Los estímulos fiscales y monetarios masivos de 2021 han permitido un crecimiento mundial relativamente moderado, aunque en desaceleración en 2022. En este sentido, debido al endurecimiento de las políticas monetarias, existe el temor de que el crecimiento en 2023 se vea gravemente ralentizado. ¿Cuáles son las claves fundamentales para las principales economías para este año?
Las previsiones de crecimiento ya se han reducido considerablemente en los últimos seis meses (del 2% al -0,1% en la zona euro y del 1,9% al 0,4% en Estados Unidos, según el consenso de mercado), pero si se observan algunos indicadores adelantados históricamente fiables (el indicador ZEW de sentimiento económico, el índice Ifo de clima empresarial y el de los bancos estatales que conforman la Reserva Federal), esas revisiones a la baja podrían considerarse incluso optimistas.
Es complicado hacer previsiones sobre la inflación, sobre todo en el entorno actual. ¿Qué pasará con los precios de la energía? ¿Va a volver a abrirse China y a poner fin a su política de Covid cero? Solo cabe mirar región por región para sacar unas conclusiones relevantes.
Estados Unidos: la principal referencia
A raíz de que el índice de precios al consumo (IPC) de octubre evidenciase una desaceleración de las presiones sobre los precios, la fortaleza del mercado laboral será clave para la lucha de la Reserva Federal contra la inflación. Con claros signos de sobrecalentamiento y un crecimiento salarial muy por encima de los niveles acordes con el objetivo de inflación del 2% de la Reserva Federal, la mayoría de los indicadores siguen en rojo, aunque van en la dirección correcta.
“Pese a que el ritmo de creación de empleo sigue siendo superior al necesario para mantener el ritmo de crecimiento de la población, se ha desacelerado de forma significativa”, comenta el equipo de expertos de Lombard Odier.
Bajo la presión de una inflación persistentemente elevada y tras haber iniciado tarde su proceso de endurecimiento, la Reserva Federal se vio obligada a aplicar duros incrementos de tipos de 75 puntos básicos. La principal preocupación de los inversores era que la inflación tardara en ralentizarse y que la política monetaria se volviera excesivamente restrictiva con gran rapidez.
Sin embargo, en noviembre, la Reserva Federal señaló un cambio en su enfoque, sugiriendo un ritmo más lento en el futuro. Los datos de inflación de octubre también reforzaron el argumento de un ritmo más lento de incrementos de tipos a partir de diciembre. “Con más tiempo y más datos para evaluar mejor sus efectos, ahora estamos más seguros de que se puede evitar un error de política”, añade el equipo de expertos de Lombard Odier.
Además de prever que los tipos alcanzarán un nivel máximo en torno al 5% a principios de 2023 también esperamos que se produzca una recesión que, a diferencia de una crisis financiera, es probable que tenga un impacto escaso. “Esto permite pronosticar una recuperación limitada en el segundo semestre, que contribuirá a que el crecimiento alcance el 0,7% en el conjunto del ejercicio”, apunta.
Europa: con los ojos en la recesión
El corte del suministro de gas ruso ha provocado aumentos muy pronunciados de los precios del gas y la electricidad en Europa, lo que hace temer una crisis energética. Europa es un gran importador de energía, por lo que ha sufrido una grave pérdida de poder adquisitivo real y que puede dar lugar a un déficit por cuenta corriente en los próximos trimestres, tras varios años de fuertes superávits.
Hasta el momento, los gobiernos han tomado medidas para garantizar un suministro de gas suficiente y evitar el riesgo de grandes cortes y racionamientos. “Aun así, la recesión parece inevitable y prevemos un crecimiento limitado en 2023”, dicen los expertos de Lombard Odier. “El próximo invierno podría resultar aún más complicado, sin embargo, los esfuerzos de diversificación energética, la mejora de las infraestructuras y la reducción del consumo han mejorado las perspectivas”, agregan.
