“No se puede ser jefe y ser bueno”
Este es el primer y más común de los errores entre las personas que tienen empleados a su cargo. La responsabilidad no implica necesariamente mala fe. Está claro que como jefe puedes tener que tomar decisiones difíciles y desagradables, especialmente cuando tienes una dirección por encima de ti. No obstante, la forma de hacer las cosas depende de ti, por tanto, ¿por qué no tratar de hacerlas bien?
“Si dejo que mis empleados opinen, creerán que soy débil”
Al contrario, un jefe que escucha y tiene en cuenta a sus empleados siempre estará más valorado que uno que no lo hace. Que los empleados se sientan escuchados y vean resultados es importante para mantener la motivación. Escuchar a los empleados es vital para mejorar el sistema de trabajo y, por ende, el servicio o producto de la empresa. Un líder no excluye a los trabajadores de su éxito como empresario.
“Es mejor silenciar los problemas del departamento, total, todo seguirá igual”
En la mayor parte de las ocasiones, esto es una falacia. Muchos directores estarían dispuestos a cambiar ciertas cosas si sus trabajadores lo solicitaran, porque hay cambios en los que el beneficio es para ambas partes. Sin embargo, hay encargados cobardes que por evitar posibles conflictos prefieren silenciar
los problemas.
“Oír, ver y callar es la mejor manera de ascender”
Esto no siempre es así. Además de ser un acto de cobardía mayúsculo no trasladar las quejas ni tratar de solucionar los problemas, es una actitud que denota un alto nivel de incompetencia por parte del encargado. Los negocios no son sencillos y que todo permanezca siempre igual, a la larga, es sospechoso hasta para el más descuidado de los jefes.