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Economía

El crecimiento de las superapps de pago: la nueva forma de centralizar los servicios financieros

Una interfaz única que puede anticipar las necesidades financieras de un usuario a través de información y preferencias impulsadas por IA, selecciona automáticamente la opción de pago o préstamo más ventajosa.

¿No sería genial tener una sola tarjeta de pago, aplicación, dispositivo o reloj para controlarlos a todos? Técnicamente es Es posible, pero en realidad podría ser más difícil de lograr. GETTY

En la última década, los pagos han experimentado una serie de transformaciones a medida que las preferencias de los consumidores y la tecnología convergen para hacer el comercio más rápido, más cómodo y más personal. Han surgido billeteras digitales, transacciones con tarjetas sin contacto y plataformas de pago sin fricción, marcando el comienzo de una era en la que prácticamente cualquier cosa se puede comprar con solo tocar un teléfono o pasar una tarjeta.

El futuro podría estar en la aparición de «superapps» de pago integrales. Si bien plataformas como WeChat se han convertido en «superapps» comunes gracias a sus amplios ecosistemas, que combinan mensajería, redes sociales, comercio electrónico y funcionalidades básicas de pago, esta nueva ola de superapps centradas en los pagos difiere tanto en el alcance como en la profundidad de su integración financiera.

En lugar de simplemente integrar los pagos en una plataforma social o de mensajería, estas soluciones emergentes priorizan las finanzas, aprovechando la información generada por la IA para unificar las transacciones de pago cotidianas en una única interfaz. Su objetivo no solo es facilitar pagos prácticos, sino también anticipar las necesidades financieras más importantes de los usuarios y ofrecer aprobaciones casi instantáneas, lo que las hace mucho más completas que las funciones de pago complementarias de las superaplicaciones tradicionales.

El atractivo es fácil de ver: una interfaz única que puede anticipar las necesidades financieras de un usuario a través de información y preferencias impulsadas por IA, selecciona automáticamente la opción de pago o préstamo más ventajosa e incluso facilita movimientos financieros más importantes, como hipotecas y préstamos para automóviles, con una mínima molestia.

Sin embargo, por muy emocionante que suene esa posibilidad, persisten importantes interrogantes: ¿Quién está mejor posicionado para crear y gestionar una superapp de este tipo: los bancos, las redes de tarjetas o las empresas fintech? ¿Y existe algún proveedor con la capacidad, la confianza y la tecnología necesarias para dominar todo el ecosistema?

El atractivo de una solución de pago integral

Para la mayoría de los consumidores, el ecosistema financiero actual parece un mosaico de aplicaciones y servicios. Se puede usar una plataforma para enviar dinero al extranjero, otra para gestionar los pagos sin contacto cotidianos y otra para ahorrar o gestionar un presupuesto. Es habitual hacer malabarismos con múltiples tarjetas de débito y crédito, cada una con sus propias recompensas y condiciones. Para los consumidores con poco tiempo, esto puede ser, en el mejor de los casos, ineficiente y, en el peor, arriesgado (al olvidar fechas de vencimiento o confundir cuentas).

Por eso la idea de una única aplicación de pagos que agilice todas las necesidades financieras resulta tan atractiva. Al vincular todo el perfil financiero, las cuentas bancarias, las tarjetas de crédito, el historial crediticio y los programas de fidelización en un panel unificado, el consumidor podría, en teoría, gestionar todo a través de una única billetera o tarjeta digital. Mediante una sofisticada IA, dicha plataforma aprendería del comportamiento y las preferencias del usuario con el tiempo, sugiriendo activamente los mejores métodos de pago o préstamo para cada transacción.

Imagina que compras algo pequeño, como comida o café, y tu teléfono selecciona automáticamente la tarjeta o plataforma que maximiza tus puntos de recompensa. Esa misma aplicación recopila todas las transacciones en tiempo real, mostrando cuánto has gastado esta semana o este mes y en qué programas de fidelización estás a punto de canjear. Por el contrario, si realizas una compra grande, como un coche o incluso una casa, la misma súper aplicación puede comparar ofertas de préstamos de diferentes proveedores, entregar aprobaciones casi instantáneas y guiarte en el proceso de documentación. Todo se gestiona desde una sola interfaz, eliminando la necesidad de iniciar sesión varias veces y el papeleo interminable.

