Durante los últimos cinco años, múltiples estudios han indicado que es probable que exista el llamado “gen emprendedor”: personas con ciertas características genéticas y una personalidad magnética, que gracias a sus capacidades poseen más posibilidades de convertirse en emprendedores con éxito.
Existe una gran división de opiniones entre los expertos en la materia. Algunos afirman que hay personas que nacen para ser los lobos de la manada, son simplemente líderes natos que piensan a lo grande, desechan sus miedos y muestran una gran confianza en sí mismos. Para otros, esta capacidad de dirigir equipos, se basa en un buen aprendizaje y en contar con buenos mentores y buenos equipos que apoyen una estrategia bien planteada. Pero no es tan fácil como ambos puntos de vista apuntan. Si existiera un gen, y fuera algo innato, los emprendedores no se tendrían que esforzar nada, estaría todo hecho. También es cierto que el carisma de muchas personas, puede mover montañas.
Es cierto que algunas personalidades son más afines al emprendimiento. Lo más importante es fijarse en la personalidad de alguien y su forma de afrontar los peligros. Pero esto no quiere decir que sea todo genética, es la mezcla de experiencia, conocimiento, observación y ambiente lo que hace a un emprendedor ser emprendedor. El amor por los riesgos es lo único que no se puede enseñar y que está dentro de cada persona.
Existen cursos para emprendedores e incluso hay jefes que tienen capacidad de enseñar a sus empleados a ser buenos líderes. Con buenos mentores las personas pueden sentir amor hacia el emprendimiento, no es necesario aprender a amar los riesgos. Aunque exista cierta parte innata, mediante el aprendizaje, los emprendedores siempre pueden ser mejores.
Por todo esto, no existe una respuesta universal ante esta cuestión, ambos puntos de vista tienen sus aciertos y sus errores.