1. Encontrar lo que funciona mejor para tu negocio. Compararse a otros negocios con el fin de homogeneizar a todos simplemente por el hecho de ser empresas es un absurdo. Un correcto estudio previo se basa en cuestiones como cuál es el propósito de la compañía, qué organización es la que nos hace funcionar o qué representa nuestra marca que marque la diferencia respecto a otras del mismo sector. A medida que se avanza en la comprensión del propio negocio se ahonda en un mejor rendimiento del mismo.
2. Conseguir que los empleados se sientan como en su casa. A fin de cuentas, los trabajadores son los que levantan día a día el producto o servicio en que se sustenta la empresa. Cada negocio tiene que encontrar lo que demuestra su autenticidad, y transmitir la misión y los valores al equipo.
3. Ser un ejemplo para los empleados de toda la cadena de trabajo. El flujo de información y una relación fluida entre todos los estratos de la jerarquía de una empresa puede suponer la gran diferencia entre la aceptación y el rechazo del equipo de trabajo. Siempre que puedas, adopta en tu cultura empresarial un sistema de valoración y recompensa a los empleados, un espacio abierto para la crítica constructiva y la expresión y un lugar donde los egos se aparquen para dar mayor relevancia al “nosotros”.
4. Cuidar la autenticidad y la sinceridad en el seno de la empresa. Una cultura empresarial no es realmente efectiva, por más que haya funcionado para otros, si no se adapta al sello personal de una compañía concreta. La conexión humana se ve beneficiada si entiende que toda la estructura de la empresa y el trabajo que se desempeña tiene un sentido y una coherencia de todas sus partes.
5. Situar la transparencia por encima de todo. Desde la situación que se atraviesa en cada momento hasta la visión de futuro, dejar la información en manos del equipo funciona asombrosamente bien. La comunicación es un factor clave de este punto: si se está decidido a ser realmente transparente, se debe aceptar que las personas que trabajan en la compañía hagan preguntas complejas, y saber responderlas de la manera más concreta posible.
6. Fomentar la confianza y el empoderamiento. Una disposición a hablar abiertamente acerca de los errores, evitando la culpa y los ataques personales, genera un clima de libertad y asegura el aprendizaje de las malas experiencias para que el futuro siga siempre una línea ascendente. Además, la empatía es un valor que genera satisfacción en todas las personas, y la satisfacción del equipo es un buen punto de partida para mejorar el rendimiento de la empresa.