*Frédéric Mazzella, fundador y CEO de BlaBlaCar

Esta revolución mundial, posible gracias a las bases de datos, a los motores de búsqueda y a la conectividad, ha comenzado. Es la que permite a la humanidad liberarse de los límites del pasado. Empezamos a hacer lo que mejor sabemos: colaborar y compartir a una escala sin precedentes; un alto potencial para compartir está desbloqueado en un nivel completamente nuevo, creando valor para todos.

Gracias a las plataformas que conectan a personas y permiten la creación de confianza online, los individuos tienen el poder de compartir bienes, conocimiento, dinero, habilidades, contenido, etc. Se ha recuperado la capacidad de contribuir directamente a la sociedad y a la economía, pero a una escala global, redefiniendo las relaciones entre los actores económicos y sociales. Estamos en el inicio de una nueva era, la era de compartir, que impacta en todas las dimensiones de nuestras relaciones.

Compartir los bienes

El acceso a los bienes de otros se traduce en un cambio significativo del comportamiento: la gente comienza a priorizar el uso sobre la propiedad, evitando las limitaciones financieras y prácticas del poseer. Las personas comparten el uso de un bien en lugar de ser dueños del mismo. Coches y casas son buenos ejemplos, con plataformas peer-to-peer para compartir coche, viajes, intercambiar casas y alquileres.

Compartir conocimiento

Wikipedia o las plataformas de formación online democratizan el acceso al conocimiento en el mundo, proporcionando el acceso a los mejores profesores de nuestro tiempo a cualquier persona, en cualquier lugar y en cualquier momento. Ahora el contenido puede ser creado de forma colaborativa y el conocimiento puede ser compartido sin límites. El acceso a la educación será universal.

Compartir dinero

A través del crowdfunding y del crowdlending, emprendedores, artistas, estudiantes o cualquiera con una idea, ya sea en un país desarrollado o en vías de desarrollo, pueden ser financiados a través de inversiones, préstamos o donativos de individuos que encuentran atractivos sus proyectos. Aquellos que así lo quieran tienen la oportunidad de ser parte de un proyecto que apoyan y sobre el que tendrán un impacto. Comparten dinero, pero también una experiencia que da sentido a su inversión.

Compartir tiempo y habilidades

Ahora cualquier persona tiene la posibilidad de compartir su tiempo y habilidades con otros, en su vecindario y más allá, gracias a plataformas como Upwork, TaskRabbit, Hopwork o Thumbtack. Sin importar su edad o experiencia, los individuos pueden compartir su tiempo y su talento.

Compartir contenido

La distribución de contenido personal y con licencia también ha supuesto una revolución. ¿Para qué comprar una película y ponerla en un estante si puedes acceder a ella desde la nube en cualquier momento y en cualquier lugar? Gracias al éxito de Netflix, Spotify y Deezer, el acceso está triunfando sobre la propiedad a tal escala que está redefiniendo las industrias. El contenido personal se comparte a través de Instagram, Facebook, LinkedIn, YouTube y Dropbox.

La llegada de la era del compartir es una evolución lógica de las innovaciones disruptivas de principios del siglo XXI, que ahora permiten a los individuos obtener acceso a soluciones que cubren sus necesidades. Pero el fenómeno del crecimiento y la popularidad de estos modelos se explica mejor teniendo en cuenta los impactos positivos del compartir.

La era del compartir ha generado nuevas interacciones entre individuos de diferentes orígenes sociales, profesionales, culturales y generacionales; personas que no se hubieran conocido si no hubieran elegido compartir. La percepción del “otro”, de “extraños”, del intercambio y el círculo de personas en las que confías ha cambiado drásticamente.

La optimización de compartir recursos poco usados es incalculable teniendo en cuenta el impacto ambiental de nuestros hábitos de consumo. Hoy en día desperdiciar ya no es una opción. Además, cuando los bienes generan valor al ser compartidos, existe una mayor probabilidad de incrementar la calidad con modelos sostenibles en lugar de propiciar el corto plazo.

Compartir también permite incrementar el poder adquisitivo, puesto que los individuos pueden verse beneficiados económicamente por la utilización de sus bienes (algo que no podía hacerse antes de que estas plataformas nos conectaran) a un coste marginal mínimo, permitiendo ofrecer bienes y servicios a precios bajos.
Jeremy Rifkin, autor de La tercera revolución industrial y La sociedad de coste marginal cero, afirma que “nunca podríamos haber anticipado la posibilidad de una revolución tecnológica tan extrema que pudiera reducir los costes marginales para un gran número de bienes y servicios prácticamente a cero, haciendo que estos bienes y servicios sean virtualmente gratis y abundantes”.

Estas ventajas impactan directamente en la calidad de vida de las personas. Mariem, usuaria española de BlaBlaCar, estudia su MBA en Sevilla y usa esta plataforma para ver a su prometido, que vive a 300 km de distancia. Otro usuario, Thierry, trabaja a 250 km de su familia y ahora puede ver a su hija más a menudo gracias a una solución de transporte accesible que no existiría sin el poder de millones de personas compartiendo en el mundo. Compartir enaltece nuestro sentido de propósito, incrementa nuestra riqueza y bienestar, y reduce nuestro impacto ambiental. En pocas palabras: compartir es vivir.