Esa simple palabra como cierre de una película en la que se habla de instrumentos financieros de lo más complejos parece casi una broma, y deja en el aire un cierto halo de misterio. No obstante, el propio Burry desveló la incógnita en una entrevista el pasado mes de diciembre: “Fundamentalmente comencé a buscar cómo invertir en agua hace unos 15 años. Lo que tengo claro es que, para mí, la comida es la manera de invertir en agua; es decir, el cultivo de alimentos en las zonas ricas en agua y su transporte para la venta en las zonas pobres en agua. Este es el método de redistribución de agua menos polémico y que, en última instancia, puede ser rentable, además de asegurar que esta redistribución sea sostenible”. Así pues, la ‘gran apuesta’ de Michael Burry actualmente pasa por invertir en agricultura, que bajo su punto de vista es la forma indirecta de invertir en el agua.
El fondo Panda Agriculture & Water Fund comparte la tesis de Burry: se trata del fondo pionero en España y Europa que invierte en agricultura y que incorpora el agua como elemento esencial. La inversión en agua de Panda se basa en una estrategia multisectorial: análisis de agua, irrigación, control de fluidos y compañías de plantaciones que incorporan derechos de agua y donde ésta es el principal elemento de la producción.
En los países desarrollados, acostumbrados a que obtener agua sea tan sencillo como abrir el grifo y totalmente obsesionados por el desplome del petróleo, parecemos olvidar que el agua es un recurso natural no renovable y que está desapareciendo lentamente. Pero, ¿es rentable invertir en agua? Se mire por donde se mire el agua constituye un sector ideal para invertir, ya que a diferencia del petróleo no se puede reemplazar y absolutamente todos la necesitamos para vivir. Pese a que se trata de un mercado todavía inmaduro ya genera ganancias que apuntan al 100%.
El problema del agua no es que sea insuficiente en cantidad, sino en la calidad: de acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos tan sólo el 1% del agua existente es consumible para los humanos. El 97% del agua existente proviene de los océanos y es salada, y las plantas desalinizadoras todavía son deemasiado caras como para ser rentables. Paralelamente, la contaminación y el crecimiento de la población aumentan todavía más el problema de la demanda de agua para su consumo, pero también para la siembra y la producción de energía.
La peor parte del problema se la lleva China. Con altos niveles de contaminación y la previsión de la ONU de que en los próximos 5 años se muden a sus ciudades 292 millones de personas, el Gobierno tendrá que invertir miles de millones en conseguir el suficiente abastecimiento de agua, según un informe de la firma McKinsey & Company. Otros países que se enfrentan al mismo problema son India, Australia, Israel, Jordania, Emiratos Árabes y varias naciones africanas. Con el fin de evitar conflictos, en algún momento los gobiernos se verán obligados a determinar la magnitud de sus crisis de agua y, en opinión de Eoin Fahy es precisamente entonces cuando surgirán las mayores oportunidades para invertir.