Un ejemplo en acción: preaprobación hipotecaria

Para comprender lo transformador que esto podría ser, considere el proceso de compra de una vivienda. Tradicionalmente, obtener una hipoteca puede implicar días o semanas de recopilación de documentos y revisión de solicitudes. En un futuro impulsado por las superaplicaciones, todos los datos necesarios para la verificación ya están en la plataforma: ingresos, patrones de gasto, historial crediticio y cualquier deuda existente. Al pulsar «Obtener presupuesto de hipoteca», un algoritmo basado en IA evalúa su riesgo y solvencia. En cuestión de minutos, obtiene la aprobación de una hipoteca en principio que puede mostrarle a su agente inmobiliario, reduciendo drásticamente el proceso habitual de solicitudes manuales.

Este escenario ya no es pura ciencia ficción. Los rápidos avances en el análisis de datos en tiempo real, la suscripción automatizada y la verificación de identidad hacen que esta visión sea cada vez más plausible. Los bancos ya están experimentando con sistemas de aprobación instantánea, pero pocos han integrado estas capacidades en un único entorno que gestione todo, desde la solicitud inicial del préstamo hasta el paso final de la financiación. Una verdadera superaplicación eliminaría la fricción en cada etapa, ofreciendo una versión más intuitiva de un proceso tradicionalmente engorroso.

Dar forma a las transacciones diarias con información basada en IA

Si bien las hipotecas y los préstamos para automóviles son hitos notables, las compras cotidianas también se adaptan al paradigma de una superapp. Ya sea que compres la cena, reserves un vuelo o tomes tu café de la mañana, la IA de la plataforma podría seleccionar automáticamente el método de pago óptimo. Supongamos que una tarjeta ofrece el doble de puntos de recompensa en la compra de comestibles este mes; esa será la tarjeta que uses para pagar en el supermercado. Si viajas al extranjero, el sistema podría usar por defecto la tarjeta con las comisiones por transacción en el extranjero más bajas, o simplemente convertir tu moneda local a la moneda extranjera necesaria a tipos de cambio competitivos dentro de la app.

Para transacciones pequeñas, la ventaja reside en la inteligencia tras bambalinas. Toda la experiencia se vuelve fluida. En lugar de tener que lidiar con múltiples tarjetas físicas o aplicaciones móviles, simplemente toca o desliza la tarjeta una vez. El algoritmo de la súper aplicación elige la mejor opción para ti, maximizando el reembolso, los puntos o los beneficios de fidelidad. Con el tiempo, esto significa que cada compra se optimiza para cumplir con tus objetivos financieros personales, ya sea obtener recompensas específicas, minimizar las comisiones o mantenerte dentro de un presupuesto mensual determinado.

Una versión limitada de esta capacidad ya existe en ofertas fintech como Curve, que consolida varias tarjetas en una sola tarjeta (o billetera digital) y permite seleccionar la cuenta a la que se carga el importe mediante una app móvil. Sin embargo, Curve se centra principalmente en la agregación de tarjetas y aún no ofrece la gama de préstamos, seguros y financiación de alto valor que ofrecería una superaplicación.

Integrando grandes decisiones: Préstamos para automóviles sobre la marcha

Las compras grandes se encuentran en un continuo entre gastos menores como un café y eventos importantes de la vida como la compra de una casa. Comprar un coche, por ejemplo, suele requerir más planificación y financiación que ir al supermercado, pero es menos complicado que obtener una hipoteca. Una superaplicación podría cubrir esa necesidad fácilmente analizando tu perfil financiero y mostrando una lista de ofertas de préstamos para automóviles en cuanto te interesa un vehículo.

Supongamos que seleccionas un modelo de coche en un mercado online. El backend de la superaplicación contacta con prestamistas, ya sean bancos tradicionales, proveedores de financiación alternativa o plataformas peer-to-peer, y compara tipos de interés, cuotas mensuales y duración de los contratos. Todos los términos se muestran claramente en la pantalla y puedes finalizar el préstamo en cuestión de minutos. Toda la transacción, desde la selección del préstamo hasta la firma digital del contrato y el envío de los fondos al concesionario, se realiza en un solo lugar.

