Para la empresa familiar Puig, que vio la luz en 1914 y es propietaria de marcas de renombre mundial como Carolina Herrera, Paco Rabanne y Jean Paul Gaultier, el viento sopla a favor. En un giro desde la segunda mitad de 2023, cuando la salida a bolsa de Puig era objeto de especulación en el mercado español, la bolsa europea ha experimentado un ascenso vertiginoso, superando incluso los niveles de Lehman Brothers y ubicándose en cifras no vistas desde 2001.
Este cambio de escenario ha generado un entorno propicio para que la icónica empresa de lujo considere seriamente dar el salto al parqué. Aunque a Puig le llevó un siglo alcanzar los 1.500 millones de euros en ventas, la compañía ha experimentado un crecimiento acelerado en los últimos cuatro años. Pasando de un beneficio bruto de 326 millones a los 638 millones obtenidos en 2022, casi duplicando sus ganancias. Con la presentación de las cuentas de 2023 programada para finales de marzo, se espera otro aumento significativo en las ganancias.
A pesar de los recientes incrementos en los tipos de interés y la ausencia de adquisiciones en 2022, Puig mantuvo su deuda en 1.015 millones de euros al cierre del año pasado. La compañía está explorando diversas opciones, incluida la posibilidad de atraer un socio a largo plazo o capital de riesgo, según reveló el CEO Marc Puig en una entrevista con Financial Times en octubre pasado.
Puig ha contratado los servicios de Goldman Sachs y JP Morgan para coordinar una posible oferta pública de venta (OPV), con la intención de colocar entre un 25% y un 49% de su capital en el mercado. La valoración actual de la empresa asciende a unos impresionantes 8.000 millones de euros, consolidando su posición como uno de los actores más destacados en el sector del lujo a nivel mundial.