Al igual que aprecias la lealtad hacia tus seres queridos, has de apreciar la lealtad hacia tus clientes. La lealtad a los clientes es básicamente la capacidad de hacerles felices, lo que tiene como consecuencia directa que consuman de forma habitual tu producto o servicio. Un win-win en toda regla. Con todo y con ello, no todo el mundo es capaz de hacer feliz a sus clientes, o al menos de conseguir ser leales. Normalmente las empresas se centran en que los clientes sean leales a ellas, pero no al revés.
Esto es tan fácil como suena al fin y al cabo: sí eres leal a tus clientes, tus clientes te serán leales. Sin adornos ni metáforas de ningún tipo, la pura realidad. Los clientes aprecian la lealtad, como todo el mundo. Si han elegido tu negocio entre tantos otros, debe existir una razón que lo avale. Después de haber sido elegido, depende de ti que lo sigan eligiendo en un gran número de ocasiones. Cuando entregas lo que los clientes quieres, rara vez se deciden por la competencia.
La lealtad se basa en la preocupación y el cumpliemiento de las expectativas por ambas partes. Existen formas premeditadas para mostrar dicha lealtad hacia tus clientes:
Mantente fiel a tus valores
Cada negocio, al igual que cada persona, tiene una serie de principios y valores que le diferencian del resto. Estos valores pueden ser la razón por la cual tus clientes te eligen frente a la competencia. Si tu negocio es exactamente igual que otro negocio, pero te han elegido a ti por encima de él, probablemente tus valores sean muy parecidos a los de tus clientes. Por ello, nunca debes subestimar el poder de los principios, el poder de las creencias. Si de la noche a la mañana cambias tu modelo de negocio, y tu ética laboral, seguramente pierdas clientes por el camino. La confianza de tus clientes descenderá ya que no era lo que se esperaban.
Ofrece calidad
Puede ser una obviedad, pero la calidad de tus servicios es otra de las claves para mantener la lealtad de tus clientes. Si la calidad de tus productos baja, el cliente se dará cuenta y dejará de comprar, ya que seguramente el precio se mantenga aunque la calidad baje. Puede que tengas que subir el precio para subir la calidad. Si la subida no es desorbitada, tus clientes lo entenderán.