El presidente del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), Andrés Sendagorta, ha apostado por revisar la fiscalidad para lograr que «el salario neto que llega al bolsillo de los trabajadores esté lo más cerca posible del coste bruto que asumen las empresas», y revisar también los salarios «sin más límite que mantener el listón de la competitividad».
El IEF celebra este lunes en Bilbao su XXVI Congreso Nacional con el lema ‘La fuerza de las personas’, una cita a la que han acudido el Rey Felipe VI, el lehendakari, Iñigo Urkullu; el ministro José Luis Escrivá, la diputada general de Bizkaia, Elixabete Etxanobe; el alcalde de Bilbao, Juan María Aburto; el delegado del Gobierno en el País Vasco, Denis Itxaso; y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, entre otros.
En el discurso inaugural, Sendagorta ha valorado que las personas son «el verdadero motor y la clave del éxito» de las empresas familiares. «Más de dos millones y medio de personas que todos los días trabajan con ilusión y pasión en iniciativas promovidas y gestionadas por familias empresarias; con la particularidad de que, para hacerlo, esas familias ponen en juego su propio patrimonio personal y familiar, sea este grande o pequeño», ha indicado.
Andrés Sendagorta ha destacado el «compromiso de innovación, creación de riqueza y progreso» de las familias empresarias, que es «determinante» para que España «ocupe el lugar que le corresponde en el concierto económico internacional».
Además, ha apuntado que su «éxito» en los sectores más diversos es «un ejemplo más de lo que somos capaces de hacer, como país y como sociedad, cuando desplegamos todo nuestro potencial y no nos distraemos con desavenencias fratricidas de mirada corta y egoísta».
Este «éxito», ha precisado, «no es fruto del azar, ni de un milagroso decreto publicado en el Boletín Oficial del Estado», sino «el fruto del esfuerzo y trabajo de accionistas, directivos, trabajadores y proveedores».
Sendagorta ha apuntado, además, que el «orgullo» de las familias empresarias por la labor realizada «debe ser compartido por la sociedad y, concretamente, por nuestros gobernantes».
Tras destacar su «cuidado diferencial de sus trabajadores, visión a largo plazo, gran prudencia en lo financiero y especial arraigo a la tierra», ha citado, «más allá de los enormes retos» como inflación o las «difíciles» circunstancias geopolíticas, «desafíos» como la «acusada dificultad para disponer de perfiles profesionales adecuados» que incorporar a las empresas. «Nos faltan ingenieros e informáticos, pero también personas que trabajen en el mundo de la hostelería o el mundo industrial», ha señalado.
Por ello, ha planteado que «el reto por atraer y retener en nuestras empresas a personas con talento se ha convertido en una prioridad de primera magnitud», que se debe convertir en «una gran oportunidad».
En este marco, ha apostado por «seguir potenciando y mejorando la formación«, y ha insistido en «la necesidad acuciante de mejorar drásticamente» el sistema educativo, de tal manera que los jóvenes que salgan de universidades y centros educativos «tengan la formación que precisan para cubrir los nuevos puestos de trabajo que necesitan las empresas».
En este sentido, ha dicho que tiene la impresión de que se destina más tiempo en el debate público a «subrayar rasgos ideológicos que a apuntalar los objetivos reales que deberían perseguir los programas educativos». «Necesitamos una apuesta educativa transversal y, a largo plazo, que sepa dar respuestas a los desafíos de nuestro tiempo, porque el futuro empezó no ya hoy, sino ayer, y no hay tiempo que perder», ha señalado.
También ha abogado por «construir entornos de trabajo que permitan que las personas disfruten de sus vidas personales e integren sus vidas profesionales en sus vidas familiares«, una «apuesta vital como empresas familiares».
En esta línea, ha manifestado que es «un acierto» que se hable «mucho de sostenibilidad», pero esta «empieza por las personas», que deben suponer el «primer centro de atención», y en la posibilidad de conciliar la vida familiar y profesional se debe «encontrar un arma competitiva para atraer y fidelizar talento».
Asimismo, ha aludido a la importancia de «comunicar mejor a la sociedad el propósito empresarial» que inspira a las empresas familiares. «Debemos ser mucho más activos en comunicar lo que de verdad somos, para contrarrestar el empeño de otros en transmitir lo que no somos», ha apuntado.
Desempleo, principal desequilibrio de la economía
En su intervención, ha recordado que «el principal desequilibrio de la economía española es el desempleo», según ha lamentado, «principal causa de las desigualdades sociales, el auténtico freno al ascensor social, a la esperanza de un futuro mejor».
«Las subvenciones pueden ser un remedio temporal necesario, el instrumento que sirve para salvar una situación puntual de necesidad, pero solo el trabajo desarrollado por personas con la formación precisa representa una verdadera solución sostenible«, ha defendido.
Por ello, ha señalado que es necesario «incorporar a más ciudadanos a la vida laboral activa, integrarlos en el ciclo virtuoso del empleo de calidad». «Del empleo productivo privado, que es el que genera más riqueza para distribuir y cubrir las necesidades públicas, y no del que sólo sirve para maquillar las estadísticas», ha añadido.
Para ello, ha reivindicado la necesidad de incentivar el empleo y ha advertido de que «gravarlo no parece la mejor manera de conseguirlo». Así, ha apostado por «revisar la fiscalidad para conseguir, entre todos, que el salario neto que llega al bolsillo de los trabajadores esté lo más cerca posible del coste bruto que asumen las empresas». Del mismo modo, ha apelado a «revisar también los salarios, sin más límite que mantener el listón de la competitividad, esencial para la continuidad de las empresas».
«No faltará por nuestra parte la voluntad de diálogo para abordar los problemas mencionados, pero sobre la base de que debemos construir nuestra sociedad en torno a la cultura del trabajo, del esfuerzo, de la responsabilidad y a la satisfacción del deber cumplido», ha precisado.
Finalmente, ha apelado a evitar «la polarización» y apostar por «la moderación y el diálogo» que permitan construir «un marco de relaciones estables que proyecten nuestro país y nuestras empresas hacia un futuro a largo plazo».
A su entender, «es vital recuperar y reforzar el sentido de la institucionalidad«. «Es tarea de todos hacer más fuertes todas las instituciones que nos representan y nos vertebran como sociedad», ha apelado.
De este modo, ha incidido en que «el marco constitucional, que ha dado decenios de estabilidad y prosperidad, es el que define la actuación del Instituto de la Empresa Familiar. Dentro de ese marco, queremos colaborar con todos (sin excepción) y ponernos al servicio de la prosperidad común».
Sendagorta ha finalizado señalando que el Congreso debe servir para compartir ideas y soluciones encaminadas a progresar en la gobernanza de las empresas familiares. «Sabemos que una gobernanza, familiar y empresarial, mal resuelta y poco profesional constituye nuestro peor enemigo, porque destruye algo tan querido como nuestras familias y empresas», ha indicado.