Este 1 de junio ha entrado en vigor la nueva factura de la luz, que establece tres tramos de precio en función del horario de consumo. Así, el horario punta, y por tanto más caro, es de 10.00 a 14.00 y de 18.00 a 22.00 de lunes a viernes no festivos. El tramo llano va de 08.00 a 10.00, de 14.00 a 18.00 y de 22.00 a 00.00 de lunes a viernes; y el tramo valle es de 00.00 a 08.00 y durante los sábados, domingos y festivos, momentos en los que la electricidad es más barata. Los consumidores no tendrán que hacer nada, ya que este nuevo peaje se aplicará de forma automática en la siguiente factura de la luz.
Este nuevo sistema puede afectar relativamente poco a las personas que salen de casa a primera hora de la mañana para trabajar o estudiar fuera y vuelven por la noche, porque tienen la opción de decidir si prefieren esperar al fin del horario punta para hacerse la cena, planchar o poner la lavadora o madrugar para hacerlo al día siguiente. Sin embargo, las personas que trabajan desde casa lo tienen más complicado a la hora de elegir, puesto que la franja más cara coincide con el horario laboral tradicional. Esto supone que, además del gasto del equipo informático y la luz artificial que normalmente se necesitan para trabajar, tendrán que soportar el incremento de coste que suponen otras cuestiones colaterales como el aire acondicionado en verano o la calefacción en invierno.
¿Oportunidad para el autoconsumo?
Para aquellos que tengan instaladas soluciones energéticas de autoconsumo, esto puede suponer una oportunidad, ya que como explica Gabriel Nebreda, director de EDP Solar, “este nuevo modelo de factura promoverá consumos más eficientes, ahorros y bonificará el autoconsumo sin necesidad de modificar los hábitos. El hecho de que el componente variable de la energía tenga un peso del 70% de la factura eléctrica manda una señal positiva a los consumidores respecto a su capacidad de controlar su factura eléctrica”.
Nebreda reconoce que “habrá un crecimiento en la demanda de energía en casa de los teletrabajadores” y que por eso “la nueva factura de la luz, cuyo período horario de medio día es el más caro, supondrá un aumento medio del 5% en la factura eléctrica”. Sin embargo, como el tramo más caro coincide con las horas de mayor producción solar, la nueva tarifa permitirá que el consumidor “pueda ahorrar en su factura de la luz a través de soluciones como el autoconsumo fotovoltaico”, ya que “todo el consumo eléctrico que se desplace a las horas de sol saldría ‘gratis’ con una instalación de autoconsumo solar”.
Nocturnidad y alevosía
Para los que no tengan este tipo de instalaciones, la opción que les queda es trasladar el consumo de todo lo que no sea imprescindible a las horas más baratas, que son la noche y los fines de semana. Esto supondría ajustar algunos hábitos, como poner la lavadora y el lavavajillas o planchar ya de madrugada o a primerísima hora de la mañana. Esperemos que, en aras de una buena convivencia vecinal, el aspirador se pase sólo los fines de semana.
Para Pablo Rodríguez Bustamante, socio de la consultora medioambiental GEOCyL, “las nuevas tarifas no afectan favorablemente al teletrabajo”, ya que “los precios de la luz más bajos se establecen por la noche, fuera del horario laboral, fruto de la escasa demanda que existe a estas horas. El problema de la energía es que es complejo y caro de almacenar, por lo que influye mucho la oferta y la demanda a la hora de establecer su precio en tiempo real”.
La solución que propone Rodríguez “en términos de consumo asociados al trabajo, quizá sea madrugar más para la actividad laboral, antes de las 10 de la mañana, y modificar el horario para la comida para trabajar entre las 14 y las 18h, cuando la electricidad es más económica. Y, cómo no, los fines de semana”. Mención aparte merece la climatización, destaca, porque “calentar en invierno y enfriar en verano el lugar de trabajo no es precisamente barato. Más aún si se trata de radiadores eléctricos y calefacción o aire acondicionado por conductos. Lo mismo ocurre con los termos eléctricos para agua caliente”.
Opciones de ahorro
Gabriel Nebreda recuerda que “los electrodomésticos son grandes consumidores de energía en nuestras viviendas” a los que “podemos atribuir más de la mitad de nuestro consumo eléctrico”. Sin ir más lejos, “la nevera es uno de los que más consume pero hay otros, así que lo importante es tener electrodomésticos con una etiqueta energética lo más alta posible”. En el caso del aire acondicionado, “que en los próximos meses va a ser algo habitual en muchos hogares en las horas centrales del día, en las que las temperaturas son más altas y los costes más elevados, el ahorro en la factura con los nuevos costes del kWh consumido oscilaría entre los 45 y los 125 euros, dependiendo de lo eficiente que sea el aparato de aire acondicionado”.
Otras medidas que podemos adoptar para evitar gastar electricidad en horas punta son, según Pablo Rodríguez, “adaptar el horario de uso de los electrodomésticos que no requieran un consumo instantáneo, como el microondas o la TV, a los momentos establecidos para las tarifas más económicas”, para lo cual es fundamental la planificación. Sin embargo, hay electrodomésticos, como la nevera, que está permanentemente encendida las 24 horas del día.
De hecho, algunos de ellos gastan electricidad por el mero hecho de estar conectados a la corriente, como los ordenadores de mesa, que consumen 2,8 vatios a la hora apagados y 21,1 vatios en modo suspensión. Los portátiles también, con 8,9 y 15,7 vatios, respectivamente, si se dejan conectados. Otros aparatos, como el cargador del móvil, la cafetera, la televisión o las consolas de videojuegos también gastan aunque sea poco, así que sería deseable asegurarnos de que están desenchufados del todo cuando no los utilizamos.
Tal vez la pregunta que debamos formularnos no es cuándo resulta más barato consumir electricidad, sino qué podemos hacer para consumir menos. Puede que así evitemos poner lavadoras de madrugada que generen problemas de convivencia y discusiones entre vecinos que, aunque consumen energía, no gastan electricidad. Las soluciones pasarían por acciones tan cotidianas como mejorar el aislamiento de las viviendas, adquirir electrodomésticos y bombillas más eficientes, utilizar fuentes de energía renovables de forma complementaria o reducir el “consumo fantasma” de los aparatos apagados pero enchufados a la red.