Hay varios factores que pueden ocasionar el fracaso de un proyecto de metaverso, como la irresponsabilidad de emprender en el entorno digital sin una idea clara de lo que implica y los presupuestos asociados, advierten Román Iglesias y Ale Gómez-L, fundadores de Murph, consultora digital especializada en el sector moda y lifestyle. Su compromiso con la innovación y la creatividad les ha
llevado a lanzar Ruido, una colección de moda digital offchain (fuera del blockchain), disponible en DressX, con diseñadores como Unicore desde Italia, 404 Studio, que ha desfilado en la Madrid Fashion Week; Nimph, una marca de upcycling de Barcelona; y Sergio González y Adri Besada, dos diseñadores digitales.

Desde su experiencia, Murph aconseja “empezar por barrer la casa a nivel digital, entender tu estrategia y conocer a tu audiencia”. Después de “mantener conversaciones con figuras clave de la industria para entender cuál puede ser el papel de la moda y el lifestyle en el metaverso”, Iglesias y Gómez-L concluyen que estamos aún en una etapa de introspección y aprendizaje, pero que existen “ganas de saber más y formar parte de ello por parte de los consumidores”.

La primera pregunta que hay que responderse antes de arrancar un proyecto en el metaverso es “si es algo que necesitas”. Como pasos siguientes, es importante contar con un modelo de negocio que permita su implementación y localizar la curva de adopción de la tecnología.

También es necesario conocer las carencias: “La asignatura pendiente de la portabilidad entre entornos [¿podré llevarme mi finca de Decentraland a Meta?], o una falta de concreción del público objetivo, sobre todo si el entorno no es tuyo”. Además, hay que considerar otros dos aspectos: “La cantidad de contenido que necesita el proyecto, ya sea gamificable o no, y comprender el concepto de propiedad en un entorno descentralizado, que es el que le aporta la comunidad”. Gracias a la trazabilidad de la propiedad que otorgan los smart contracts, –emprender es seguro en términos IP–, es importante saber que el poder lo tiene el consumidor, el poder lo tiene la comunidad”.

Como conclusión, cuentan desde Murph, éste es quizás un buen momento para que las marcas y perfiles emergentes se planteen la entrada a entornos digitales. Las barreras de entrada son cada vez menores, y estos entornos se están diversificando con inversiones más controladas y de riesgo más limitado.