El objetivo que primaba hasta ahora en las empresas, el de simplemente vender más para ganar más, ya no es suficiente para garantizar su viabilidad. Ahora hay que ir más allá. En paralelo tiene que existir un propósito que convierta a las organizaciones en un actor importante dentro de la sociedad, en un catalizador del cambio hacia un mundo más justo, más solidario y, sobre todo, más sostenible. Las empresas que no sean conscientes de esta realidad, o que directamente la ignoren, manteniendo las filosofías empresariales del pasado estarán condenadas a desaparecer. Se trata de un nuevo contexto en el que una buena estrategia de RSE se convierte en uno de los factores vitales para las empresas. Una estrategia que incorpore criterios ambientales y sociales como factor de competitividad entre ellas, pero que también busque crear impacto a largo plazo.

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Con esta premisa, FORBES y Ron Santa Teresa organizaban el pasado jueves 3 de noviembre en The Principal Madrid Hotel un evento al que asistían representantes de algunas de las empresas que mejor han interiorizado estos valores: Beatriz Aylagas, responsable de RSC de Ecoembes; Fernando Ojeda, CEO de Reforest; Daniel Nieto, VP Government Engagement de Mastercard; Cristina Álvarez de Mon, responsable de Fundación Pirates for good de Scalpers; y Alberto Vollmer, CEO Santa Teresa. Todos ellos asistían antes del debate a una demostración, por parte de un experto en coctelería de Santa Teresa, de la preparación de un combinado elaborado con el prestigioso ron venezolano. Todo ello, mientras explicaba a los asistentes algunos de los hitos de la marca durante sus más de 226 años de historia.

Tras esta introducción, Belén Chiloeches, periodista experta en empresas, cogía las riendas del encuentro para iniciar un interesante debate sobre el papel de las empresas en la creación de un mundo mejor y más sostenible. El primero en intervenir ha sido Alberto Vollmer, de Santa Teresa, quien ha explicado los detalles de una de sus iniciativas más importantes: el ‘Proyecto Alcatraz’, que lleva desde 2003 ayudando a personas a salir de la delincuencia callejera en El Consejo, lugar donde se encuentra la sede de Santa Teresa. Como ha explicado Vollmer, este proyecto surgió después de capturar a los responsables de un asalto a mano armada a la hacienda de la compañía. “Les dimos la opción de trabajar para compensar la falta o llamar a la policía”, explica el empresario, quien explica que “en unos días ya habíamos reclutado a la banda completa”. Después de este episodio, “el resto de bandas de la zona hacían cola para entrar al proyecto”, cuenta, por lo que se vieron obligados a ampliarlo poco a poco hasta lo que es hoy, con presencia en 37 cárceles de la zona y ayudando a muchas personas a través del empleo y el deporte, concretamente el rugby. Fue gracias a este éxito, según Vollmer, cuando se dieron cuenta “del gran poder que tiene una empresa para cambiar su entorno”. “Primero fue la filantropía, luego la RSC, ahora simplemente es una parte más del negocio, una inversión cuyo retorno es social”, sentencia el directivo.

La siguiente en intervenir ha sido Beatriz Aylagas, de Ecoembes, para quien el gran cambio es que la RSC se ha sofisticado. “Hemos evolucionado desde una mirada económico-financiera a una que integra la dimensión social y ambiental, factores fundamentales para la sostenibilidad de la compañía”, explica la directiva, para quien se trata de valores intangibles que harán quedarse atrás a quien no los entienda”. Por su parte, Fernando Ojeda, CEO de Reforest, ha explicado cómo su proyecto nació directamente con esta filosofía en su ADN. “Yo monté una reforestadora por mis hijas, por su futuro, y pese a que todos nos dijeron que no íbamos a hacer nada importante, que no podíamos cambiar el mundo, actualmente hemos plantado 40.000 árboles y realizado varios proyectos solidarios. Son pequeñas gotas de tinta que se acaban convirtiendo en barricas de tinta”, ha explicado Ojeda en su primera intervención.

