En este artículo te recordamos algunas de esas cosas que pueden hacerte perder un trabajo y muchas veces se pasan por alto.

Tus redes sociales
Es muy sencillo para un reclutador de teclear tu nombre en Google y buscar tus redes sociales. A través de ellas se puede hacer una idea de quién eres y qué piensas. Cuidado con lo que cuelgas. Si prefieres despreocuparte, ciérralas y encárgate de que lo que se ve sí o sí, como la foto de perfil, de una buena imagen. En Facebook, por ejemplo, puede evitar, cambiando los ajustes, que tu perfil aparezca al buscar.

Tus rastro digital
Si desde que comenzaste tu andadura por el mundo online has utilizado tu nombre real, es posible que tengas cosas que ocultar. Por ejemplo, ese Fotolog que te hiciste en 2006 donde colgabas fotos de los sábados con tus amigos. Una empresa no tiene por qué enterarse de tu vida privada, así que trata de deshacerte de todos esos perfiles antiguos que han dejado tu huella por toda la Red.

Tu dirección de correo electrónico
¿Crees que alguien va a contratar a “morenito19”? Ha llegado el momento de que te hagas un nuevo correo electrónico serio. Y cuando decimos serio no nos referimos solamente a los apodos, sino también a los proveedores de e-mail. Alguien actualizado debería tener una cuenta en Gmail o Outlook, pero olvídate de los viejos AOL, Yahoo y Hotmail…

La hora de la entrevista
Esto no siempre está en la mano de quien busca empleo, pero si tienes la posibilidad de elegir, trata de escoger la mitad de la semana y las roas cercanas a la mitad de la jornada laboral. Las primeras entrevistas pueden pillar al entrevistador aún pensando en cómo organizarse y las últimas también, por eso siempre es mejor la mitad.

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