear una experiencia de conducción única, completamente integrada y altamente personalizada para cada conductor.
Actualmente, se están trabajando distintas tipologías de conectividad de los automóviles, aqui te listo algunas de ellas:
Vehicle-to-Infrastructure (V2I). Conecta vehículos directamente con el sistema de carreteras y permite así recabar datos sobre el tráfico, o incluso sobre cómo las condiciones meteorológicas afectan al estado de las carreteras. Esto incide directamente en la creación de entornos de conducción más seguros en los que por ejemplo, los semáforos puedan autorregularse en función del tráfico, o que las señales luminosas de una carretera se puedan adaptar de forma automática en función de la información que reciban de los vehículos que por ella circulan.
Vehicle-to-Vehicle (V2V). Conecta vehículos entre sí. Esto permite, por ejemplo, que el conductor pueda conocer la velocidad del vehículo que va delante de él para adaptar su propia velocidad o incluso que sea el propio vehículo el que adapte su velocidad en función de la señal que reciba del coche delantero.
Vehicle-to-Pedestrian (V2P). Conecta vehículos con peatones, ciclistas, y otros usuarios de las carreteras. Es, a día de hoy, una de las corrientes que más se están investigando en términos de seguridad, dado que permiten reducir el número de accidentes entre los distintos agentes que circulan en una misma carretera y en definitiva, mejorar la convivencia en carretera. Por ejemplo, existen ya vehículos que cuentan con un sensor que alerta de la cercanía de un peatón en función de su localización.
Vehicle-to-Device (V2D). Conecta vehículos con dispositivos. Uno de los ejemplos más expandidos de V2D es la existencia de aplicaciones móviles que permiten, a través de una señal Wireless y de la localización, abrir el coche sin necesidad de sacar las llaves.
Vehicle-to-Grid (V2G). Conecta vehículos con la red eléctrica. Esta corriente surge junto a los coches eléctricos o híbridos enchufables. La idea que subyace es que sean los coches quienes produzcan y almacenen la energía de forma autónoma, pudiendo incluso llegar a venderla a la red eléctrica. Es posible que el futuro , seamos los conductores quienes produzcamos nuestra propia energía.
Gracias a la aplicación de este tipo de conectividades, el coche autónomo es ya una realidad. No deja de ser un coche conectado al que se le ha aplicado Inteligencia Artificial para garantizar su autonomía y ser así capaz de aprender y de autogestionarse. Surge de la unión de vehículo, conexión 5G e Internet de las Cosas, y por ello de la conectividad V2X (Vehicle-to-Everything).
Por todo esto, podemos hablar ya de la era del Internet of Vehicles (IoV), que está revolucionando el sector automovilístico, tanto desde una perspectiva de mercado, como desde la perspectiva de los usuarios. Y quien sabe si tarde o temprano, empezaremos a utilizar la tecnología Brain-to-Vehicle y podremos conducir nuestros coches simplemente a través de órdenes mentales.
Y aunque es verdad que los coches aún no vuelan como parecían predecir Zemeckis y Spielberg, cada vez más, la experiencia de conducción está más encaminada a que los vehículos sean más autónomos y a que con ello, las ciudades también acaben transformándose.
Cristina Marcos es Marketing Manager en Barbara IoT, empresa española de Software enfocada en el desarrollo de una plataforma profesional y segura para dispositivos conectados (‘Internet of Things’).