En siguiente en intervenir ha sido Daniel Nieto, de Mastercard, para quien“la RSC ha pasado al ADN de las empresas”. En su opinión, “la empresa tiene una labor social, y en nuestro caso, usamos la tecnología para generar un impacto positivo, como por ejemplo asegurar que las ayudas sociales lleguen a quien tienen que llegar”.  Cerraba este primer turno Cristina Álvarez de Mon, de Fundación Scalpers, que ha explicado como en los dos años que lleva en la empresa, se han conseguido “canalizar las ganas de una plantilla muy joven por transformar la sociedad y hacer cosas que normalmente nos dan vértigo”, explica la directiva, que también ha comparado su labor con la de las ONG, sector del que proviene, cuyo principal reto, dice que “tienen que encaminarse a ser más sostenibles, algo que si consigue la RSC de las empresas y estas incorporar en su ADN los valores sociales de las primeras”.

La siguiente pregunta durante el debate ha tenido que ver con la capacidad de las empresas de llegar allá donde no llegan los gobiernos. Para responder, la representante de Ecoembes, Beatriz Aylagas, ha citado al exsecretario general de la ONU Kofi Annan: “los negocios no pueden triunfar en sociedades que fracasan”, ha recordado la directiva, quien defiende firmemente la unión de fuerzas y la colaboración público-privada para conseguir los objetivos sociales y ambientales. Sin embargo, para el representante de Reforest, Fernando Ojeda, esa colaboración a veces es un poco problemática. “Yo planto árboles a lo salvaje, para activar la biodiversidad, no planto en lineal. También defiendo la importancia de la transhumancia para cuidar los ecosistemas. Son temas que cuando se los explicas al gobierno no los entienden, al contrario que las empresas”, se ha quejado el directivo.

Alberto Vollmer, por su parte, ha recordado otro concepto: “Pueblo Público Privado”, tres factores que, en su opinión, “deben trabajar en alianza para construir valor”. Nosotros con Alcatraz nos metimos en un ámbito que corresponde a gobierno y policía, y al principio no les gustó. Pero cuando vieron cómo bajaba la criminalidad, fue cuando pudimos empezar a colaborar”, ha recordado el CEO de Santa Teresa. Sin embargo, para el representante de Mastercard, Daniel Nieto lo importante es tanto el “con quién” comoel “para qué”, y ha recordado que una iniciativa como la Agenda 2030, aunque con objetivos muy a largo plazo, los entienden desde los gobiernos a las empresas como los ciudadanos”.

En cuanto a las acciones concretas, Cristina Álvarez de Mon, ha querido destacar el proyecto que desarrolla Scalpers en Sevilla. “Nos dimos cuenta de que, en las ciudades, donde más presencia tenemos, había gente que lo estaba pasando mal. Por eso creamos la primera tienda en la que te puedes llevar y revivir la experiencia de escoger en base a tus gustos y necesidades con la única salvedad de que te llevas las prendas de forma gratuita. Así, personas que llevan años viviendo en la calle, familias en situación de vulnerabilidad social, sin pasar por una tienda, sin poder elegir aquello que los define, puedan hacerlo”, explica, algo que ha permitido a algunos, según cuenta, aumentar sus posibilidades de encontrar un empleo. “Hay gente que se ha ido directamente a entregar un curriculum después de pasar por la tienda”, comenta la directiva.

En el caso de Ecoembes, Beatriz Aylagas ha recordado lo importante que es “identificar lo que puedes hacer y encontrar buenos compañeros de viaje para conseguirlo”. Y como ejemplo ha puesto su proyecto ‘Reciclar para cambiar vidas’. “Cuando llevamos nuestras papeleras a los centros penitenciarios tuvimos que reclutar a presos para que se ocuparan de gestionar los residuos de envases. Después, nos aliamos con Fundación La Caixa para intentar llegar a más colectivos desfavorecidos, formarles en reciclaje y mejorar su empleabilidad. Hemos dado una segunda oportunidad, reciclando, a muchas personas desde entonces”, ha explicado la directiva, quien también ha puesto en valor sus proyectos para solucionar el problema de la basuraleza, en el que han colaborado mucho los ciudadanos. Las empresas, los ayuntamientos y las ONG han sido también aliados de este movimiento ambiental”.

Alberto Vollmer, también ha querido recordar un ejemplo concreto. En su caso, el de una persona que le había escrito recientemente para darle las gracias. Se trataba de un antiguo recluso de la cárcel de Tocorón que conoció años atrás y que había pasado por el proyecto Alcatraz de Santa Teresa. “Me mandó un video trabajando como Bartender en EEUU”, cuenta Vollmer, quien dice sentirse aún más ilusionado cuando ve cómo el proyecto tiene un impacto de verdad”.

