*Frederic Mazzella es el fundador y CEO de BlaBlaCar
Todo empieza cuando eres niño con tu familia, tu primer círculo de confianza innata. En el colegio, la confianza te permite interactuar con otros niños, jugar, desarrollar un espíritu de trabajo en equipo en los deportes y entablar amistades. De adulto, la confianza se convierte en un vínculo omnipresente pero invisible que determina la mayoría de tus interacciones cotidianas.
Si nos remontamos a otras épocas, vemos que la colaboración humana se basaba inicialmente en la confianza interpersonal, la clase de confianza que se desarrolla entre familiares, amigos e incluso vecinos. Pero un antropólogo británico llamado Robin Dunbar descubrió que los seres humanos solo pueden mantener 150 relaciones con comodidad. Por tanto, es difícil que este tipo de confianza se extienda más allá de tu propia localidad. No puede multiplicarse. Fue por lo que la humanidad desarrolló la confianza mediata. Los gobiernos y una serie de instituciones legales y financieras empezaron a actuar como depositarios de la confianza ajena y centralizaron algunos de los sistemas necesarios para organizar la sociedad. Esto permitía a la gente realizar intercambios más allá de su círculo inmediato de confianza, lo que fomentaba el desarrollo económico. Las tiendas se convirtieron en empresas y las empresas en multinacionales que prometían fiabilidad a través de las marcas, quienes a su vez se convirtieron en titulares indirectos de la confianza. Pero la confianza interpersonal (que es lo que lleva a los individuos a colaborar unos con otros de manera directa) seguía sin salir de su ámbito natural. Era limitada tanto por su alcance (porque solo se aplicaba a la gente implicada en una relación) como por el tiempo necesario para construirla. Hasta hoy.
La conectividad a través de internet y una serie de nuevas herramientas digitales de confianza están revolucionando la confianza interpersonal tanto en el tiempo como el espacio y la están elevando a unas cotas hasta ahora impensables, lo que desata un inmenso potencial de colaboración.
Las herramientas de confianza digital que ofrecen plataformas online están haciendo posible que personas que no se conocen se conviertan en socios de confianza. Los individuos pueden descargar al instante su capital de confianza, basado en información declarada y acreditada y en la acumulación de opiniones sobre interacciones puntuales con multitud de gente distinta.
En un estudio que hemos publicado recientemente titulado Entering the Trust Age («El comienzo de la Edad de la Confianza»), realizado en colaboración con Arun Sundararajan, profesor de la NYU Stern y autor de The Sharing Economy, analizamos la magnitud de la confianza creada en las comunidades peer-to-peer. Los encuestados depositaban el máximo nivel de confianza en familiares y amigos, seguidos por compañeros de trabajo, vecinos y contactos en las redes sociales. Al introducir a un miembro de BlaBlaCar en la ecuación, nos encontramos con resultados asombrosos. Al 88 % de los encuestados les inspiraban mucha confianza los miembros de BlaBlaCar con perfiles completos. El porcentaje estaba muy por encima del de personas que confían en vecinos y compañeros de trabajo (personas a las que ven a diario), y cerca del que lo hacen en sus amigos.
Estos resultados suponen un marcado y alentador contraste con respecto a estudios como la American General Social Survey, que había detectado una merma del nivel de confianza de la sociedad en general (fenómeno exacerbado aún más entre los Millenials). Por tanto, ¿cómo es que nosotros nos encontramos con un incremento en el número de personas que se fían de los demás en internet? ¿Podría revelar esto un cambio cultural, una nueva circunstancia en la que las herramientas digitales estén tomando precedencia sobre las circunstancias del mundo físico e introduciendo nuevos códigos sociales? Según el informe American Lifestyles 2015 de Mintel, casi el 70 % de los consumidores online (y un 81 % de los Millenials) toman sus decisiones de compra basándose en análisis publicados por desconocidos. ¿Es que empiezan a generar más confianza estos análisis que las propias marcas?
Estamos en los albores de una nueva era, donde se entremezclan mecánicas de confianza antiguas y nuevas mientras surgen nuevos códigos sociales. A medida que los individuos se ven capaces de conectar y confiar unos en otros, comienzan a abandonar los antiguos canales de la confianza para buscar soluciones más adaptadas a sus necesidades concretas, y a menudo más económicas, eficientes y sencillas. En la práctica, la confianza está impulsando la economía de la colaboración.
La confianza es un vínculo invisible consustancial a toda colaboración humana. Es el fluido vital de toda construcción social. Hoy se libera de sus grilletes históricos y deja de ser un recurso escaso, exigente en términos de tiempo y de alcance limitado para tornarse abundante, instantáneo y de alcance infinito. Esto está poniendo un nuevo poder en manos de la gente y abriendo las puertas a un futuro brillante, con una sociedad que apueste más por la colaboración. Como dijo Woody Allen, nos importa el futuro porque es donde tenemos previsto pasar el resto de nuestras vidas. Así que, juntos, construyamos esta nueva era y franqueemos las puertas de la Edad de la Confianza.