Después de ocho años seguimos intentando dejar atrás la crisis. Hay quienes piensan que la figura de los bancos centrales ha sido esencial. ¿Cuál es su opinión sobre la respuesta monetaria de los países desarrollados?
Lo único que se ha hecho con las políticas de expansión monetaria ha sido prolongar el problema. Solo hemos comprado tiempo con las medidas adoptadas y, sin embargo, no hemos encontrado una solución. Con lo que nos encontramos estos días es, además, con una política de tipos de interés cero que con el tiempo aumentará la inflación, y con ello entraremos de nuevo en una espiral negativa.
Entonces, ¿qué cree usted que debería hacerse?
Lo que se debería haber hecho desde el principio es no haber rescatado ni a Grecia, ni a ningún otro país. Además, las reformas estructurales que debían haberse puesto en marcha no se han realizado con la profundidad que era necesaria. Si miras a Grecia y pensamos en las reformas que se deberían haber abordado vemos que, en realidad, no se ha hecho nada. Se ha tocado un poco aquí, un poco allá, pero lo cierto es que la situación del país sigue siendo la misma. Lo único que hicimos fue salvar los activos de los bancos con estos rescates. El dinero que pusieron los ciudadanos europeos no ha servido para que llegue a los griegos, sino que solo ha servido para salvar los bancos alemanes y franceses.
Lo que usted dice choca un poco con la visión de algunos políticos y algunos economistas como Paul Krugman, por ejemplo, que apuntan que el problema de Europa no es otro que las políticas de austeridad.
Eso es un mito. Grecia no está en esta situación por ahorrar; definitivamente no. De hecho ahora están gastando más que nunca. Y ocurre lo mismo en otros países. Es, justo por eso, por lo que no se puede hablar de medidas de austeridad. Si miramos los presupuestos de países como Austria, Alemania, Suecia, Francia o Italia vemos que sus gobiernos no han ahorrado en las partidas en las que lo deberían haber hecho: seguridad social, salud, educación; se trata de temas en los que se puede sustituir gasto público por inversiones privadas. En realidad los gobiernos han recortado en cultura, deporte u otras partidas de ese estilo, pero eso es lo mínimo. Hay que tener en cuenta que en la mayor parte de los países occidentales dos tercios del presupuesto van al estado del bienestar, las pensiones o la sanidad.
¿Entonces usted cree que deberíamos recortar ahí?
Exactamente; debemos hacerlo. En Europa hemos llegado a una situación en la que los ciudadanos damos nuestro dinero para que el Estado se encargue de todo dejando a un lado al individuo. Creemos que el Estado debe encargarse de nuestras guarderías, colegios, de nuestra salud… Y esa no es la forma en la que la sociedad debería funcionar. Debemos volver a un punto en el que los individuos sean responsables de sus propias decisiones.
En su opinión, ¿cuáles son las medidas fiscales y estructurales que se deberían implementar?
En primer lugar, la competencia fiscal. Debemos permitir que los estados compitan a través de los impuestos. En este sentido, creo que Suiza tiene un modelo muy apropiado y no solo deberíamos apoyarlo, sino que deberíamos seguirlo a nivel europeo. Nuestros países deberían competir por el mejor modelo fiscal y creo que cuanto más bajos sean los impuestos, mejor. Ocurre que cuanto más reducido sea un tipo impositivo, más altos serán los ingresos de los Estados porque más gente querrá vivir en nuestros países y, eventualmente, pagarán sus impuestos. Por otro lado, tenemos que hablar también de los Estados. ¿Tienen que invertir en infraestructuras? ¿Tienen que encargarse de nuestras pensiones? También podemos seguir el modelo chileno, que está funcionando perfectamente bien en otros 40 países y podría servir también para Europa. Pero todas éstas son decisiones políticas que deben ser implementadas por gente valiente porque a veces duelen. De hecho, no van a ser positivas para todo el mundo y desafortunadamente algunas personas se van a quedar atrás.
Además de reducir impuestos, ¿qué otras medidas pondría en marcha?
Creo que los paraísos fiscales son una muy buena idea; todos los países deberían ser un paraíso fiscal. De esa forma se atraerían inversores y se crearía riqueza para todos. Si los países compitieran en este terreno también estaríamos ante una muy buena solución.
Europa es uno de las zonas más envejecidas del mundo, y de aquí a 20 años la factura del estado del bienestar (salud, pensiones…) va a crecer constantemente…
Sí, y no nos lo podemos permitir. Esa es la razón por la que deberíamos recortar y no dar lugar a que sigan aumentando nuestros niveles de endeudamiento.