El ejercicio se basará únicamente en los informes de supervisión y abarcará las posiciones de capital, los activos financieros, las exposiciones al riesgo, las exposiciones soberanas y la calidad de los activos.
Esta edición complementará la prueba de resistencia bianual de la EBA y utilizará los datos de los supervisores para ofrecer una «imagen clara» de la solidez del capital, las vulnerabilidades frente a riesgos y la solvencia de los bancos.
A este respecto, el examen comenzó a incluir a partir de 2019 divulgaciones trimestrales, lo que, según la EBA, permitió aumentar «considerablemente» la cantidad de información disponible para la opinión pública.
