En 1991 fue víctima de un atentado de ETA y desde entonces no ha dejado de hacer de su fuerza, coraje y positividad en un ejemplo. Motor de fuerza para muchos, hemos querido poner voz a las personas que tienen una capacidad distinta y que aportan otra visión y un talento especial como Irene Villa.
Su madre, presente con ella en aquel día, compartió destino con ella pero también la misma fuerza para ser conscientes de que tenían toda la vida por delante para seguir luchando. Así asumió que había nacido “sin piernas”, de aquella lección aprendió a valorar lo importante que seguir peleando.
Por muchos premios, por mucha ayuda y uno tiene que aceptar que eres lo que eres cuando te enfrentas a tu realidad a solas. De ahí el impulso y de comprobar que el mundo es como tú lo ves, enfrentándote a las dos opciones, la de ver el mundo a través del dolor o hacerlo a través de la alegría.
En palabras de la propia Irene, “hace más ruido un árbol caer que una selva creciendo”, pero a pesar de eso no se rindió y continuó con su recuperación para no dejarse vencer por las adversidades. Si no puedes cambiar la situación, cambia tú porque para Irene Villa, la única derrota es el desaliento.
El principal motor sigue siendo nuestra fuerza de voluntad, el optimismo y la alegría, para lo cual también nos entrenamos y potenciamos nuestra vida a través de actividades como el deporte. Aprendizaje, error y volver a aprender son las fases del progreso para Irene, que nos cuenta que el “fracaso es solo una parte del camino” con una meta clara: nunca abandonar el sueño y es que “el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional”.