Aquí está la primera “verdad” que no es verdad sobre la búsqueda de empleo: ese trabajo que no te terminaba de convencer, sigue sin convencerte. Pero hay ofertas de trabajo que a las que se les aplican mejores técnicas de venta que a un nuevo coche o a una nueva casa. Entonces, ¿qué ocurre? El contratante es convincente y se le paga para serlo.
El panorama laboral ha cambiado mucho en los últimos años. Ahora parece que cuántas más normas y más trámites burocráticos se pongan de por medio, la oferta será mejor. Pero la verdad es que es posible trabajar en la compañía con la que siempre has soñado. Todo empieza con la propia convicción de que uno merece ese puesto de trabajo. Es importante no sentirse vulnerable en una entrevista y ser exigente (en su justa medida).
La segunda “verdad” que no es verdad es la idea de que si caemos en manos de los entrevistadores más educados y agradables tendremos asegurado el puesto de trabajo.
Muchos de nosotros creemos en la necesidad de disfrazarnos de personas que no somos para convencer a nuestro contratante y pensamos que tenemos que seguir el mismo guión para cada entrevista de trabajo. Lo cierto es que no hay respuestas “correctas” ni “incorrectas” durante el encuentro entre posible empleado y empleador. Se trata de decir la verdad de quién eres y de cuáles son tus intereses y expectativas de futuro.
La tercera “verdad” que no es verdad es que hay una enorme diferencia entre trabajar a tiempo completo para una sola persona o trabajar media jornada para varios empleadores o clientes. No hay ninguna diferencia entre las dos modalidades salvo la idea compartida de que esas diferencias son enormes. Existe un prejuicio a las pequeñas empresas o proyectos emprendedores. Todos los días nos bombardean con mensajes que alaban a los grandes empresarios por su valentía, pero nuestros abuelos y bisabuelos también fueron empresarios y nadie creó un alboroto sobre ellos. Tenían músculos que la mayoría de nosotros no tenemos hoy.
Ningún contratante puede garantizar seguridad en el empleo. El cuarto mito sobre la búsqueda de empleo es que cuanto más te prepares la entrevista y más títulos tengas que enseñar, mejor.
Es a la vez sorprendente y aterrador que las instituciones nos hayan enseñado dos tipos de personas que trabajan: las que poseen múltiples habilidades o las que tienen las paredes de su casa llenas de certificados y diplomas. El vocabulario que nos han enseñado para describirnos a nosotros mismos profesionalmente es aburrido, mecánico y carente de emoción.
Que las ofertas de empleo estén escritas bajo una dinámica robótica, no quiere decir que nosotros tengamos que emular ese estilo. Podemos ser personas y escribir personalmente a los encargados de una oferta, diciéndoles lo interesados que estamos en ese puesto de trabajo. Hay habilidades que nos tienen sello y firma oficial.
Por último, el quinto mito es la falta idea de que tu “valor de mercado” depende de un contratante. El mercado determina el valor de todo lo que se compra y se vende, incluyendo tus servicios y tu tienes que estar dentro de él para medir de forma fiable tu valor. ¡Date a conocer!
Es un momento muy bueno para presumir de talento. Ahora, las únicas preguntas que pueden quitarte el sueño tienen que ser: ¿Qué paso voy a dar? ¿Cuándo voy a dar ese paso?