Dejó sus estudios cuando acabó Bachillerato. Todo el mundo le tomaba por loco. Algunos le llamaron “nini”. Definitivamente el término no le hace justicia. Hoy tiene 20 años y ya ha fundado cuatro empresas. El secreto de su éxito: hacer lo que le gusta. Elegido por la revista Forbes como uno de los jóvenes más influyentes menores de 30 años, este espíritu libre que cree en lo utópico es uno de los mejores programadores de Europa. Nos reunimos con Luis Iván Cuende (Oviedo, 1995) en uno de sus centros de operaciones: la sede en Madrid de Stampery, su última creación.

-Has dicho en una ocasión que la juventud está “dormida”. Hay quien dice que está “perdida”.

Los de mi generación no tenemos planes de cómo podemos mejorar el mundo a largo plazo. Pensamos que no podemos hacer grandes descubrimientos. Debemos quitarnos esas ideas de la cabeza porque no llegaremos a ningún sitio. No está todo inventado. Hemos crecido en un ambiente muy relajado en el que damos por hecho que vamos a tener un trabajo, que vamos a ganar dinero, que vamos a poder vivir… Eso no es siempre así, sobre todo ahora mismo.

-Por tu experiencia y testimonio, parece que el culpable es el sistema educativo. En tu libro haces referencia a él como la “cultura del silencio”.

Empecé a pensar ese tipo de cosas cuando tenía doce años. Ahora, por fin, desde hace un par de años, la sociedad ha empezado a darse cuenta de que de verdad tenemos un problema serio. Tenemos un problema de cortoplacismo. No miramos cómo mejorar la educación para que la gente que tiene ahora seis o siete años pueda ser mejor y estar más adaptada al mundo dentro de 20 años.

-Cada vez más jóvenes en España se animan a emprender aunque se den de bruces contra el suelo. ¿Quién ha creado el gran oasis de las startups?

Creo que los inversores. En España tenemos un problema muy grande con este tema. Cuando tenía 15 o 16 años no podía obtener capital. Hemos estado unos meses intentando conseguir financiación en España, luego fuimos a Estados Unidos y en una semana levantamos una ronda del doble de lo que conseguimos aquí. Además esta proviene de uno de los mejores inversores del mundo, inversor de Tesla, Skype o SpaceX. Como casi todo, en España las tendencias llegan cinco años tarde, y mal. Me parece un problema grave el hecho de que se llamen Venture Capitalist y que no sean Venture -riesgo-, por lo que deberían llamarse solo Capitalist.

-Hacker, bitcoin y software. En tu caso son tres palabras que se unen gracias a una de las claves de tu filosofía de vida: la sensación de libertad. ¿Nunca te han tachado de idealista?

Sí. Cualquiera que tenga una visión más a largo plazo y que quiera solucionar un problema grande, es tachado de idealista. Estamos tan preocupados de que todo vaya bien, que nos hemos olvidado de pensar, por ejemplo, sobre cómo va a estar Europa o el sistema bancario dentro de 10 o 20 años.

-Para ti la felicidad llega solo cuando uno hace lo que le gusta. Una utopía teniendo en cuenta la cifra de parados en España.

Sí, quizás es una visión muy utópica. Lo que también es cierto es que si eres muy bueno en algo y te dedicas a hacer un plan de aquí a cuatro años, en el que vas a trabajar día a día, lo que vendría a ser una carrera pero sin ser una carrera, puedes conseguirlo. Muy poca gente es lo suficientemente disciplinada como para hacerlo. Los de la generación actual tenemos un problema: la pérdida de foco. Estás haciendo una tarea y te llega un snapchat, luego te llega un telegram, un whatsapp, entras en Facebook… Eso hace que mucha gente no haya encontrado lo que le gusta, por lo tanto no puede ser uno de los mejores en algo, y de ese modo no puede encontrar trabajo.

-Parece como si la tecnología fuera responsable de esa “pérdida de foco”.

Creo que se debe al humano. Nadie te está obligando a utilizar Snapchat. Si quiero estar trabajando una hora en una sola tarea tengo el derecho a hacerlo.

-En muchas ocasiones echas la culpa de esta situación a los valores inculcados en esta sociedad. ¿Cuáles deberían ser esos valores?

Para mí hay un valor esencial: la libertad. Es el valor del que más se priva a la gente. Lo que se pretende es crear rebaños de ovejas. No creo que se deban inculcar unos valores determinados, porque eso sería fijar dogmas en la cabeza de la gente.

-Eres autodidacta. Google ha sido tu principal herramienta de acceso al conocimiento. Ahora es esta la que pone en entredicho la libertad y la privacidad en la red.

