Cuando lo que te impulsa a perseguir tus sueños es vocacional, nada puede salir mal. «Tenía claro lo que quería hacer. Cuando era pequeño ya construía muchas cosas», recuerda el arquitecto Fran Silvestre, cuya trayectoria profesional se ha visto reconocida con numerosos galardones tanto a nivel nacional –Premio de la Fundación Caja de Arquitectos de 2001, Premio del Colegio de Arquitectos COACV de 2010…– como internacional –Premio Build Architectural Award 2015 de Reino Unido, NYCxDESIGN Award 2016 de Nueva York, cuatro German Design Award (2016, 2020, 2021 y 2024) del Ministerio de Economía y Tecnología Alemán, Medalla de Oro en la categoría de Arquitectura 2022 de la Federación Internacional de Arquitectos y Diseñadores…
Elegido por el Ministerio de Cultura y Deporte como embajador de la Arquitectura Española en Estados Unidos con el programa Spain Arts and Culture en 2012, este arquitecto valenciano ha presentado su trabajo en Universidades e instituciones internacionales, lo ha expuesto en diferentes museos, como el Museu Serralves de Oporto o el MoMA, y lo ha publicado en diversas revistas –Architectural Record, GA houses, On-diseño o Interni– y editoriales –Phaidon, Taschen, Thames & Hudson o GG.
Proyectos internacionales con sello español
Su estudio, Fran Silvestre Arquitectos, fundado en 2005 y con sede en Valencia, está formado por un grupo multidisciplinar de más de cincuenta profesionales que realizan por todo el mundo proyectos residenciales, culturales, corporativos y públicos, entre los que destacan La Casa del Acantilado (Alicante, España), La Casa Balint (Valencia, España), La Casa en Hollywood Hills (Los Ángeles, EE UU), el master plan Zibo (Zibo, China), el Hotel-boutique (Vis, Croacia) o la Torre Eólica (Valencia, España).
Silvestre, se formó con el Premio Pritzker portugués Álvaro Siza, comparte su experiencia con estudiantes de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y de la Universidad Europea y dirige Arquitectura y Diseño en la Escuela de Postgrado MArch de Valencia.
El bisnieto del inventor Valentín Silvestre Fombuena ha charlado con Forbes sobre su visión de la arquitectura, su trayectoria profesional y sus planes de futuro.
PREGUNTA. ¿Por qué eligió ser arquitecto?
RESPUESTA. Fue algo vocacional, tenía claro lo que quería hacer, cuando era pequeño ya construía muchas cosas. Además, provengo de una familia de ingenieros desde hace muchas generaciones y esto también influyó. Mi bisabuelo, Valentín Silvestre, fue el inventor con más patentes en la segunda mitad del siglo XIX. La relación entre la ingeniería, algo que siempre me ha apasionado, y el arte, que también me ha parecido muy interesante, era la arquitectura.
Álvaro Siza ha sido su mentor y su referente…
Tras finalizar mis estudios, a través de la Fundación Arquia, tuve la suerte de poder trabajar con él, lo que fue una cuestión completamente determinante en la carrera del estudio.
Cuenta con una destacada posición como líder global en la comunicación digital dentro del sector de la arquitectura, ¿de qué manera ha beneficiado esto a su estrategia empresarial y cómo ha influido en su enfoque diario del trabajo y en la toma de decisiones dentro de la empresa?
Apostar por el mundo de la comunicación digital ha tenido un impacto positivo y beneficioso en el estudio. Por un lado ha permitido que más personas conozcan nuestro trabajo y esto también ha significado nuevos proyectos que nos permiten seguir haciendo lo que nos gusta.
Pensamos que la arquitectura es una excelente embajadora de la marca de un país y, en este sentido, los arquitectos se han convertido en los principales prescriptores en un nuevo entorno donde las redes sociales se presentan como un escaparate para un sector que funciona como uno de los principales motores de la economía a nivel mundial.
Asimismo, nos ha ayudado a formar parte de las estrategias de promotores que buscan proyectos con una amplia visibilidad. Las redes sociales son un elemento indispensable dentro de nuestra estrategia de negocio, no solo para darnos a conocer, sino que, como ya hacen otras marcas, ayudan a realizar nuevas sinergias gracias a su amplia capacidad de influencia.
¿Cómo ve la evolución de las construcciones tanto a nivel nacional como internacional? ¿Qué cree que es lo que más ha cambiado? Y, de cara al futuro, ¿qué espera?