Sin embargo, como en todo, la RSC también se encuentra con problemas y frenos. Para Daniel Nieto, de Mastercard, el principal es ser capaz de construir narrativas que movilicen a toda la sociedad, es decir, poder contarlo en el idioma de los gobiernos, empresas y ciudadanos. El reto es ser capaz de explicar tu propósito de forma transversal. Para Fernando Ojeda de Reforest, esto es culpa de la “robotización humana”. “No podemos mantener esas mentalidad tan cerradas y estructuradas. Yo quiero que un corzo llegue al bosque y quiera vivir en él, no que sea un decorado de cine. Los directores de RSC se tienen que asalvajar, ponerse en la piel de aquellos que van a habitar los lugares donde quieren actuar”, ha explicado. Por su parte, Cristina Álvarez de Mon, cree que uno de los principales problemas a la hora de construir responsabilidad corporativa “es la necesidad de cuidar también la responsabilidad individual”.

El tema de cierre ha sido la conjugación de los objetivos financieros con los de RSC, Para Beatriz Aylagas, de Ecoembes, “los consejos de administración tienen que entender que no es una opción, que, si no tienes objetivos sociales y ambientales, la sociedad te expulsará, por eso hay que estar a la altura”. Es algo en lo que coincide desde Mastercard Daniel Nieto, para quien “el crecimiento empresarial debe ir en paralelo a un impacto positivo en la sociedad y el entorno”. “Cuando tenemos el objetivo de apoyar a 25 millones de mujeres emprendedoras o plantamos 100 millones de árboles en todo el mundo sabemos que si el planeta y la sociedad en general prosperan, nosotros también prosperamos”, ha sentenciado. Cerraba este último turno Alberto Vollmer, quien ha recordado que “en Latinoamérica sigue habiendo un abismo entre ricos y pobres, por lo que, si queremos estar otros 200 años, tenemos que asegurarnos que nuestra comunidad y ciudadanos crezcan con nosotros”.

Para finalizar, Belén Chiloeches, ha realizado una última pregunta a cada uno de los invitados:

A Cristina Álvarez de Mon, de Pirates for good de Scalpers, sobre la evolución de su fundación: “Desde sus comienzos la fundación ha unificado esfuerzos. Los jóvenes nos van a exigir compromiso y eso es bueno, porque nos sacan de nuestra zona de confort. Ese gusanillo te anima a seguir queriendo crecer como negocio y en equipo con la sociedad. Es una ilusión que contagia”.

A Daniel Nieto, de Mastercard, sobre la reducción de la huella de carbono: “Gracias a la tecnología damos la oportunidad a cualquier persona de conocer su huella de carbono, por ejemplo, cuando viajan a un destino. Es una herramienta importante porque esa consciencia les empodera para activar palancas para reducirla. Se trata de unificar propósito, en este caso, entre turistas, destinos y comunidades locales. Lo importante que es que, detrás de ese propósito, podamos dar la oportunidad a toda la sociedad a sumarse.”

A Fernando Ojeda, de Reforest, sobre la importancia de la responsabilidad individual: “Nuestro objetivo es unir personas a las que ofrecemos un canal, una manera de compartir propósito. En este sentido, las redes sociales tienen mucho potencial. Con ellas nos hemos convertido en una reforestadora millenial que ha conseguido transmitir su mensaje muy rápido. Solo este año, vamos a plantar otros 40.000 árboles, la misma cifra que en los cuatro años anteriores”.

A Beatriz, Aylagas, de Ecoembes, sobre los próximos retos: “Nacimos cuando no había reciclaje ni conciencia verde. Ahora nuestro reto es la circularidad. Los recursos son finitos y ese es el nuevo paradigma. La persona tiene que estar en el centro, no es suficiente con que las empresas cambien la manera de producir si el consumidor final, que es el que cierra el círculo, no cambia sus hábitos. Tienen que entenderlo y sentirse corresponsables”

A Alberto Vollmer, de Santa Teresa, sobre la importancia del negocio frente a la de cambiar vidas: “Nosotros no hacemos esto para vender más ron, sino que necesitamos vender más ron para hacer mas de esto. Hemos comprendido que el individuo solo encuentra su pasión cuando le va bien, porque es entonces cuando encuentra su propósito. Eso es lo que más me inspira, que nuestro ron consigue transformar vidas y comunidades”.