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Actitud Mediterránea, actitud sostenible

En la Comunitat Valenciana tenemos en marcha 54 planes de sostenibilidad en destino que cuentan con una financiación de 154 millones de euros.

Hablar de sostenibilidad ni es una moda ni va a ser una tendencia pasajera. A estas alturas somos todos muy conscientes de que es una necesidad que ha venido para quedarse. Vivimos un momento de tantos cambios a nivel global que afectan directamente a nuestra forma de vida que va a condicionar para siempre la forma en que consumimos y la forma en la que queremos disfrutar de nuestro tiempo de ocio. Y en ese escenario de cambio no podemos permanecer ajenos ni ignorantes desde la administración pública, sino que nos enfrentamos al reto de planificar toda la actividad turística bajo el principio de la sostenibilidad y de ayudar a los agentes a transitar esta nueva etapa en condiciones, precisamente, de sostenibilidad empresarial y social.

Apostar por esta estrategia significa no perder de vista el territorio, el medio ambiente, la adaptación al cambio climático, el uso de energías renovables, el ahorro de agua, ser más accesibles, más tecnológicos y, sobre todo, ser respetuosos con nuestro entorno y con quienes nos visitan. Significa también primar y cuidar nuestra producción de proximidad y educar a nuestros ciudadanos y turistas en un comportamiento basado en estos principios.

Todos los destinos turísticos tienen que acometer la necesaria adaptación de sus recursos para asegurar y mejorar su competitividad en esta nueva actitud social. Tienen que garantizar su supervivencia en una alineación con los objetivos de desarrollo sostenible, así como promocionar prácticas responsables de los agentes turísticos, de los turistas y de la población en general. Nadie duda que las cifras del turismo seguirán creciendo y contribuyendo al desarrollo económico; tiene que crecer para generar una mejora de la calidad de vida tanto de visitantes como de población residente, cuidando de forma especial la protección del medio ambiente, el uso racional de los recursos naturales y culturales y la mejora de la gestión de los espacios y paisajes.

Además, nos movemos en un mercado cada vez más exigente, con un turista muy concienciado e informado, en el que la búsqueda de destinos respetuosos con su entorno va a ser una constante. Una mala noticia de contenido medioambiental no va a ser aceptada por los mercados. Por eso, en la Comunitat Valenciana ya estamos orientando nuestras acciones hacia el desarrollo de una oferta turística centrada en el territorio, con medidas destinadas a mejorar el confort térmico como contrapartida al cambio climático, trabajando con productos o segmentos muy específicos y segmentados y contando con la participación de la población local. Toda esta estrategia desembocará en una mejor competitividad y valor que será directamente apreciada por todos los turistas que nos eligen como su destino deseado.

Y como todas las estrategias, necesitamos medir y certificar que las cosas se están haciendo bien. Si no tenemos datos no podemos orientar nuestros esfuerzos correctamente hacia esos modelos de sostenibilidad en los que estamos inmersos. La calidad certificada es fundamental para aportar credenciales, para mostrar a los diferentes mercados y segmentos, que estamos en el camino correcto, que nuestras estrategias son reales y medibles. Un ejemplo de ello es el sello de calidad SICTED que certifica a todos aquellos servicios que directa o indirectamente forman parte de la cadena de atención al visitante, y en el que la Comunitat Valenciana lidera el ránking de comunidades con mayor número de certificaciones.

Siguiendo esta línea, en la Comunitat Valenciana no nos hemos quedado quietos en los últimos años: ya tenemos en marcha 54 planes de sostenibilidad en destino que cuentan con una financiación de 154 millones de euros que tienen como objetivo financiar actuaciones que tengan un efecto transformador del sector turístico en ámbitos de transición verde y sostenible; mitigación del cambio climático; implantación de economía circular; rehabilitación sostenible de edificios; reducción del uso energético; estimulación de energías renovables; transición digital; competitividad turística, etc.

No puedo terminar estas reflexiones sin mencionar el cambio climático y sus consecuencias sobre el turismo que es una de nuestras principales preocupaciones. Además de llevar a cabo un seguimiento continuo de la evolución del clima para valorar su posible impacto de la actividad turística, nuestra intención es mantener una línea de trabajo centrada en adelantarnos a sus efectos gracias a una gobernanza colaborativa que nos permita actuar con rapidez. Y tampoco podemos olvidarnos de cuestiones tan básicas como la lucha contra la economía sumergida en el alojamiento y los efectos de la irrupción de viviendas de uso turístico que también tienen que ver mucho con la sostenibilidad empresarial y social, las buenas prácticas laborales y la lucha contra la precariedad en el sector, las infraestructuras, la gestión de residuos y economía circular o la promoción turística de la Comunitat Valenciana en el marco de una política de desestacionalización.

Al final se trata de una cuestión de actitud sostenible, que ya forma parte de nuestra actitud mediterránea.

*Nuria Montes, consellera de Innovación, Industria, Turismo y Comercio de la Generalitat Valenciana

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