Si tienes veinte años y ya has empezado a ahorrar, estás por delante de una gran parte de tu generación. Una encuesta de la Federación de Consumidores de Estados Unidos mostró que sólo el 56% de los adultos entre 18 y 34 años ahorra al menos 5% de sus ingresos; mientras que solo un 17% de los millennials siente que está ahorrando lo suficiente para su jubilación. Es más, con un mínimo ahorro cualquier joven está en mejor posición que casi una tercera parte de los estadounidenses: el estudio señaló que el 29% no tiene ahorros de emergencia.
Pero si eres parte de ese 29%, no es tarde para cambiar de estrategia. Pese a los múltiples gastos cotidianos, cada euro suma, y es mejor planificar los gastos en función a tus ingresos y dejar un pequeño margen de ahorro cada mes y formar un colchón de emergencia. Así, será mucho más fácil recuperarte de los efectos financieros de cualquier imprevisto. Y esta previsión no implica que no te fijes objetivos “lo suficientemente altos”, sino que estás evitando gastar tu dinero en elevadísimos intereses.
Además de ir sumando ceros a tu cuenta cada mes, una de las mejores opciones para rentabilizar tu dinero son los fondos de inversión, recomendablemente aquellos con un riesgo bajo que no perjudique tus ahorros—recuerda que hay rendimientos muy interesantes si te comprometes a no tocar el dinero en el largo plazo, nada difícil cuando se trata de ahorrar. Ésta es la razón por la cual resulta tan importante comenzar a ahorrar e invertir a los veinte: cuanto más tiempo tenga tu dinero para crecer, más ganarás.
En definitiva, organizar tus presupuestos no tiene por qué implicar privaciones y ni renuncias a la vida ociosa y relajada propia de la juventud; sólo se trata de elegir entre varias opciones estratégicas aquellas que hagan tu gasto mensual inferior a tu ingreso mensual. Estas decisiones pueden reportarte una gran libertad financiera en el futuro.