Hacer comentarios inoportunos
“Esa diapositiva estaría mejor de otro color porque no se ve bien”, “¿Me podrías mandar luego ese gráfico por correo?”, y demás comentarios que no le interesan a todos los presentes y que puedes comentar con el interlocutor en cuestión tras la reunión o por e-mail.
Interrumpir a los demás
Si tienes algo que decir, es mejor esperar a que termine quien está hablando. Si interrumpes, posiblemente la persona que estaba hablando tenga que repetir lo que decía y tú también porque nadie consiga enterarse, así que para ahorrar tiempo, mejor esperar tu turno.
Proponer un ‘brainstorming’ colectivo
Como decía Picasso, “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando” y lo cierto es que las menos de las veces aparece cuando más se la espera. De esta manera, una de las cosas más improductivas que hay es juntar a un equipo para pensar. Es mejor que cada uno traiga una idea ya madurada que pueda explicar y tener una base más sólida dónde elegir.
Hacer anotaciones verbales
Es decir, agregar algo a tu discurso introduciéndolo como “una nota al margen”. Pronunciar esas palabras suele ser la fórmula mágica para conseguir que los allí presentes desconecten de lo que estás diciendo y no le den la importancia necesaria. Evita estas “notas al pie”.
Empezar con retraso
La puntualidad es muy importante y ya no sólo por imagen. Cada vez que una reunión comienza con retraso, la empresa pierde tiempo y dinero. Mientras esos trabajadores están esperando a que llegue el jefe tardón de turno, no están en su puesto produciendo.