A principios del verano de 2021, un empresario estadounidense de 53 años saltó a las páginas de The Wall Street Journal por una de esas extravagancias que a las personas de su laya se presupone: había gastado veinte millones de dólares en comprar y remozar una mansión de estilo árabe en Coronado (California), y entre las reformas introducidas en tan venerable reducto estaba la instalación, en su sótano de 650 metros cuadrados, de una sala de cine de veintiséis butacas decorada con estética y memorabilia de Star Wars. El empresario en cuestión no era otro que Brian Mariotti, la cabeza pensante detrás de los muñecos cabezones Funko Pop!
El gesto define a la perfección a este natural de Anacortes (en el estado de Washington, en el noroeste de Estados Unidos), quien si por algo destaca es por haber amasado una fortuna para gastarla en lo que le da la gana –incluidos caros y raros caprichos– y por blasonar carácter de auténtico mitómano de la cultura pop (en lenguaje coloquial, todo un friqui): aparte de rendir pleitesía a la saga galáctica, es la clase de tipo que coleccionaría sus propias figuras.
En 2022, Funko Inc. facturó 1.322 millones de dólares, un 29% más que el año anterior. Todo gracias a la venta de sus modelos Funko Pop!, que introdujo en el mercado en 2010 tras obtener una licencia para fabricarlos inspirados en personajes de DC Comics (el primero se basó en Batman). Curiosamente, pese a no ser especialmente bonitos –se trata de muñecos de enorme cabeza cuadrada, fabricados en vinilo y bastante parecidos a las caricaturas de estilo chibi japonés–, los Funko Pop! se han convertido desde entonces en un fenómeno mundial, preciado objeto de coleccionismo y regalo recurrente para fans de la cultura pop.
Porque es en los acuerdos con productoras del ramo donde radica su punto fuerte. Gracias a sus contratos de licencia, es posible encontrar Funkos de casi todo: personajes de Marvel, Stranger Things, Juego de Tronos, Disney, Star Wars, Bola de Dragón, Harry Potter, Bob Esponja, Cazafantasmas, la NBA, la WWF, la familia Simpson, Barbie… Incluso los hay dedicados a iconos del pasado, como ET, Twin Peaks; músicos como Elvis Presley, John Lennon, Jimi Hendrix, Cher, Whitney Houston, Joan Jett, Miles Davis (con trompeta)… De raperos como Snoop Dogg y hasta de bandas de heavy metal al completo como Pantera o Def Leppard. ¿No sabes qué regalar por su compleaños a un aficionado al rock duro o a la saga literaria de J. K. Rowling? Un Funko (cuyo precio de venta es bastante asequible: unos 17 euros) te saca del apuro.
Lo cual podría llevar a pensar que no existen verdaderos fanáticos de los Funko, sino de los personajes que representan. Sin embargo, el coleccionismo de estas figuras es una realidad: en los últimos años, la comunidad de devotos ha ido creciendo y no es raro encontrar a gente que los amontona independientemente de su temática. Un buen ejemplo es la cantante española Edurne, quien en abril de 2023 mostró al diario El País su colección de 750 unidades, a la que dedica toda una habitación de su casa. “Funko que veo, me gusta y no tengo, Funko que me llevo”, declaró. Recientemente un coleccionista llegó a pagar 35.000 dólares por el Funko de Alex, protagonista de La naranja mecánica.
Mariotti es el principal responsable de tal expansión, desconocida antes de su llegada a la empresa. Pues no la fundó: Funko nació en 1998 de la mano de Mike Becker, un diseñador gráfico cuya idea inicial era replicar la imagen de la mascota de los restaurantes Big Boy. Por entonces, Mariotti no era más que un veinteañero que acababa de abandonar la universidad y que, después de trabajar como gerente de un restaurante, se ganaba la vida realizando marketing digital para diversas compañías. Pero, ante todo, descollaba como ávido coleccionista, en especial de los dispensadores de caramelos Pez. Podía gastarse 150 dólares en una unidad.
