El desempeño del sector está marcado por la falta de mano de obra cualificada, las dificultades de acceso a la financiación, la pérdida de dinamismo de los visados de obra nueva y el impacto de las variaciones de precio de los materiales de construcción en los márgenes comerciales.
Además, los datos concluyen que el sector muestra una fuerte atomización, con un 97% del tejido compuesto por micro y pequeñas empresas, mientras que las grandes empresas apenas representan el 0,3% del total.
Respecto al reparto territorial, las constructoras de edificios residenciales y no residenciales se concentran en las provincias de Madrid (16%), Barcelona (11%), Baleares (7%), Alicante (6%), Valencia (6%), Málaga (4%) y Sevilla (3%).
De las primeras provincias del sector por tamaño, Baleares presenta el mayor deterioro del riesgo de crédito: el 61% de las constructoras de edificios del archipiélago (tres puntos más que hace un año) se encuentra en un nivel máximo o elevado de impago, seguida de Málaga (56%) y Madrid (47%). Por el contrario, los menores ratios se registran en Murcia (36%), Alicante y Sevilla (38%) y Barcelona (40%).
Por último, el 54% de las empresas del sector cuenta con menos de 10 años, siendo la antigüedad un factor relevante en el riesgo de crédito, ya que el 51% de las compañías que se encuentran en su primera década se encuentra en un nivel máximo o elevado de impago, un porcentaje que cae sensiblemente, hasta el 31% entre las que tienen de 11 a 25 años de vida y al 32% en las de más de 25.
