Según ha indicado Bizkaiko Txakolina, la campaña comenzó de forma equilibrada en las fases de brotación, floración y cuajado, pero a partir de la segunda quincena de julio, la combinación de lluvias persistentes, elevada humedad y altas temperaturas provocó una fuerte presión de mildiu, que este año se extendió de manera generalizada por todo Vizcaya.
A diferencia de otras campañas, ha explicado, la presión fúngica no se ha localizado en zonas concretas, ya que se ha manifestado por todo el territorio en diferentes rincones dentro de una misma viña, complicando aún más su control y obligando a intensificar la vigilancia.
Asimismo, la presencia en la viña de corzos, jabalíes y la avispa asiática ha aumentado la presión sobre el viñedo y obligado a los viticultores a mantener una atención constante.
A esto se suma la irregularidad meteorológica de las últimas semanas, con jornadas de calor intenso que han afectado a las uvas y días lluviosos que aumentan el riesgo de botritis y afectan a la fase final de maduración, condicionando la elección del momento óptimo para iniciar la cosecha en cada bodega.
COMPROMISO CON LA SOSTENIBILIDAD
Por otro lado, el Consejo Regulador de la DOP Bizkaiko Txakolina continúa avanzando en su apuesta por la sostenibilidad, incorporando dos nuevos ensayos en el Proyecto de Reconversión Medioambiental en el que trabaja junto a la Diputación Foral de Vizcaya.
Desde 2023 impulsa, junto a la Diputación Foral de Vizcaya, un proyecto para la reconversión medioambiental del viñedo en Vizcaya que investiga las herramientas de adaptación al cambio climático y busca un mayor equilibrio en la gestión de las viñas.
El plan se centra en tres líneas de trabajo: control fitosanitario, alternativas en la gestión de la cubierta verde y en sistemas de conducción de vid.
Este último año, el Consejo Regulador ha incorporado dos nuevos ensayos en el estudio para la reconversión medioambiental del viñedo en Vizcaya, con el objetivo de dotar al sector de soluciones que garanticen el presente y el futuro de los grandes vinos vizcaínos, reafirmando así el compromiso con un modelo productivo sostenible.
La Denominación de Origen Protegida Bizkaiko Txakolina, que obtuvo su reconocimiento oficial en 1994, agrupa en la actualidad a 35 bodegas y 172 viticultores.
