Es la directora de informativos más longeva de la historia de nuestra televisión, ejerció el cargo durante, exactamente, trece años en los servicios de noticias de Antena3, durante los que revolucionó el medio y cosechó premios como el concedido en 2009 por el Círculo de Mujeres de Negocios a la Excelencia Empresarial y Profesional o el First Ammendment de la Fundación Eisenhower en España, por su defensa y promoción de la libertad de prensa.
Ahora, y aunque dice haberse bajado de la noria del periodismo, continúa ejerciendo la profesión. Acaba de publicar Juegos de poder, una novela que podría levantar muchas ampollas.
¿Hay muchas sombras en el periodismo actual?
Hay sombras en el periodismo como las hay en todas las facetas de la vida. Lo que pasa es que en el periodismo cuando encontramos a alguna persona que no trabaja por la verdad, que distorsiona la realidad, que se escapa del rigor y de la profesionalidad con la que debe trabajar un periodista, el impacto en la opinión pública, es brutal. Tenemos que pensar que nos dirigimos a millones de personas.
¿Siempre ha sido así?
La situación ahora es más complicada porque la información circula muy deprisa por distintos canales, no estamos en el mundo analógico como en el personaje de mi novela, Juegos de poder, sino en uno digital al que el protagonista también debe adaptarse, y la marea negra de manipulación y mentiras circula a una enorme velocidad de manera descontrolada. De ahí el papel del periodista. Si hacemos bien nuestro trabajo y reivindicamos que esta es la hora de la verdad, pensando que nuestra tarea es la de escarbar en esta marera negra para sacar la buena información, el periodismo tendrá futuro y si no, no será. El torrente de mentiras y manipulaciones, alimentando los populismos y siendo utilizado en provecho de ciertos grupos concretos se está convirtiendo en global, aunque impacta más en los países occidentales, donde no se controlan las redes y los medios de comunicación son libres. Desde esa libertad debemos asumir responsabilidades. Es la hora de la verdad y de la ética. ¿Dónde está la democracia digital? ¿La gente realmente recibe información veraz? Sobre eso tenemos que trabajar.
¿Sin vocación se puede dedicar uno al periodismo?
Para el periodismo se requiere de, como dice uno de mis libros favoritos, ‘Los cínicos no valen para este oficio’ (Ryszard Kapuściński), curiosidad, ganas por no dejar de aprender; ser una buena persona, porque además no conseguirás buenas fuentes de información si éstas no se fían de ti; y saber que en este oficio no se está para ganar dinero.
Con el exceso de información, con esa marea negra de la que habla, ¿ha dejado dicha información de ser poder o sigue siéndolo?
La información, utilizándola, es más poder ahora que nunca, pero no está en manos del ciudadano sino de instituciones y organizaciones. Hay un oleaje en el que se mezclan verdad, mentiras, bulos… y ahora lo llamamos ‘post-verdad, pero hay que llamarlo como se ha llamado siempre: mentira y manipulación. Llamemos a las cosas por su nombre. Estamos haciendo el mejor periodismo que jamás se ha hecho, o tenemos al menos la posibilidad de hacerlo gracias a la tecnología, porque se puede estar en directo en todo el mundo, reportar al instante… Tenemos una enorme oportunidad, debemos estar alerta, pero las posibilidades son infinitas. Aunque hay quien está haciendo mal uso adrede de esto y genera desinformación en la gente.
Ahora hay ejemplos claros de ello: la supuesta implicación de Rusia en las elecciones americanas, en el ‘process’ catalán… Por eso debemos de ser responsables. ¿Quién se aprovecha de esta manipulación?
Quien tiene ambición de poder. La novela la he escrito intentando dejar claro que hay que estar alerta sobre quien tiene esa ambición de poder, que además de ganar mucho dinero puede manipular y extorsionar con la información. Las grandes empresas tecnológicas ya están pensando cómo ponerle coto a esta marea negra, necesitan tener expertos en ciberataques, por ejemplo.
Cuando le plantean la idea de escribir este libro ¿Decide poner mucho de autobiográfico y de realidad?
Es una ficción pero he intentado que los personajes y las tramas se puedan asociar a la realidad para que eso provoque ritmo. Como decía Kapuccinsky, es un error escribir de personas o situaciones con las que al menos no has compartido un trecho de tu vida, y efectivamente, este libro no podía haberlo escrito hace veinte años. Hay que vivir y crecer y ser capaz de interpretar y analizar esa realidad. Y este libro es el resultado de personajes, todos de ficción, que se mueven en situaciones reales que he conocido.
¿Se tumban o se colocan gobiernos desde los medios de comunicación?
Depende hasta donde llegue tu ambición y tus ganas de controlar ese poder. En el libro sí puede conseguirse todo eso.
¿Se considera, al margen de interpretaciones peyorativas del término, una periodista ambiciosa?
Creo en la buena ambición como manera de trabajar hacia la excelencia. Y en eso soy muy exigente conmigo misma, no ambiciosa, sí exigente. Siempre he intentado imponerlo. Prefiero llegar tarde a dar una noticia que darla mal. Un periodista con mala ambición no piensa en eso.
Estuvo 13 años dirigiendo los informativos de Antena3. ¿Sufrió mucha presión por parte de la política y presionó mucho a la misma?
Al principio se viven más presiones, como el hecho de ser mujer, que tienes que demostrar más. Es un examen que pasado un tiempo se pasa. Si sabes poner los límites y defiendes la verdad, las presiones disminuyen. Solía decir que a los políticos no les cogía el teléfono a partir de las dos de la tarde ni de las ocho de la noche, porque sabía que esa llamada era para influir en el informativo.
Con la información sobre Cataluña está todo muy polarizado. Por un lado hay una visión muy catalanista en TV3 y otra completamente diferente en TVE. ¿Se manipula a propósito?
Lo que está polarizado, por un exceso de manipulación venida desde los medios públicos, es la sociedad. Penosamente se han prestado a hacer propaganda política para orientar esa opinión. No es lo mismo lo que hace un medio privado, que debe tener una línea editorial, y lo que hacen los medios públicos. Si el resto de medios hubieran manipulado de la misma forma que lo ha hecho TV3 o Catalunya Radio, estaríamos en una sociedad completamente enloquecida, y esta sociedad resiste porque el resto de medios están dando una información que no tiene nada que ver con eso. Es necesaria la pluralidad, pero de eso a la manipulación hay un trecho.
¿Porque cedemos ante eso?
No utilizaría el plural. Tú no lo harías y yo tampoco. Los que han cedido, no sé por qué lo han hecho. Sí sé que las instituciones catalanas han gastado muchísimo dinero para congraciarse lo máximo posible con todos los medios a través de la publicidad, mientras el resto nos dedicamos a trabajar. Estamos en desventaja.