Nada más aséptico que las matemáticas, incluso cuando nos referimos a la jubilación, o, mejor, a la renta que dispondremos después de abandonar la actividad laboral. Pocas cosas aparecen tan nítidas en la actualidad como que las jóvenes generaciones tendrán que trabajar más años para cobrar una pensión menor que la que perciben sus padres. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal española (AIReF), el organismo de control fiscal que vigila el cumplimiento de la estabilidad presupuestaria, calculaba en junio de este año que el déficit en el sistema público de pensiones se elevará a 17.000 millones anuales desde 2018 hasta 2022 si no se toman medidas que corrijan el desequilibrio.

Juan Fernández Palacios, consejero delegado de Mapfre Vida, explica a Forbes que “lo que hoy, de media, equivale a alrededor de un 80% de tasa de sustitución (la primera pensión como jubilado respecto al último salario como trabajador) va a ir reduciéndose hacia el 50%, que es la media que perciben los ciudadanos de la mayoría de los países de nuestro entorno”. El CEO alerta que “esto no está en discusión; todo el mundo coincide en que este efecto se va a producir y lo que tenemos que hacer los actuales trabajadores es prepararnos para ello y complementar ese 20 o 30% menos que la pensión pública nos va a aportar cuando nos jubilemos. Especialmente los que están por debajo de los 50 años”.

Las razones que justifican esta necesidad de rebajar las pensiones son fáciles de explicar y difíciles de solventar. El aumento de la esperanza de vida y la caída de la natalidad provocan que en nuestro país haya menos trabajadores y más pensionistas. De momento, los españoles no demuestran tener mucha conciencia del problema que se les avecina a tenor de lo que indican las estadísticas. Según la última encuesta de una de las mayores aseguradoras del mundo, la holandesa Aegon, los españoles confían en que el 65% de sus ingresos procederá del Estado una vez que hayan dejado de trabajar, un porcentaje que contrasta con el 46% del resto de Europa, y ocupan el penúltimo puesto en su Índice de Preparación de la Jubilación.

La mayor parte de los expertos destaca que una de las formas más cómodas para comenzar a ahorrar para la jubilación son los planes de pensiones, sobre todo por la ventaja que aporta su fiscalidad. Rafael Valera, consejero delegado de la gestora de fondos Buy&Hold, señala a Forbes que “un plan de pensiones es conveniente especialmente para todas aquellas personas que tributen en el impuesto de las personas físicas (IRPF), ya que la ventaja fiscal de los planes de pensiones es imbatible, pudiéndose desgravar en función del tipo impositivo hasta el 50% del impuesto sobre la renta. Cuanto antes se comience a ahorrar en un plan de pensiones mejor, ya que el tiempo es clave”. En estos momentos, cualquier ahorrador español puede desgravarse del IRPF un máximo de 8.000 euros al año con un tope del 30% de las rentas del trabajo.

Pero este producto tiene más ventajas. José Carlos Vizarraga, director de Ibercaja Pensión, afirma que “lo que nos parece interesante en Ibercaja es el concepto de ahorro mensual. Hacer aportaciones periódicas reduce el esfuerzo financiero que implica hacer un desembolso único a final de año y nos inmuniza ante subidas y bajadas fuertes de los mercados que pueden coincidir con el momento en el que hagamos nuestra aportación”. “Hay que destacar su carácter de ahorro finalista; al estar su disposición condicionada a la jubilación, no tenemos el riesgo de dedicar ese ahorro a decisiones de consumo más inmediatas que nos dejen desprotegidos cuando alcancemos la vejez”, añade Vizarraga.

Salvo casos de desempleo de larga duración o de enfermedad grave, los planes de pensiones hasta ahora no se podían rescatar antes del momento de la jubilación. Recientemente, el Gobierno ha autorizado que puedan rescatarse también a los 10 años de su suscripción.

Los datos de la gestora estadounidense Legg Mason muestran que solo un 29% de los españoles ahorra de forma habitual para su jubilación y el 8% no ahorra nada. Por lo general, los españoles mantienen en un plan de pensiones el equivalente a un año de ingresos, frente a los nueve años de los australianos, o los 8,4 años de los estadounidenses.

En su último informe sobre pensiones, la OCDE señala que el dinero que los españoles tienen ahorrado en fondos de pensiones equivale al 14% del PIB nacional, frente al 134% de Estados Unidos. Una de las posibles explicaciones que maneja el organismo multilateral para el bajo nivel de ahorro de previsión en España podría ser la reducida rentabilidad real de los planes de pensiones, que entre 2015 y 2016 fue del 1%, frente al 8,3% de Polonia, 4,3% de Grecia y el 2,4% de media de los países de la organización.

La escasamente seductora rentabilidad está lejos de ser una tendencia puntual de estos últimos años, condicionados por los efectos de la crisis financiera. Según el último informe del profesor de la escuela de negocios IESE, Pablo Fernández, de 2001 a diciembre 2016, la rentabilidad anual del Ibex 35 fue del 5,24% y la de los bonos del Estado a 15 años del 5,27%. En el mismo periodo, los fondos de pensiones dieron una rentabilidad media del 2,03%.

Entre los 335 fondos de pensiones con 15 años de historia que se comercializan, sólo tres superaron la rentabilidad del principal índice de la bolsa y la de los bonos del Estado a 15 años. Es más, seis fondos perdieron dinero. Para Patricia Mata, responsable de la gestora Imdi Funds, del grupo Intermoney, hay una explicación a este mal comportamiento. En su opinión, “históricamente, los planes de pensiones en España han tenido unas comisiones excesivas en relación a la vocación de largo plazo y a los riesgos asumidos”. Por otro lado, la experta señala que “la falta de información general con respecto a estos productos hacía muy complicado para el partícipe la posibilidad de comparar su producto con la competencia, que, al final, iba en detrimento de la calidad de la gestión”.