Quizá la mayor diferencia entre las previsiones de estos analistas y el consenso del mercado sea el grado de endurecimiento de la política que probablemente aplicará el BCE. Con una demanda que se resiente y escasas señales de recalentamiento del mercado de trabajo, la necesidad de elevar los tipos de interés es mucho menor que en Estados Unidos o el Reino Unido.
No obstante, el BCE tiene la difícil tarea de gestionar las expectativas, dado el temor de que cuanto más tiempo persista la inflación, más probable será que tiendan al alza. “Esperamos que los tipos suban del 1,5% actual al 2,25% a principios de 2023 y señalamos que no se debe subestimar el riesgo de un error de política. Además, consideramos que la combinación de unos tipos más altos y la crisis energética seguirá repercutiendo de forma significativa en la demanda”, concretan.
Reino Unido: ¿lo peor de ambos mundos?
La economía del Reino Unido se contrajo en el tercer trimestre y es probable que esta tendencia continúe. El Banco de Inglaterra se enfrenta a cuestiones complicadas. La crisis energética es un elemento fundamental de la evolución histórica de la inflación en el Reino Unido.
La Garantía del Precio de la Energía ayudará a limitar el impacto que sufrirán los hogares, al menos hasta abril, cuando está previsto que se reduzcan las medidas de apoyo. Sin embargo, estamos ante una crisis inflacionista más amplia: las presiones de los precios impulsadas por el mercado interior también son elevadas, y han mostrado pocas señales de encaminarse a una disminución. El crecimiento de los salarios en el sector privado supera actualmente el 6% y, dados los signos de rigidez del mercado laboral, podría acelerarse aún más a corto plazo.
“Creemos que esta combinación de factores obligará al Banco de Inglaterra a elevar los tipos de interés por encima del 4%”, dice el equipo de expertos de Lombard Odier. Dada la relativa preponderancia de las hipotecas a tipo variable (y las de tipo fijo que se van a renovar), el impacto será importante en los ingresos de los hogares y en la actividad inmobiliaria. Por lo tanto, la economía británica se enfrentará a un entorno económico difícil durante la mayor parte de 2023, y es probable que la recesión se acelere a medida que los consumidores sientan los efectos del endurecimiento de la política monetaria y el aumento de las facturas energéticas.
Un reto adicional para la economía ha sido la volatilidad causada por las grandes sorpresas que ha dado la política fiscal. Tras eliminar la mayoría de las recientes rebajas tributarias, el nuevo Canciller de la Hacienda, Jeremy Hunt, ha anunciado un proceso de consolidación fiscal a gran escala, lo que empeora las perspectivas de crecimiento.
China: reapertura gradual pero inevitable
Las perspectivas de China para 2023 dependen en gran medida de la reapertura de sus fronteras. En un contexto de altos contagios en el país y ante el miedo de una explosión de nuevas variantes fuera de sus fronteras, muchos países están volviendo a imponer nuevas medidas de detección del virus para los viajeros procedentes de China.
“En nuestra opinión, el proceso de reapertura continuará guiado por un enfoque gradual, y consideramos que lo más probable es que hasta el segundo semestre de 2023 no se produzca una reducción significativa de las diversas restricciones provocadas por el Covid-19”, concreta el equipo de expertos de Lombard Odier.
Eso sí, sería necesario un cambio para introducir ajustes en la política de salud pública. De ahí a que se prevea que se emitan orientaciones adicionales sobre la reapertura en torno a la Asamblea Popular Nacional, que se celebrará en marzo, y que entre tres y seis meses después se supriman con carácter permanente las exigencias relativas a las cuarentenas y a las pruebas de detección del virus.
En consecuencia, anticipan para China un crecimiento del 4% y una inflación baja (2%) durante este año. Este resultado será mucho más favorable que el crecimiento previsto en otras economías clave, pero representa una rebaja con respecto a nuestra previsión anterior. A lo largo de esta transición, las políticas macroeconómicas seguirán siendo acomodaticias. Pronosticamos un estímulo fiscal continuado de alrededor del 2-3% del PIB en 2023.