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Geopolítica: ¿Es posible un rearme rentable y sostenible?

La invasión rusa a Ucrania abre un nuevo escenario geopolítico marcado por el rearme mundial. Una nueva cultura estratégica que beneficia a las principales compañías armamentísticas en bolsa y desafía criterios tan actuales como la sostenibilidad. ¿Es ético apostar por la defensa?

La guerra –apostilló el filósofo griego Heráclito– es la madre de todas las cosas. Y, desde luego, lo es de la industria armamentística. Durante años, “las sociedades avanzadas han dejado atrás el mo- delo tradicional de defensa –proteger a los estados, sus fronteras y soberanía frente a agresiones armadas– para dedicar su fuerza a conflictos que afectaban a terceros países”, explica a Forbes Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano. En ese contexto, los recursos financieros dedicados al Ejército han ido perdiendo posiciones frente a otros gastos más necesarios. Así, si a finales de los años 80 los Estados miembros de la UE gastaron en torno a 2,5% de su Producto Interior Bruto en Defensa, hoy según los datos del Banco Mundial la cifra apenas alcanza el 1,5%.

Los acontecimientos que vivimos estos días han dado un giro drástico a estas políticas. El mayor desafío de Europa tras la Segunda Guerra Mundial trae consigo profundos cambios geopolíticos. “Ha supuesto la recuperación del concepto tradicional de amenaza”, señala la catedrática de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, Aurelia Valiño. Así que, con riesgos que van desde la guerra cibernética hasta el asalto nuclear o la invasión terrestre a la antigua, los ejércitos europeos sienten la necesidad de enfocar sus esfuerzos en un rearme en tecnología, hardware y personal a la altura de las circunstancias.

De palos de escoba pintados a inversiones millonarias

En 2014, la imagen de soldados alemanes usando palos de escoba pintados de negro en lugar de ametralladoras en un ejercicio de la OTAN mostró las deficiencias militares de la mayor potencia europea. Actualmente, la situación sigue siendo precaria. La Bundeswehr –como se conoce al ejército alemán– “está desnuda”, recordó el jefe del Ejército al comienzo de la guerra en Ucrania. Una realidad asumible en otra época, pero incomprensible en esta nueva era. Por este motivo, Alemania ha decidido asumir su importancia en la escena global internacional creando un fondo extraordinario con 100.000 millones de euros para dedicar el equivalente al 2% del PIB en los próximos ejercicios.

Un compromiso firmado por los miembros de la OTAN hace ya ocho años, pero con el que pocos han contado para dar forma a sus presupuestos. Hasta ahora. Pese a que el Papa Francisco lo considere “una locura”, cada vez son más (España, Francia, Italia, etcétera) los estados que han apostado decididamente por seguir los pasos de Alemania y abrir la chequera para garantizar la seguridad en suelo europeo. El banco de inversión Jefferies señala que si todos los miembros de la OTAN cumplen este objetivo, sus presupuestos de defensa –excluyendo a EE UU– aumentarán hasta un total de unos 400.000 millones de dólares al año.

“Esto significa que es probable que muchas empresas del sector experimenten un aumento significativo en la demanda durante los próximos meses, lo cual se traducirá en un incremento de los beneficios”, añade Joaquín Robles, analista de XTB. Lockheed Martin (el mayor contratista de defensa con sede en EE.UU), Rheinmetall (fabricante de vehículos militares, armas y municiones), BAE Systems (la mayor empresa de defensa de Europa), la francesa Thales (que desarrolla sistemas electrónicos) o la italiana Leonardo han acaparado las compras en los mercados desde que estalló el conflicto con revalorizaciones de hasta el 70% en algunos momentos. Según los cálculos de la agencia Reuters –basándose en sus múltiplos de valoración y en los márgenes de EBITDA–, las cinco empresas obtendrán casi 20.000 millones de dólares de ingresos anuales adicionales. Ético o no, lo cierto es que los inversores encuentran en estos valores la rentabilidad deseada.

La cama de la paz de Lennon, ¿deshecha?

Corrían los años 60. La pareja formada por John Lennon y Yoko Ono se propuso mostrar al mundo su repulsa contra la guerra de Vietnam encamándose en la Suite Presidencial del Hotel Hilton de Amsterdam. La ‘cama de la paz’ fue el símbolo de un movimiento antibelicista global que fomentó el interés por la inversión sostenible. Incluso millones de estudiantes exigieron que las carteras de inversión de sus universidades dejasen de invertir en empresas militares.

Pero, ¿y si el colmo de la sostenibilidad fuera invertir en empresas que fabrican armas? Al fin y al cabo, ¿no ayudan a preservar los valores de las democracias liberales, la paz y la estabilidad mundial? Es lo que han defendido dos analistas de Citi en el periódico The New York Times recientemente. Un giro de guión que se suma al cambio de criterio del grupo financiero sueco SEB. Desde el uno de abril, permite que algunos de sus fondos compren acciones de fabricantes de armas y empresas de defensa, invirtiendo así una posición que adoptó hace apenas un año como parte de su compromiso con la inversión basada en principios ESG. “A pesar de que no hemos visto que más entidades hayan seguido estos pasos, podríamos esperar que alguna entidad ‘relajase’ sus política de armamento en relación al sector de defensa”, comenta Jesús López Navarro, de la consultora AFI.

Incluso, las propuestas de la UE del año pasado para etiquetar a la industria de defensa como socialmente perjudicial parecen haber sido desechadas en el último informe publicado por la Plataforma de las Finanzas Sostenibles. “El etiquetado tendría efectos muy perjudiciales. Excluiría a estas compañías de la financiación privada y darían ventaja a terceros con acceso a fondos públicos y privados fuera de Europa sin limitaciones”, apunta el investigador del Real Instituto ElCano. No obstante, el informe es solo el primer paso en un largo proceso para elaborar lo que se conoce como taxonomía social. Por eso, desde el sector, insisten. “Resulta fundamental promover y facilitar el acceso a la financiación privada ya que lo que está en juego no es otra cosa que la seguridad de los europeos”, explica la Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio.

Si el pobre Lennon levantara la cabeza…

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