En abril de 2020, mientras el Covid se extendía por todo el mundo y las empresas se veían obligadas a cerrar, Joshua Kesselman, el fundador de 52 años del papel de liar Raw, anunció con orgullo que su fábrica en un pequeño pueblo de España seguía produciendo papel.
«Alcoy, España, donde fabricamos el papel Raw, sigue abierta», dijo Kesselman a Forbes durante una entrevista en aquel momento. «Alcoy está aislada; estamos en las montañas, no abajo donde realmente está el Covid en España. Somos uno de los pocos negocios de Alcoy».
Sin embargo, había un problema con la fábrica de Kesselman en Alcoy: no existe. En medio de una batalla legal entre la empresa matriz de Raw, HBI International, y su rival de papel de liar Republic Technologies (propietaria de marcas como E-Z Wider y OCB), un juez dictaminó que la afirmación de Raw de que sus papeles están hechos a mano por artesanos de Alcoy es falsa.
Más bien, el papel Raw se fabrica a unas 400 millas de distancia, en Saint-Girons, Francia, por el conglomerado papelero Schweitzer-Mauduit International, dijo un representante de la empresa en el juicio, y luego es enviado a Iberpapel en Benimarfull, España, para ser colocado en envases.
Pero Alcoy, donde se fabricó por primera vez la famosa marca de papel de liar Bambú, era tan importante para la historia de origen de Kesselman que los envases de Raw anunciaban hasta hace muy poco: «Fabricado en Alcoy, España, cuna del papel de liar». La fábrica de Iberpapel, sin embargo, sigue estando a 15 minutos en coche de Alcoy –cerca, pero no de papel de liar–. Y los detalles importan. El vino blanco espumoso producido 15 minutos fuera de la región de Champagne no puede llamarse Champagne.
Cuando se le preguntó por qué había mentido sobre dónde se elabora Raw, Kesselman dijo que fue un error involuntario. «En el pasado, me he referido a la región como Alcoy», escribió a Forbes a través de su equipo legal y de relaciones públicas de crisis. «Piense en ello como un área metropolitana. Los Giants de Nueva York juegan al fútbol en Nueva Jersey, ¿verdad? Sin embargo, siguen llamándose los Giants de Nueva York y se les conoce como un equipo deportivo de la ciudad de Nueva York».
A lo largo de tres décadas, Kesselman ha construido un imperio de 200 millones de dólares (estimación de ventas anuales en todo el mundo) a través de Raw y un conjunto de otras marcas bajo su empresa HBI International, con sede en Arizona, y su rama en el extranjero. Pero junto con la historia de éxito de Kesselman, también existe el patrón de contar cuentos chinos.
Durante los últimos siete años, Kesselman ha defendido a su empresa en una prolongada batalla legal librada por Republic Technologies, con sede en Illinois. Durante el juicio, un jurado determinó que HBI practicaba la competencia desleal y violaba la Ley Uniforme de Prácticas Comerciales Engañosas de Illinois a través de sus actividades de envasado y promoción. Sin embargo, el jurado se puso de parte de la contrademanda de HBI, según la cual Republic, fundada por el empresario de Chicago Donald Levin, infringió uno de sus derechos de autor y su imagen comercial, y concedió a HBI algo más de un millón de dólares en concepto de lucro cesante y daños legales.
A lo largo del litigio, se ha creado una imagen clara de Kesselman y Raw apoyándose en afirmaciones engañosas y en un agresivo mercantilismo para solidificar su posición en el competitivo mercado del papel de liar de casi 1.000 millones de dólares (ventas estimadas en EE UU).
Un antiguo empleado de muchos años, que declina utilizar su nombre por temor a represalias, afirma que acabó abandonando HBI por la costumbre de Kesselman de tergiversar la verdad. «Es un mentiroso patológico», dice el ex empleado. «Es muy bueno entrenándose: si cuentas la historia suficientes veces en tu cabeza, te la vas a creer y se convertirá en una verdad… en tu mente».