Durante una visita a los estudios Universal a principios de los años 2000, Mariotti compró ocho figuras de Los picapiedra, fabricadas por una firma aún no muy conocida, también establecida en el estado de Washington –en la localidad de Snohomish–, denominada Funko. Cada vez más interesado en sus productos, llegó a hacerse amigo de Mike Becker. “Le invité a jugar al golf y le dije que me gustaba el coleccionismo. Él se encogió de hombros y respondió: ‘Es como si nos hubiesen separado al nacer’. Entablamos una amistad y durante tres años pude verlo dirigir la empresa. Luego, en 2005, cuando decidió que quería salir del negocio, me asocié con un par de amigos de la escuela secundaria y lo compré”, relató Mariotti a Seattle Met en 2016.
Cinco años después de aterrizar en Funko se sacó de la manga la línea Pop!, buque insignia de la compañía. De hecho, las anteriores gamas de productos –Funko fabricaba otros tipos de figuras: Dorbz, Vynl, Rock Candy…–, han ido quedando relegadas o desapareciendo progresivamente.
Es posible que al principio a Mariotti le costase cerrar acuerdos con las productoras; hoy, sin embargo, son estas las que llaman a su puerta. Para cualquier famoso, tener su réplica en este formato de vinilo es motivo de orgullo, como poseer una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. “Todo el mundo quiere ser una figura de vinilo Funko Pop!”, dijo a Forbes en 2022 James Zahn, editor adjunto de The Toy Book, revista oficial de la industria del juguete de Estados Unidos. “Actores, celebridades y músicos ahora lo ven como una gran pluma en el sombrero”.
Con todo, Funko, cuya sede actual está en Everett (Washington), ha encontrado a lo largo del tiempo alguna piedra en su camino. Durante 2022, Mariotti cedió su puesto de CEO a Andrew Perlmutter, quien hasta ese momento ejercía de presidente. Mariotti pasó a ser director creativo. Sin embargo, los augurios de un descenso en los beneficios animaron a Mariotti a recuperar el cargo de CEO y director, regresando Perlmutter a la presidencia. Según algunas fuentes, el patrimonio de Mariotti asciende a más de 52 millones de dólares, incluyendo sus acciones en la compañía y su salario de cuatro millones.
La sobreproducción de unidades, siguiendo unas expectativas de ventas que no se han alcanzado, ha llevado a Funko a anunciar en marzo de 2023 la destrucción de treinta millones de figuras que tenían en stock y a las que no daba salida. Para albegar el excedente, la compañía había tenido que gastar mucho dinero en alquiler de naves, lo que, en última instancia, ha provocado que las cuentas de 2022, pese a la facturación de 1.322 millones que mencionábamos al principio, se hayan saldado con unos beneficios de tan solo cinco millones de dólares (un 108% menos que en el ejercicio anterior).
La absorción en junio de 2022 de Mondo, una firma tejana especializada en carteles de cine y discos de vinilo de edición limitada, muy apreciada entre los amantes del séptimo arte, no ha tenido el efecto esperado en Funko; al poco de la operación, Mariotti despidió a los fundadores de Mondo y ha terminado liquidando su división de carteles. Para liderar la remontada, Funko ha nombrado con efecto inmediato a Steve Nave, quien durante once años ocupó puestos en el consejo de administración de la filial de ecommerce de Walmart, director financiero y director de operaciones.
Aun así, mucho tiene que cambiar el panorama para que estas figuras coleccionables no sigan seduciendo al gran público. Desde 2019 está en desarrollo un proyecto de animación para llevar estos muñecos a la pantalla; la propuesta inicial era que protagonizaran una película, que finalmente podría verse transformada en una serie. La web de Funko anuncia nuevos lanzamientos para 2023 dedicados a Transformers, varios personajes de Peter Pan y estrellas de la música fallecidas como Bon Scott (antiguo cantante de AC/DC), Janis Joplin y diversas presentaciones de Michael Jackson. Como dijo Mariotti a Forbes en 2019, “somos el Zara de la cultura pop”.