Parece que el estereotipo de que la ciencia y la tecnología son cosa de hombres sigue todavía siendo más real de lo que nos gustaría. Para ello sólo hay que echar un ojo a los datos de acceso de las mujeres a carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Según Eurostat, sólo el 25% de las matrículas en alguna rama de ingeniería de las universidades las firman mujeres, un porcentaje que se reduce drásticamente en disciplinas tecnológicas.
Con estos datos sobre la mesa, FORBES reunía el pasado 14 de marzo en el hotel URSO de Madrid a un grupo de mujeres que no sólo trabajan en el sector tecnológico, sino que además desarrollan funciones ejecutivas en una de las mayores empresas del sector, Kyndryl, que desde que se escindiera de IBM hace apenas cuatro meses, mantiene una clara apuesta por la diversidad, la inclusión y la igualdad de género. Con ellas reflexionamos sobre el papel que juegan en estos momentos las mujeres en el mundo tecnológico y los principales retos a los que hay que hacer frente para conseguir la equidad real en el futuro. Un debate moderado por la directora de Forbes W, Paloma Leyra, en el que han participado Violeta Fabé, directora de desarrollo de negocio y líder del comité de diversidad para el colectivo LGTBI+ de Kyndryl; Beatriz Trueba, senior partner; Lucrecia Llorens, directora de RRHH; Eva María Muñoz, account governance leader y líder del comité de diversidad para el colectivo discapacidad; María Lafranke, senior partner; y Verónica Moreno, directora en ITnow y líder del comité de diversidad para el colectivo mujer de Kyndryl.
Pese a su reciente nacimiento, Kyndryl cuenta con una cartera de 4.000 clientes en el mundo —entre ellos el 45% de las empresas del IBEX35— y unos ingresos de unos 19.000 millones de dólares anuales, lo que la convierte en la start up más grande del mundo. Esto le permite aprovechar un legado centenario, pero también adaptarse con facilidad e incluso anticiparse a los nuevos tiempos.
Ese ha sido el punto de partida con el que Paloma Leyra ha iniciado el debate y ante el que María Lafranke, senior partner de Kyndryl, ha afirmado que con la compañía nace «un unicornio ya bastante grande, con presencia en 100 países y líder en el sector de la gestión de infraestructuras tecnológicas». Esto les permite poner el foco en «cambiar la manera de hacer las cosas y en convertirse —como dice su eslogan— en el corazón del progreso». «Soy informática de carrera y empecé en los niveles más bajos, desarrollando y programando, y he llegado hasta el nivel ejecutivo, un ejemplo claro de la apuesta de la empresa por el desarrollo de las mujeres», ha apuntado Lafranke sobre su trayectoria profesional en la compañía.
Un caso parecido es el de Beatriz Trueba, senior partner. «Cuando entré en IBM la presidenta ya era una mujer, así que ahora en Kyndryl la inclusión y la diversidad la vivimos como algo totalmente normal». Coincide en esto Violeta Fabé, directora de desarrollo de negocio y líder del comité de diversidad para el colectivo LGTBI+ de Kyndryl. “Aunque somos una empresa joven, tenemos un legado de 107 años de historia, por lo que no empezamos de cero”, explica Fabé, quien reconoce además que es una materia en la que otros países nos llevan ventaja porque “han sabido entender desde hace tiempo que la diversidad es productiva y que la creación de espacios seguros para todos atrae un talento oculto que puede ayudar mucho a conseguir los objetivos empresariales”.
Para Lucrecia Llorens, responsable de RRHH en la compañía, Kyndryl mantiene esta cultura acumulada, pero también quiere “ir un paso más allá y centrar esfuerzos en temas como la equidad, consiguiendo que todos tengan las mismas oportunidades”. Lo que no quiere decir que pierdan de vista otros temas como la discapacidad, asunto que en la empresa lidera Eva María Muñoz, para quien este colectivo también es “un gran foco de talento oculto aún por descubrir”.
Pero el principal factor de desigualdad en el sector tecnológico sigue siendo claramente la falta de interés por parte de las mujeres en las carreras STEM. Lo que puede suponer, en palabras de Verónica Moreno, directora en ITnow y líder del comité de mujer de Kyndryl, una importante desventaja competitiva de cara a un futuro en el que “todas las profesiones serán híbridas y requerirán de conocimientos tecnológicos”. Por eso, asegura, “es importante que las mujeres participen de esa evolución haciéndoles ver a las nuevas generaciones que detrás de productos tan extendidos como Netflix, Twitter o TikTok lo que hay es mucha tecnología”.
“Necesitamos que las niñas tengan referencias, que las patentes sean sexys”, bromeaba Violeta Fabé, para quien sería muy útil que “existieran mujeres influencers también en el ámbito de la ciencia y la tecnología” que hicieran ese papel inspirador. Es algo en lo que coincide también Beatriz Trueba, que considera vital “concienciar a las chicas de que si no entran en el mundo tecnológico se pueden quedar fuera de muchas cosas”. Tarea que para Lucrecia Llorens debería empezar incluso “antes del bachillerato, cuando son niñas”. Sólo de esa manera se podrá conseguir, como ha explicado Eva María Muñoz, que esas niñas “quieran jugar también a ser ingenieras”.
Menos consenso ha habido durante esta edición de FORBES Talks en cuanto al concepto de liderazgo femenino. Y es que para María Lafranke no es una habilidad basada en el género. “Durante mi trayectoria he encontrado estilos de liderazgo distintos en hombres y en mujeres indistintamente”, asegura. Una visión parecida a la de Llorens, para quien dentro de un equipo “puedes encontrar sin problema hombres empáticos y mujeres valientes”, algo que rompería con los tradicionales estereotipos de género. Sin embargo, para Violeta Fabé “no tiene por qué ser un tabú hablar de cualidades innatas femeninas como la empatía, siempre y cuando no se caiga en estereotipos que se puedan perpetuar”.
En cuanto a la conciliación, Beatriz Trueba cuenta su caso. “Fui madre el año pasado y justo a la vuelta me nombraron ejecutiva”, por lo que considera que en Kyndryl ese problema no existe. Todas han coincidido en que esa es la verdadera igualdad, la de dar la posibilidad de elegir, tanto a hombres como mujeres, el rol que quieren cumplir en la empresa. Algo en lo que también tiene un importante papel la tecnología que, como ha explicado Eva María Muñoz, “tiene una capacidad inmensa de eliminar todo tipo de barreras”.
Cómo conclusión final, las participantes han reflexionado sobre la importancia de incrementar el papel de la mujer en el desarrollo y construcción de nuevas tecnologías para evitar que esos avances no tengan en cuenta al 50% de la población. En este sentido, el ejemplo más claro es el de la automatización. “Si los autómatas se programan únicamente por hombres, podría darse el riesgo de que no fueran fieles a la realidad de toda la sociedad”, ha explicado Lafranke. Y en este sentido, Fabé ha puesto un ejemplo muy claro. “Según un estudio del Instituto de Biomecánica de Valencia, en los accidentes de tráfico las mujeres tienen un 47% más de probabilidades que un hombre de sufrir lesiones graves y un 17% más de morir», algo que este estudio atribuye a que los diseños no han tenido en cuenta referencias femeninas a la hora de diseñar los sistemas de seguridad.