Confiar en que un poco de inseguridad es útil. Si te sientes un poco inseguro, no te asustes. Pensar cosas como: “Esto es horrible. Todo el mundo va a notar que estoy nervioso”, solo disparará tu ansiedad. En realidad, un poco de duda puede reforzar tu rendimiento.
Monitorear tus emociones. Es mucho más difícil aparentar confianza cuando estás aterrado, que cuando estás un poco nervioso. Intenta regular tus emociones. Si la ansiedad comienza a aumentar, tus emociones desencadenarán una respuesta fisiológica dentro de tu cuerpo, tu ritmo cardíaco aumentará, la presión arterial aumentará y notarás cómo te sudan las palmas de la mano. Concéntrate en tu respiración para calmar la mente y el cuerpo. La clave es intervenir cuando la ansiedad comienza a elevarse, no después de que ya se haya disparado.
Crear un mantra útil. Tus pensamientos podrán o bien aumentar tu inseguridad o bien tu confianza. Por lo que es importante prestar mucha atención a lo que está pasando dentro de tu cabeza. Pensar cosas como: “Todo el mundo me está mirando”, o “Me veo como un idiota”, alimentará tu inseguridad. Aborda la situación con un mantra previamente planificado para protegerte de las predicciones catastróficas. La repetición de algo así como: “Eres un experto de lo que vas a exponer”, o algo como: “Nadie te conoce mejor que tú”, frena los pensamientos negativos. Además, esas palabras de afirmación pueden recordarte que eres lo suficientemente bueno.
Compórtate como si estuvieras muy seguro. Mientras que una persona insegura puede aislarse, evitar el contacto visual y hablar en voz baja, una persona segura hará lo contrario. Es más probable que sepa entablar una conversación, dar la mano y mirar a alguien a los ojos. Pero no hace falta tener confianza para actuar con confianza. Tus emociones siguen a tu comportamiento, así que si actúas como si te sintieras seguro, tu confianza aumentará.
Con esto en mente, respira hondo, llénate de valor y enfréntate a tu mayor reto.