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Actuar con impacto positivo

El agua no solo es un ingrediente, sino una deuda que tenemos con el planeta. Devolvérsela se ha convertido en una misión posible para WWF y Coca-Cola a través de proyectos de gestión sostenible.
Carmen Gómez-Acebo, directora de Sostenibilidad de Coca-Cola Europacific Partners, explica el proyecto 'Misión Posible: Desafío Guadalquivir' en una de las fincas sevillanas que participan.

El trabajo rural es duro, más en un día como hoy: es medio día, está despejado y el sol se siente sin filtros sobre la piel, pero el viento atenúa su fuerte roce —22° C señala el móvil y se pronostica que la temperatura aumentará cinco grados más. ¿Cómo hace la tierra para tolerar los estragos de este ardiente calor? Esta pregunta nos trae a Sevilla, una región que lleva cuatro años con déficit de agua.

Saliendo en dirección a Cantillana, por un camino flanqueado de cultivos, entre los que destacan los naranjos y los ciruelos en flor, se llega a la finca El Bujio/Vegeta. Desde donde estamos de pie hasta donde alcanza la vista se ven árboles y árboles, algunos de ellos aún tienen naranjas que resistieron a la colecta. Esta frondosa impresión puede provocar falsas expectativas.

Rafael Jiménez Cantero, ingeniero agrónomo y el propietario de estas tierras, es un hombre jovial con voz potente que lleva en la agricultura desde 1988. Bastantes años que le han brindado la experiencia para conocer de cerca la tierra que labra, la cual ha sufrido los inminentes efectos del cambio climático. Unas temporadas son buenas y otras no tanto, pero las malas cada vez son peores. “El año pasado fue de superproducción”, recuerda Jiménez Cantero, que cosechó 66 mil kilos de naranjas por hectárea. Este año solo han logrado recolectar 12 mil kilos por hectárea.

En esta dura labor cualquier ayuda extra es más que bien recibida. Esta finca, que desde 2014 es cien por cien de cultivo ecológico, participa en el proyecto ‘Misión Posible: Desafío Guadalquivir’, una iniciativa conjunta de WWF y Coca-Cola, para gestionar los recursos hídricos de la zona e impulsar un riego y prácticas agrícolas eficientes y sostenibles en las parcelas de siembra. En el tiempo que va de 2018 a 2022 han conseguido ahorrar 3 552 millones de litros de agua. 

Vista general de una de las 14 fincas que participan en el proyecto ‘Misión Posible: Desafío Guadalquivir’.

Un compromiso para proteger el agua

En julio [el mes de mayor impacto de sequías] del año pasado hemos registrado, que de los 31, 28 días fueron de condiciones severas. No hay datos tan altos como los vistos en el 2022”, destaca María Jiménez Ruz, directora general de Hidrosoph España, que trabaja codo a codo con los agricultores de la zona. Esta empresa, enfocada a la gestión de riego y abono, apoya a los agricultores para optimizar su producción, reduciendo los costos y protegiendo el medioambiente, como aliada tecnológica de ‘Misión Posible: Desafío Guadalquivir’.

Este proyecto comenzó en 2018 con el objetivo de fomentar el riego eficiente, la cultura sostenible y la restauración ecológica de marismas del Parque Nacional de Doñana. En este esfuerzo también se implica a los agricultores para sacar adelante esta propuesta de sostenibilidad. Es así como 14 fincas, que se han comprometido a cumplir un uso legal del agua y del suelo, participan activamente. Entre todas ellas han sumado 765 hectáreas donde se actúa con procesos y tecnología innovadora, sin importar su extensión —en las que están desde la más pequeña, como la finca La Gitana (con 5 ha), hasta el más grande, El Cerro/Bastardo (144,50 ha)—, si son intensivas o convencionales o familiares, como es el caso de El Bujio/Vegeta (85,95 ha). “Ellas sufren la falta del agua. En el futuro, su disponibilidad va a ser escasa”, sentencia Felipe Fuentelsaz, coordinador WWF del proyecto.

En los cerca de cinco años de implementación de este programa de sostenibilidad ya se pueden ver los efectos. Además del ahorro de agua, se ha recuperado la calidad del agua en seis hectáreas de marismas en el término de Trebujena (Cádiz) donde ya se ha visto un aumento de la biodiversidad de la zona.

María Jiménez, responsable de Hidrosoph, la empresa que implanta la tecnología que se usa en el proyecto ‘Misión Posible: Desafío Guadalquivir’. 

Más litros para el planeta

Coca-Cola y WWF llevan más de 20 años uniendo fuerzas, en los que han impulsado varios programas ambientales con un énfasis en el reabastecimiento del agua: la regeneración de lagunas en Can Fenosa (Barcelona), la optimización del riego en Tablas de Daimiel (Ciudad Real) son unos de los ocho proyectos que tienen activos en la península. Para Carmen Gómez-Acebo, directora de sostenibilidad de Coca-cola Europacific Partners Iberia, el objetivo principal es “devolver a la naturaleza el agua”.

Esta tarea no solo se hace fuera de la embotelladora, también en la propia fábrica y en su producción. Su meta es mejorar el ratio de agua que se necesita por cada litro de bebida. En 2022 se consumía 1.75 l de agua, lo que significa una reducción de 19.8% de este líquido. El propósito es llegar al 20% en 2025; cifra que Gómez-Acebo señala como “muchísima en comparación con otras empresas”.

Este tipo de iniciativas muestran que la colaboración entre fundaciones y empresas es posible. Además, nos enseña que la tecnología y el conocimiento son necesarios, pero más aún el compromiso y la responsabilidad de las personas para preservar —y “cultivar”— el agua. Por qué bien lo dice esa frase de Tales de Mileto, tan trillado, pero que hay que recuperar: el agua es vida.

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