Mara Nelson, CEO de Clara Labs, construye asistentes automatizados con el objetivo de salvar a Silicon Valley, y al mundo, de la tiranía que se desprende del correo electrónico. Nelson, licenciada en psicología y neurociencia, es la persona más joven y la única mujer que ha pasado por el prestigioso programa ‘y combinator’ dos años consecutivos.
Los socios empresariales de Maran Nelson, CEO de Clara Labs, se sienten tan agradecidos que cerca de una docena de veces en los últimos dos años han enviado flores o chocolate a la ayudante ejecutiva de dirección, Clara, para darle las gracias por su excelente trabajo. Clara siempre responde a los correos electrónicos como mucho en 15 minutos, incluso en mitad de la noche, siguiendo algunas de las reglas básicas de Google para escribir mails. Ella sabe cual es el restaurante de sushi de Palo Alto que tiene que recomendar para una comida de reunión, y envía una planificación completa con los horarios del viaje. No comete errores ortográficos y no olvida estar pendiente del itinerario.
Sin embargo, Clara no puede disfrutar de los obsequios florales y chocolates que recibe por su buen trabajo: ella es un cyborg –parte algoritmo, parte humana. Es el resultado de dos años de pruebas y cinco millones de dólares de financiación para la fundación de Clara Labs en San Francisco (California). Nelson y Michael Akilian, cofundador y director de tecnología de la compañía, de 25 años cada uno, y otros inversores como el CEO de Salesforce, Marc Benioff, están convencidos en que este proyecto va a cambiar la forma en la que se trabaja en la actualidad.
Trabajar con los asistentes robot de Clara Labs es simple. Por un precio de entre 99 y 399 dólares mensuales, dependiendo de las características que el cliente contrate se asigna al ejecutivo un ‘Clara’ con una dirección de correo electrónico. Se le puede modificar el nombre: la primera cliente de Nelson, Danielle MOrrill, de Mttermak, empresa de análisis de datos, eligió el nombre de Claudia Robertson: el cofundador de Reddit, Alexis Ohanian, un inversor de Clara Labs, optó por Max Power.
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Asistente personal ‘online’
Clara se comunica exclusivamente por correo electrónico y en lenguaje natural. Se puede añadir a cual hilo de emails para que se haga cargo de las interacciones que marcan el día laboral. Dale acceso a los calendarios en línea y ella se encargará de establecer las reuniones, programar las llamadas, organizar los almuerzos o los cafés. Mantendrá el contacto con los contactos, sugiriendo para los encuentros horarios y lugares basados en tus preferencias. La comunicación con ella es como la que sería con un asistente humano. “Por favor, recuérdame establecer una cita con el dentista en una semana”, y una semana después te llegará un correo electrónico recordándotelo.
Cuando un correo electrónico es demasiado complejo para ser manejado por los algoritmos de Clara, uno de los colaboradores humanos de la compañía interviene y realiza el trabajo a cualquier hora desde cualquier zona del mundo. Este enfoque es lo que diferencia a Clara de los típicos chats robots y los asistentes virtuales de Amazon, Google y X.AI, el mayor competidor de Clara.
Clara surge como un intento para resistir la tiranía del in-box y no fue siempre automatizada. En 2013, Nelson se encontró luchando en su primer intento después de abandonar la universidad de Texas en Austin, donde ella había estudiado neurociencia y psicología. Como cofundadora de Crowdery, sociedad respaldada por Y Combinator (compañía que dos veces al año invierte en startups), lo que le abrumó fueron las interminables cadenas de correos electrónicos. Se encontró con que no contactaba con contactos importantes porque se le olvidaba programar las llamadas o las invitaciones que le hacían. “Realmente no me gustaba, y era mala en ello”, asegura Nelson.
Inversores
Al cerrar Crowdery, Nelson se asoció con Akilian, informático y uno de sus mejores amigos. Ambos construyeron un prototipo que permitió iniciar sesión y manejar la programación de forma manual.
Finalmente, Nelson volvió a Y Combinator, convirtiéndose en la persona más joven y la única mujer que pasó este modelo de financiación dos años consecutivos. Y fue aceptada basándose en que la tecnología de automatización y aprendizaje automático, que aún no estaba en el producto, le permitiría escalar.
Cuando llegó el momento de buscar capital, Clara estaba en el punto de mira de los inversores; empleados de la filial de Salesforce que ya utilizaban este producto cuando Benioff facilitó un cheque anticipado. Entre los clientes, resaltan Sequoia Capital (que también invirtió), Stripe y Hipmunk. La startup no revelará las finanzas, pero con precios que se sitúan en torno a los 4.800 dólares anuales para los ejecutivos más ocupados, lo ingresos de la sociedad son de millones de dólares, según las estimaciones de Forbes. Los que se posicionan a favor de Clara encuentran potencial mucho más allá de la programación.