Una de las revelaciones más extrañas que ha salido a la luz en la demanda es que HBI había estado defendiendo su organización benéfica conocida como Fundación Raw. Sin embargo, no existe ninguna organización sin ánimo de lucro con ese nombre, según una base de datos pública de 501c3 registradas y HBI aceptó dejar de publicitar su fundación. En un comunicado, la empresa explicó que «puede haber creado la impresión de que nosotros mismos éramos una organización benéfica. No somos una organización benéfica».
Forbes confirmó de forma independiente que Kesselman ha donado al menos a dos de las organizaciones benéficas de las que ha presumido, pero no pudo verificar su afirmación de haber donado 2,5 millones de dólares en total. Antes de que la Fundación Raw se diera de baja en 2021, su página web describía el trabajo que realizan: «Dirigimos la fundación utilizando lo que Josh llama Filantropía Empresarial. En pocas palabras, salvamos y mejoramos el mayor número posible de vidas con los recursos de que disponemos. No importa dónde estén las personas, lo único que importa es dónde podemos tener el mayor impacto». HBI se refiere ahora a sus esfuerzos filantrópicos como Raw Giving.
Kesselman, que cuenta con más de dos millones de seguidores en Instagram, también tiene un largo historial de ataques a sus competidores y de afirmar que sus productos son superiores mientras que otros están elaborados con sustancias químicas nocivas. Como parte de la orden judicial permanente que HBI acordó en el caso con Republic, la empresa dejará de publicitar sus productos afirmando que sus papeles de liar son «sin refinar» –el presidente de Republic Technologies International testificó ante el tribunal que no es posible fabricar papel sin refinar–. También se determinó ante el tribunal que los papeles de liar de cáñamo orgánico de Raw no eran los primeros ni los únicos papeles de liar de cáñamo orgánico del mundo –como había afirmado la empresa– y que Kesselman no había inventado el cucurucho, un porro preenrollado vacío que se utiliza sobre todo en los dispensarios de cannabis. La empresa tampoco puede afirmar que OCB esté fabricando imitaciones de sus productos, que Kesselman y su empresa describen desde hace tiempo como «RAWplicas» o «RAWnabees».
Cuando el papel de liar Raw Organic Hemp salió al mercado por primera vez, no estaba hecho con cáñamo orgánico como afirmaba la empresa, según el testimonio de los testigos durante el proceso judicial con Republic. En septiembre de 2017, HBI presentó una declaración jurada en la que explicaba que los papeles de liar Raw Organic Hemp siempre habían sido fabricados por Schweitzer. Pero un empleado de Schweitzer testificó que la empresa no empezó a vender papel de cáñamo orgánico a Iberpapel hasta 2011, años después de que Raw saliera al mercado y empezara a publicitar sus papeles como cáñamo orgánico. Kesselman, a través de su equipo legal, escribió que la fábrica de librillos les «aseguró» que el papel «siempre se ha fabricado con papel a granel de cáñamo orgánico«.
Uno de los abogados de Raw escribió en un correo electrónico a Forbes que la orden judicial permanente no era, sin embargo, una admisión de culpabilidad. «Es importante entender lo que la orden acordada que contiene un requerimiento judicial realmente dice y significa», señaló el abogado. «En primer lugar, se trata de una orden acordada. Específicamente no hace ninguna constatación de verdad o falsedad y señala que HBI no lo ha concedido».
Para alguien que ha sido sinónimo de hierba durante décadas, Kesselman no necesita adornar su historia de fondo. Nacido en Nueva York y criado en Long Island, empezó el instituto en Hewlett pero fue enviado a la Escuela Robert Louis Stevenson, una escuela preparatoria terapéutica de Manhattan para estudiantes con dificultades, tras ser expulsado de Hewlett High por fumar. Después asistió a la Universidad de Florida, donde estudió marketing, y en 1993 abrió una tienda de pipas, bongs y otros artículos relacionados con el cannabis, llamada Knuckleheads, en Gainesville. En otoño de 1996, cuando Kesselman tenía 25 años, las fuerzas de seguridad federales, armadas con una orden de registro, se incautaron de lo que consideraban parafernalia de drogas en sus tiendas y en una que su entonces novia, Basilia Georganas, tenía en Jacksonville.