Considero que la arquitectura está cambiando mucho últimamente. Pensamos que la sistematización, en lo cual nos hemos involucrado mucho desde el estudio en estos últimos años, está modificando el cómo construimos. Hace años se competía con el diseño como valor añadido, ahora es incuestionable la sostenibilidad y pensamos que la relación entre arquitectura y salud es lo que está por venir.
¿Cuál es su época preferida?
Mi época preferida, al margen de la que estamos viviendo que me parece apasionante, serían los años 30 del siglo pasado. Me parece que es impresionante cómo cambió todo y cómo se revolucionó completamente el mundo del diseño, sobre todo el diseño de producto. Creo que había una visión muy optimista con respecto al progreso y a la tecnología y, gracias a ello, sucedieron cosas importantísimas.
Pensamos que hay una analogía entre lo que sucedió en el diseño de producto a principios del siglo pasado y lo que sucede en el mundo de la arquitectura a principios de este siglo.
¿Cómo describe su trayectoria y sus obras? ¿Tienen sello de identidad?
Intentamos siempre tener como premisa la búsqueda de la belleza eficaz.
Por un lado, hablamos de la belleza porque es algo que nos motiva, un deseo que nos mueve y, por otro, la eficacia, porque al final tenemos que hacer que las cosas funcionen correctamente. Esto es una cuestión que para nosotros es indispensable en nuestras construcciones.
También nos influye algo que vivimos en nuestro entorno puesto que ahora nuestro estudio está en el Espai Alfaro, el antiguo estudio y taller de Andreu Alfaro, uno de los escultores más relevantes del siglo XX español, un espacio conformado por varios edificios estructurados alrededor de un gran patio, poblado por grandes esculturas, que convierten el lugar en un gran oasis de creatividad. Andreu se caracterizaba por tener una capacidad de síntesis impresionante. Podía coger obras de la antigüedad y ser capaz de sintetizarlas en un solo trazo. Creemos que esta capacidad de síntesis es algo que también nos influye en nuestro día a día. Trabajar en un espacio de 7.000 metros cuadrados donde se ubicaba el taller del escultor nos permite vivir rodeados de cultura, lo cual contamina positivamente nuestra obra. También utilizar sus antiguos talleres para hacer maquetas y prototipos a escala real ha condicionado nuestra práctica profesional.
Otra cuestión que nos anima y nos motiva es la sublimación de lo cotidiano. Siempre nos gusta mejorar el entorno en el que vivimos, por eso poder disfrutar de vivir en un hogar, pero al mismo tiempo ser parte de una expresión artística, para nosotros es importantísimo. Intentar que algo que puede parecer banal, algo que hacemos día a día, se convierta en algo especial.
Pensamos que todo esto ha generado una “manera de hacer” que quizás se percibe con mucha identidad, aunque para nosotros no tiene tanta importancia el estilo, que sería la caligrafía, sino el concepto, lo que queremos transmitir con cada uno de los proyectos.
¿Qué le animó a fundar su propio estudio de arquitectura?
Pues realmente la necesidad, porque no tenía ningún interés en hacer una empresa. Prefería trabajar en el estudio de alguien, sinceramente, pero al final llegó un momento en el que, por circunstancias, se dio esta situación y hemos llegado hasta aquí y hemos conseguido formar un equipo, un interesante grupo de personas que comparten unos valores corporativos y humanos.
Cuenta con una dilatada trayectoria como profesor, ¿qué le animó a compartir su experiencia con las nuevas generaciones? ¿Qué les enseña?
Realmente fue un catedrático, Emilio Jiménez, el que me animó mucho a que participase en el mundo de la docencia y, gracias a sus consejos, me hice Doctor. Ha sido una forma de compartir lo que hemos ido aprendiendo y de continuar aprendiendo también. Cuando enseñas, tu mente siempre está abierta.
Yo intento enseñarles lo que he aprendido yo. Por ejemplo, de mi experiencia con Álvaro Siza, me parece que ha sido muy importante la actitud frente a cada uno de los proyectos, sentir cada uno como si fuese el primero, el único y el último.
Suma numerosos premios y galardones a lo largo de su carrera, además de haber presentado sus proyectos en reconocidas instituciones académicas. ¿Qué supone esto para usted?
En realidad, para todo el equipo. Que la gente reconozca nuestro trabajo y poder llegar a más personas para continuar dedicándonos a lo que nos gusta. Lo más importante es eso, la oportunidad de poder seguir trabajando en aquello que nos apasiona.
Al final, hay premios que no están dados por instituciones y que para nosotros también tienen mucho valor. Darte cuenta que has podido ayudar a alguien en su vida mediante tu trabajo nos parece que es algo que en sí, es más que un premio.