El tema de la privacidad es fascinante. Lo que estamos dando a este tipo de empresas como Google es flipante. El otro día vi que estaba enviando desde mi móvil el mapa de donde había estado, lo que había estado buscando recientemente… Teóricamente eso es para mejorar la experiencia de usuario, pero me sorprendió bastante ver todo eso en una pantalla. Obviamente lo deshabilité todo, lo cual significa una peor experiencia de usuario, pero para mí es más importante en este caso la privacidad que la usabilidad. Dar la privacidad a otros es igual a obedecerles.

-Solucionar problemas y dejar de crear tantas aplicaciones. Así puede resumirse una de tus lecciones. ¿Cuál es el principal problema que debe solucionar la tecnología?

La tecnología tiene un papel muy importante en la descentralización de la sociedad para que los datos se vuelvan a localizar. Empresas como Google o Facebook, que tienen el control, los comparten con gobiernos. La tecnología P2P podría conseguir que volviésemos a tener todas las ventajas que puede tener disponer de un sistema de cloud, pero con las ventajas de tener los datos en nuestro dispositivo.

-“Send notaries on vacation”. Esa es la esencia de tu empresa Stampery. ¿Cómo llevan los notarios esta nueva forma de hacer copyright?

(Risas). Lanzamos una campaña con esa idea, pero nos dimos cuenta de que existe una cosa que se llama ley que suele fastidiar bastante a la innovación. Por ese motivo nos hemos centrado en las aplicaciones que no requieren regulación. Por ejemplo, no tienes por qué notarizar todo tu e-mail, pero si lo haces tienes la ventaja de que no tienes que firmar ningún contrato más. No tengo ninguna duda de que de aquí a cinco años no hará falta entrar en una oficina en la que te cobran 200 euros solo por pisarla.

-Este proyecto lleva a hablar de tu especial interés por el bitcoin. Parece como si quisieras adelantar el plan de jubilación de los grandes bancos.

(Risas). Últimamente estoy acudiendo a muchos eventos de bitcoin, y me hace mucha gracia que mucha gente de los bancos habla de que el bitcoin puede que jubile a los bancos. Creo que técnicamente se puede, pero queda pendiente un cambio de cultura.

-Parece que tienes seguidores en España. María Sobrino, subdirectora de Estudios e Informes del departamento de Promoción de la Competencia de la CNMC ha apoyado la liberalización del taxi en España, una cuestión muy polémica.

Recuerdo el primer día que salió todo el tema de Uber. A los tres días se prohibió. Fue la respuesta más rápida que pudo dar un gobierno. Me parece que no tiene sentido poner trabas a algo tan sencillo como es la innovación. Creo que deberían llegar a un tipo de solución más justa para todos. Estoy de acuerdo en que hay gente que está en un sistema antiguo y ha pagado 100.000 o 200.000 euros por licencias de taxi, pero debemos cuestionarnos qué sentido tienen estas licencias.

-María Sobrino habla de “dinamización del mercado”, y otros de competencia desleal. ¿Cómo llamaría un hacker a esta transformación?

Eliminación de monopolios estatales.

-Según HackFwd, tu proyecto Holalabs era una de las diez startups más prometedoras de Europa. ¿Por qué no terminó de cuajar?

Esto suele pasar bastante en el mundo de las startups. Un día eres la chica bonita y al día siguiente nadie te quiere. Teníamos 15 años y necesitábamos una inversión para lanzar el proyecto. Yo le dije a mi co-founder que quería dejar de estudiar y hacer esto. Le dije que necesitaba que él también lo hiciera. Esa persona siguió estudiando y para mí se rompió.

-¿Se valora el fracaso en emprendimiento fuera de España?

Sí. En mi experiencia en Silicon Valley he visto que a los inversores les encanta tratar con gente que ha aprendido cosas, y que las ha aprendido a lo bestia. No es lo mismo aprender algo en un libro que aprender algo perdiendo dinero y tiempo.

-En Europa parece que también. Te llamaron para ser asesor de Neelie Kroes, vicepresidenta de la Comisión Europea. Ambos compartís vuestra lucha contra grandes gigantes informáticos como Microsoft.

(Risas). Sí. La Unión Europea tiene una oficina de patentes que se dedica a otorgar monopolios, porque al final eso es lo que es una patente. Además tiene el consejo que se dedica a multar a los monopolios. Me parece que es una contradicción. Hay un tema interesante, y es que yo no estaba muy de acuerdo con ese tipo de multas multimillonarias. Creo que los monopolios en determinadas ocasiones existen porque el producto es superior, nada más. Por ejemplo, Google tiene un producto superior de búsqueda a todo lo demás.

-Afirmas que te llamaron para “criticar”. ¿Te han llamado de España para hacer lo mismo?

(Risas). Una vez sí estuve en la Moncloa. Me pidieron bastante feedback sobre el sistema educativo, pero no volví a saber nada de ellos, y no me consta que haya cambiado desde ese día.

-¿Seguirás esperando esa llamada?

(Risas). No. Lo supe desde el primer día.