Kesselman y Georganas vendieron el resto del inventario, incluido el papel de liar, y en 1997 se trasladaron a Phoenix, donde Kesselman creó una nueva empresa, HBI International, a la que pronto se unió Charles Bachmann, un amigo de Long Island. En 1998, Kesselman y Georganas fueron acusados de cargos federales de parafernalia de drogas y blanqueo de dinero. La pareja se casó ese mismo año. En marzo, él se declaró culpable y más tarde fue condenado a un año de arresto domiciliario con vigilancia electrónica, cinco años de libertad condicional y una multa de 150.000 dólares.
Según las directrices de sentencia del gobierno, esos delitos suelen conllevar de 5 a 6 años de prisión, pero el juez, según un documento judicial, redujo la sentencia estándar en gran parte porque Kesselman dijo al tribunal que tenía un «virus terminal». En una presentación posterior solicitando una reducción de la libertad condicional, que también le fue concedida, el abogado de Kesselman alegó que la enfermedad de su cliente requería un tratamiento sólo disponible en Suiza y otros países europeos.
Cuando se le preguntó qué virus mortal había contraído hace 25 años y si seguía luchando contra él, Kesselman, a través de su equipo legal, afirma ahora que en realidad nunca estuvo enfermo de una enfermedad terminal. «Fue un diagnóstico erróneo, gracias a Dios, pero tardamos años en saberlo», afirma Kesselman. «Mi salud nunca ha estado mejor».
Su esposa, sin embargo, salió mal parada de los mismos cargos. Georganas fue condenada a cinco meses de cárcel, pero fue deportada a su Canadá natal en 2000 debido a su condición de «delincuente con agravantes».
Tras esos primeros problemas legales, Kesselman, junto con Bachmann, se centraron en la importación de papel de liar y otros suministros para venderlos a los fumaderos. Pronto, empezaron a registrar patentes para la tecnología del papel de liar y lanzaron su primera marca de papeles: Elements. Después llegó Juicy Jays y, en 2005, introdujeron Raw, un papel de liar marrón superfino y de aspecto natural. Con el tiempo, Kesselman y Bachmann disolvieron su sociedad y Bachmann ya no posee ninguna participación en HBI. Años más tarde, pasó a trabajar para Republic y en la actualidad es empleado de una empresa de papel de liar.
Lo que resulta especialmente irritante es que en realidad no necesitaba mentir sobre su empresa o sus productos. En los casi 20 años transcurridos desde su fundación, Raw no ha dejado de crecer con la legalización del cannabis y su nombre aparece en varias canciones de hip-hop. Por el camino, se ha convertido en una celebridad en el mundo de la hierba: en cualquier feria comercial del cannabis suele haber cola para conocerle y conseguir un autógrafo. También posee un ático en Manhattan y dos casas en Arizona.
Pero, al parecer, eso no es suficiente para Josh Kesselman. En abril de 2020, mientras hablaba de cómo su negocio estaba experimentando un repunte de la demanda gracias al aburrimiento y el estrés de los cierres de Covid, se puso filosófico y empezó a hilar otra historia sobre lo que había aprendido en su inexistente fábrica de Alcoy, España. «En Alcoy, existe una mentalidad diferente a la que tienen los estadounidenses: esa sensación de que eres una gota en el océano, hay un continuo del que formas parte», dijo Kesselman a Forbes en su momento. «Puedes ser el mejor del mundo, pero alguien vendrá después de ti y probablemente lo hará mejor. Y si lo has hecho realmente bien, consigues una estatua en uno de los centros de la ciudad. Ese es mi objetivo: tener una estatua. El alcalde dice que tendré mi estatua. Quiero mi puta estatua».
Antonio Francés Pérez, alcalde de Alcoy desde 2011, no respondió a las múltiples peticiones de comentarios. Desde entonces, Kesselman se ha retractado de su declaración y ahora afirma que el alcalde hablaba en tono despreocupado y de broma. «En realidad no pensé que el alcalde lo dijera literalmente», dijo Kesselman a través de sus equipos de relaciones públicas y jurídico. «Y las estatuas suelen ser para los muertos de todos modos, así que no tengo prisa por una estatua».