En este mundo acelerado, que cambia a cada minuto, la vida de los demás nos parece perfecta. Es muy fácil dejarse llevar, emocionarse y saltar al primer barco que se nos cruza por el camino. Pero a veces estamos expuestos a situaciones de alto nivel de estrés y eso nos hace confundir la realidad.
Así que antes de que entregues tu carta de renuncia, desafíate a ti mismo y trata de descubrir, o al menos de entender, qué es lo que te falta en tu actual rol. A lo mejor buscas un aumento de sueldo, si es así tienes que tener en cuenta que el aumento de salario no tiene ningún impacto de la satisfacción laboral. Cambiar de puesto por más dinero reduce la motivación interna.
A lo mejor sabías esto, puede que estés interesado en otros factores. A lo mejor quieres flexibilidad, desafíos intelectuales, prestigio, un camino más claro para tu carrera o un ambiente en el cual el impacto social importe.
Todos estos factores contribuyen a la satisfacción laboral. El problema es que es bastante improbable que los encuentres todos reunidos en un puesto de trabajo. Así que si no te tomas el tiempo para entender cuáles son los que realmente importan para ti, en este punto de tu carrera, un nuevo puesto no va a marcar ninguna diferencia.
Una vez tengas la idea de lo qué te falta, puede que seas capaz de encontrar lo que a primera vista puede parecer que está oculto. Es muy fácil subestimar las cosas que hacemos en el trabajo, identificar lo negativo, pero también hemos de ser capaces de identificar las cosas positivas, las que queremos mantener.
Tu carrera es una maratón, no un sprint. Tómate el tiempo necesario para mirar cuidadosamente cada paso que das, para no perderte por el camino. No te dejes llevar por la prisa, porque no es buena consejera. No te digo que nunca te dejes llevar por tus instintos, aunque a veces nos pueden jugar malas pasadas, solo que pienses antes de hacerlo.