Un Trump inquieto trató repetidamente de interrumpir mientras buscaba el camino a través de sus propias respuestas, pero tuvo problemas en ambos casos. Trump podría decirse que tuvo sus mejores momentos en la sección de apertura del debate, que tiende a ser su porción de mayor audiencia. Sacando su discurso de campaña, que evocaba una imagen de un EE.UU. arruinado, burlado por sus interlocutores comerciales y acosado por sus propias empresas.
En su segunda respuesta, explicó sus diferentes enfoques a la economía como producto de sus “diferentes perspectivas”. Mientras que Clinton se crió en una familia de clase media, Trump se inició en el negocio de bienes gracias a 14 millones de dólares en préstamos del padre.
Ella tejió una respuesta sobre el progreso económico, recordando que Trump ayudó al colapso de la vivienda, como una oportunidad para obtener algún beneficio. Y Trump intervino: “Eso se llama negocio, por cierto”. Él desplegaba interrupción tras interrupción como cuando Clinton habló de los impuestos de Trump: “Tal vez él no quiere que el pueblo estadounidense, todos ustedes, sepa que él no paga nada en impuestos federales”. Trump, aparentemente confirmando estas palabras, soltó: “Eso me hace inteligente”.
La noche iba empeorando para Trump. Después de que Clinton desgranara un resumen de sus planes para la reforma de la justicia penal, Trump ofreció su propia versión, que se reducía a la reactivación de la metodología del Departamento de Policía de Nueva York. Con la promesa de restablecer el orden público, pintando una vez más una visión distópica del centro de las ciudades americanas como zonas de guerra, señaló que conoce lo que ahí sucede porque visita estos lugares, mientras que Clinton “decidía quedarse en casa”. Clinton intervino: “Creo que Donald me critica en la preparación de este debate. Y, sí, lo hice. Y, ¿sabes para qué más me preparo? Me estoy preparando para ser presidente. Y creo que eso es una buena cosa”, lo que provocó una ronda de aplausos de la multitud, que había recibido instrucciones de permanecer en silencio.
Más adelante en el debate, el candidato republicano afirmó que ha “desarrollado muy, muy buenas relaciones con la comunidad afroamericana”. Los sondeos no son compatibles con las declaraciones, con los apoyos computados en un solo dígito. Pero la campaña de Clinton, asimismo, tiene preocupaciones demográficas contando con una baja participación en estados clave como Florida y Carolina del Norte.
A Trump no le fue mucho mejor cuando el tema se volvió hacia la mujer, con el que Clinton goza de una ventaja desproporcionada. Al pedirle que explicara lo que quería decir cuando comentó recientemente que Clinton no tiene una “mirada presidencial”, Trump aseguró que se refería a su resistencia, a la que llamó deficiente. Es una crítica familiar de Trump, que utilizó por primera vez contra el ex gobernador de Florida, Jeb Bush en las primarias.
Trump no tenía una respuesta preparada, mencionando que había dirigido algunos de sus comentarios más duros acerca de las mujeres hacia Rosie O’Donnell, “y creo que todo el mundo estaría de acuerdo en que se lo merece y nadie siente pena por ella”. Se quejó de que Clinton ha “gastado cientos de millones de dólares en anuncios negativos sobre mí, muchos de los cuales son absolutamente falsos. Son falsos. Y son malas interpretaciones. Y te diré esto, Lester: No es agradable. Y no me lo merezco”. Era como si después de ser maltratado durante la mayor parte de los 90 minutos, Trump estuviera pidiendo un respiro.