Esta búsqueda de préstamos para automóviles en tiempo real evitaría a los compradores la molestia de contactar con varios bancos individualmente, esperar cotizaciones y gestionar diferentes plazos. Todo es tan sencillo como comprar unas zapatillas en línea, solo que ahora se trata de un préstamo para un coche. Para reducir los costos, la superapp también podría destacar complementos como seguros o garantías extendidas, aprovechando la IA para sugerir solo lo más relevante para su perfil.

¿Quién está mejor posicionado para cumplir?

Si el potencial es tan grande, la pregunta inevitable es: ¿Qué tipo de organización puede ofrecer de manera realista una plataforma tan sólida: redes de tarjetas, bancos tradicionales o fintechs?

Redes de tarjetas (por ejemplo, Visa, Mastercard)

En teoría, Visa y Mastercard ocupan posiciones envidiables. Ya gestionan miles de millones de transacciones diarias, conectando a consumidores, comercios e instituciones financieras a nivel mundial. Operan redes confiables y de alto volumen con una aceptación casi ubicua. Sin embargo, adentrarse en el territorio de las superaplicaciones implica ofrecer no solo procesamiento de pagos, sino también préstamos, depósitos y más. Las redes de tarjetas se encargan principalmente de los «rieles» que conectan a los bancos emisores y adquirentes, no de los productos financieros minoristas en sí. Para gestionar hipotecas y préstamos, necesitarían asociarse o adquirir instituciones financieras especializadas, además de sortear obstáculos regulatorios adicionales.

Bancos tradicionales

Los bancos parecen estar igualmente bien posicionados. Cuentan con capacidad para captar depósitos, relaciones directas con los consumidores y un amplio catálogo de productos que abarca hipotecas, préstamos personales y tarjetas de crédito. Su reputación, aunque no siempre estelar, se rige por sólidos marcos regulatorios, lo que puede inspirar cierto nivel de confianza. Sin embargo, los bancos a menudo tienen dificultades para innovar con rapidez. Muchos siguen limitados por sistemas heredados y una cultura corporativa demasiado lenta para una verdadera agilidad digital. Si bien pueden lanzar aplicaciones «todo en uno», la integración puede resultar torpe o poco desarrollada, y las nuevas funciones suelen implementarse a paso de tortuga.

Desafiantes de la tecnología financiera

Las startups fintech como Revolut, Grab y otras han demostrado su habilidad para crear interfaces intuitivas y escalar rápidamente. Tienen predisposición a asumir riesgos y a adaptarse. Sin embargo, a menudo carecen de presencia global, grandes reservas de capital o las aprobaciones regulatorias necesarias para operar en múltiples jurisdicciones en ámbitos que van desde préstamos al consumo hasta seguros. Ganarse la confianza del consumidor para productos de alto valor, como hipotecas, también puede ser un obstáculo si una fintech no se percibe como estable o consolidada. En muchos casos, estas startups dependen de alianzas con bancos o aseguradoras en secreto, convirtiéndose en una interfaz de usuario sofisticada que se superpone a las instituciones financieras más tradicionales.

Una probable colaboración

Dadas estas limitaciones, es posible que ninguna entidad pueda hacerlo todo por sí sola. En cambio, podríamos ver ecosistemas colaborativos o alianzas estratégicas. Una «superapp» podría tener una marca unificada, pero depender de diferentes especialistas para cada función. Visa o Mastercard podrían gestionar los canales de pago globales, los bancos gestionar los depósitos y las hipotecas, mientras que las fintechs orquestan la experiencia del usuario y la personalización impulsada por IA. En definitiva, si los consumidores no necesitan salir de una sola app para todas sus necesidades financieras, poco importa qué institución se encarga del trabajo pesado entre bastidores, siempre que la experiencia del usuario se mantenga fluida.

¿Estamos destinados a múltiples soluciones “parciales”?

A pesar de la visión de una plataforma integral capaz de gestionar cualquier transacción financiera en segundos, muchos expertos creen que podrían seguir coexistiendo múltiples aplicaciones especializadas. Es posible que exista una aplicación que destaque en remesas transfronterizas y microcréditos, otra que ofrezca sólidas herramientas de presupuesto y ahorro, y otra que ofrezca recompensas o opciones de inversión de primer nivel. Cada una podría integrarse con otras mediante API, pero ninguna aplicación lo hace todo por sí sola.

