A pesar de la progresiva recuperación de las tasas de empleo de los últimos meses, existen dificultades estructurales que afectan, y afectarán, al mercado laboral nacional, y que debemos atajar a tiempo para evitar problemas en el futuro. En este sentido, llama la atención el desequilibrio entre las necesidades de las empresas y la formación de los profesionales en España. Las organizaciones buscan perfiles determinados, pero no encuentran suficientes candidatos que cumplan con sus requisitos. A este problema lo denominamos ‘déficit de talento’, y España será uno de los países europeos con un déficit más pronunciado de aquí a 2025.
Un reciente informe elaborado por Cedefop indica que entre el 50% y el 66% de las empresas en Europa (dependiendo del sector productivo) tienen dificultades para encontrar profesionales adecuados, principalmente debido a que las ofertas no resultan suficientemente atractivas para los candidatos. El resto de las empresas sí que se enfrenta a un problema genuino de déficit de talento, que además puede verse agravado con el paso del tiempo.
El origen de las oportunidades futuras de empleo es doble. Son la suma de las vacantes derivadas de nuevos puestos creados –fruto del crecimiento económico y la expansión de la demanda– y de las oportunidades vinculadas a la necesidad de reemplazar trabajadores que se mueven a otros empleos o abandonan el mercado de trabajo (por ejemplo, por jubilaciones).
De esta manera, las proyecciones realizadas por Cedefop respecto a las competencias futuras del mercado de trabajo español reflejan que, hasta 2025, sólo los perfiles profesionales de cualificación media y alta verán crecer las oportunidades laborales como consecuencia del aumento de la demanda. Entre los perfiles menos cualificados, por su parte, se destruirá empleo neto por la reducción de la demanda. Para este escalón inferior de la pirámide formativa de los trabajadores, las únicas oportunidades de encontrar empleo estarán vinculadas al reemplazo de otros profesionales.
Cuando se analiza qué tipo de perfiles son los más vinculados al ‘déficit de talento’, se detectan algunos patrones. En esta línea, los perfiles de mayor cualificación, denominados STEM (siglas inglesas asociadas a Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), verán crecer la demanda del mercado a ritmos del 10% anual de aquí a 2025. Sin embargo, el ritmo de generación de titulados en dichas disciplinas en España no puede, a día de hoy, cubrir dicha demanda.
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En segundo lugar, el peso de los trabajadores con Formación Profesional (grado medio o superior) en el conjunto del mercado laboral español es llamativamente bajo en comparación con la media de los principales países europeos. Esto impide el desarrollo de algunos sectores, como industria, donde faltará mano de obra especializada.
Además, el progreso tecnológico genera la necesidad de profesionales con especializaciones no existentes en el pasado, lo que produce cuellos de botella en el mercado laboral. Como ejemplos pueden citarse especialistas cualificados en seguridad informática y cloud computing, o en sectores relacionados con la sostenibilidad y el medio ambiente, como profesionales de tecnologías híbridas en el sector automovilístico.
En cuanto a la estructura formativa de la mano de obra, se debe tener en cuenta que el 75% de las oportunidades laborales que surjan en España en la próxima década irán dirigidas a perfiles medios y altos. Por ello, se prevé un profundo desajuste si no se adoptan las medidas adecuadas.
El tejido productivo español contará en los próximos años con el potencial para ser generador de un volumen importante de oportunidades laborales, pero puede no ser capaz de satisfacer de manera efectiva dicha necesidad de trabajadores con los desempleados, debido a la fractura entre la cualificación de los mismos y los requerimientos de los puestos. Resolver este problema requerirá de ambiciosas políticas de recualificación de los citados desempleados para poder hacer frente a las futuras necesidades empresariales.
VALENTÍN BOTE es director de Randstad Research