El dineral que hay en juego es fabuloso, aunque sólo tengamos acceso, por el momento, a cifras tentativas sobre el coste de los billetes. Musk ha dicho que el precio por persona de un viaje que permita dar la vuelta a luna, el mismo que espera realizar con dos pasajeros en 2018, ascenderá en torno a los 35 millones de dólares. No es un número tan apabullante si tenemos en cuenta que, hasta hace pocos años, el precio hipotético de ese viaje, que se extendería durante varias semanas, se había estimado en 100 millones. Hay miles de personas en todo el mundo capaces de pagar esas cantidades y no arruinarse por el camino.
Los tres grandes desafíos del turismo espacial son, por supuesto, el precio de los billetes, la seguridad y el coste de los viajes. Sin eso, nunca se convertirá en un fenómeno realmente turístico, es decir, masivo.
A corto plazo, todo apunta a que los billetes seguirán siendo prohibitivos. Lo más parecido a un low-cost sería el objetivo de Virgin Galactic de situar el precio del ticket en unos 250.000 dólares, aunque existen estimaciones que apuntan a 50.000 dólares a medio plazo y algunos expertos, como el legendario astronauta de la NASA Don Thomas, esperan que en diez años no sólo sean accesibles para el famoso uno por ciento de la sociedad.
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La cuestión de la seguridad es espinosa. Como recuerda el experto de la Universidad de Eslovenia, Janez Mekinc, en un análisis reciente, es muy difícil saber qué requisitos de seguridad debe cumplir una aeronave turística, porque apenas existen precedentes. La Enterprise, la nave de Virgin Galactic, se estrelló en 2014 en el desierto del Mojave mientras estaba en pruebas. Para entonces, ya había vendido 700 billetes.
Por último, los elevadísimos costes que deberían asumir las compañías todavía están disparados. Por ejemplo, el Dragon 2, la aeronave con la que Musk transportaría a dos personas el año que viene a la luna en un viaje de ida y vuelta, debería contar con la propulsión de un cohete Falcon 9 Heavy cuyo mero lanzamiento ya cuesta 90 millones de dólares. En otras palabras, si Musk lleva a sólo dos pasajeros el año que viene y éstos pagan 35 millones de dólares cada uno, el empresario cosecharía una publicidad gratuita fabulosa pero no tendría ni para financiar el lanzamiento.