Una superapp que ofrece todos los servicios posibles debe gestionar una inmensa gama de licencias, acuerdos de intercambio de datos e integraciones de back-end. No es imposible, pero sí extraordinariamente complejo. El riesgo de intentar abarcar todo para todos puede generar interfaces sobrecargadas, vulnerabilidades de seguridad y clientes frustrados. Por eso, es posible que veamos superapps especializadas, cada una con unas pocas funciones clave, expandirse lentamente en lugar de abarcar todo el espectro de las finanzas al consumo de una sola vez.

Sin embargo, la organización que resuelva este problema, ofreciendo una experiencia integral y fácil de usar a gran escala, podría hacerse con una cuota masiva del mercado de financiación al consumo. Las recompensas teóricas por conquistar este espacio son enormes: miles de millones de transacciones diarias, innumerables oportunidades de préstamo y un tesoro de datos de usuarios que puede aprovecharse para obtener aún más servicios. No es de extrañar que las redes de tarjetas, los bancos y las fintechs compitan por posicionarse.

Ecosistemas vs. Monopolios

La trayectoria de la industria sugiere que, incluso si vemos una «superaplicación» dominante, podría ser más un ecosistema que un producto monolítico. En otras palabras, una plataforma podría funcionar como un centro o mercado central, permitiendo que diversos proveedores externos integren sus servicios. Los consumidores experimentarían una única interfaz unificada, pero entre bastidores, múltiples bancos, aseguradoras y fintechs competirían por el negocio del usuario dentro de ese ecosistema.

Se puede observar un paralelismo en las tiendas de aplicaciones. La App Store de Apple o la Play Store de Google ofrecen a los consumidores una experiencia fluida desde el frontend, pero innumerables desarrolladores impulsan cada aplicación. Una superaplicación de pagos podría, de forma similar, incorporar ofertas de docenas de socios externos: desde prestamistas hipotecarios y aseguradoras de automóviles hasta proveedores de BNPL (compra ahora, paga después) y plataformas de intercambio de criptomonedas. El principal valor añadido de la superaplicación reside en la orquestación fluida de estos servicios, gestionando los pagos y los datos del usuario de forma intuitiva.

Las regulaciones de banca abierta pueden acelerar este modelo. Al exigir a las instituciones financieras establecidas que abran sus API, los reguladores reducen eficazmente las barreras de entrada para las fintech que desean incorporar servicios de nivel bancario en sus propias plataformas. El resultado es un ecosistema financiero más modular, lo que facilita que una sola superaplicación «shell» albergue una gama de productos. Sin embargo, esto también dispersa la responsabilidad. Si la interfaz de usuario de la superaplicación es excelente, pero las tasas de un socio prestamista específico son injustas o la seguridad de sus datos es deficiente, ¿quién asume la responsabilidad final?

Mirando hacia el futuro: la carrera por redefinir los pagos

En los próximos años, se prevé una especie de carrera armamentística en el mundo de las tecnologías financieras, a medida que tanto las empresas establecidas como las emergentes inviertan recursos en el desarrollo o la colaboración para crear superaplicaciones. Algunos esfuerzos serán graduales, añadiendo nuevas funciones a las plataformas de banca móvil existentes, mientras que otros serán más drásticos, implicando fusiones o adquisiciones diseñadas para consolidar capacidades bajo un mismo techo.

Para los consumidores, este período de experimentación y competencia podría traer beneficios reales. Las opciones de préstamo podrían volverse más transparentes, las transacciones transfronterizas más económicas y las recompensas más personalizadas. Al mismo tiempo, los problemas relacionados con la privacidad de los datos y el cumplimiento normativo serán aún más acuciantes. Con todo, desde una hipoteca hasta la compra de un café con leche, posiblemente gestionado a través de una sola aplicación, es muy importante garantizar que el sistema siga siendo seguro, ético y centrado en el usuario.

La gran pregunta es si veremos un único líder global o un puñado de superaplicaciones regionales que dominen sus mercados locales. Es muy posible que el resultado final sea una combinación de soluciones, cada una eficaz en ciertas geografías o segmentos de consumidores. Aun así, la idea de tener el teléfono o la tarjeta como interfaz universal para todas las formas de pago y préstamo es profundamente disruptiva. Simplifica la experiencia del consumidor y redefine la naturaleza de las relaciones financieras, haciéndolas más inmediatas, contextuales y personalizadas.

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