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Cultura

Portfolio | Líderes y taurinos

Artistas, influencers, empresarios, escritores, periodistas, futbolistas o arquitectos. Cuando uno escucha la llamada sincera de la tauromaquia, el verdadero aficionado se convierte a su fe para siempre. Personalidades de todos los ámbitos de la sociedad comparten sin tapujos su pasión y fidelidad por los ruedos.

Fotografías de Pablo Lorente.

Una tarde de toros madrileña, toledana o sevillana. Una conversación con esencia habanera, del corte, de si eres más de José o Juan, de tantas faenas, toros y toreros que han visto sus retinas a lo largo del tiempo. Son 633 las plazas que existen solo en España, pero la afición no entiende de fronteras: hay cosos taurinos en Francia, Portugal, América Latina e incluso en rincones insospechados del mundo. Algunas, como la Monumental de Barcelona, tuvieron que cerrar por razones ajenas a lo taurino, pero su afición –lejos de desaparecer– sigue viva, tanto allí como aquí. El aficionado taurino es un ser pintoresco, curioso y sensible. Culto o no. Hombre o mujer. Joven o anciano. Más o menos entendido, pero con un propósito en común: experimentar emociones incomparables dentro del redondel.

Entre esta algarabía impaciente por ocupar su asiento del abono, asoman rostros conocidos, de generaciones diversas y trayectorias destacadas. Son artistas, influencers, empresarios, escritores, periodistas, futbolistas o arquitectos y, a pesar de tanta variedad, todos responden a la misma llamada sin tapujos y desde su afición sincera.

Si empezamos esta tarde de toros por orden de antigüedad, Pedro Trapote es uno de esos aficionados que adaptan su agenda profesional para ver una corrida de toros. En su barrera de Aranjuez, Sevilla o Madrid es feliz. Desde la sabiduría que da la experiencia, sostiene que el verdadero aficionado es aquel que sabe adaptarse al presente para comprender lo que vendrá. Por eso, defiende con convicción el papel de los jóvenes en la tauromaquia: “Ellos son quienes mantendrán viva la fiesta el día de mañana”.

Con una sensibilidad distinta pero igual de entregada, Carlos Manzano, arquitecto y aficionado convencido, encuentra en el toreo un eco de su propia disciplina. “La arquitectura es algo espiritual”, afirma, “y el toreo también lo es”. En coherencia con esa forma de entender el arte como una experiencia mística, asegura que, de enfrentarse al reto de diseñar una plaza de toros, no puede evitar pensar en su amigo Rafael Moneo, otro teórico brillante del toreo. Pero su propuesta iría por otros caminos: una plaza con alma racionalista, de mirada futurista y salpicada de referencias a la arquitectura italiana del siglo XX que tanto admira. En su imaginario, hay una escena que lo resume todo: una tarde de toros con su amiga del alma, Concha, viendo torear a su predilecto, José Miguel Arroyo Joselito, como una síntesis perfecta entre amistad, arte y afición.

Y si hablamos de amistad, Cristina Yanes, joyera de cuna, vive la tauromaquia desde un vínculo de respeto profundo: “Mi afición a los toros nace claramente de la amistad”, confiesa. Lo dice con emoción al recordar su relación con el matrimonio Ponce Cuevas. “Durante más de dos décadas nos sumergimos en el Poncismo”, añade, evocando tardes y vivencias entrañables en plazas de España, Francia y México. Cambiando de tercio, el maestro Ramón Torrelledó, director de orquesta y artista nato, encuentra en el toreo una resonancia íntima con su mundo: el de la música clásica. “La música y el toreo son dos universos que se cruzan bajo un mismo cielo de arte y emoción”, describe.

En ambos, dice, hay gestos invisibles que anticipan lo sublime, pausas que anuncian el milagro. Así como el director marca en el aire el compás antes del primer acorde, el torero cita al toro con un gesto silencioso que contiene ya la belleza del todo. En ese cruce de miradas, en ese aire suspendido, nace la creación: una faena o una sinfonía que aspira a conmover, a trascender, a revelar lo oculto desde la técnica más depurada y el alma más sincera. La tauromaquia convive con la polémica, una tensión que, lejos de restarle fuerza, la nutre. Porque debatirla también es celebrarla.

Juan del Val y Rubén Amón, grandes defensores del toreo, suelen sacar el capote en tertulias y columnas para contextualizar la Fiesta desde la cultura y la historia. Ambos comparten una imagen: San Isidro de 1985. Antoñete cortó tres orejas; Curro Romero, una. “Ese día me enganché para siempre”, explica Del Val. Rubén Amón recuerda con precisión: “Antoñete, Romero y Curro Durán. Faena monumental de Chenel. Fue el éxtasis del Antoñetismo”. Y también un año duro por la muerte de Yiyo: “Una temporada que apasionó a muchos jóvenes”.

Vicente Zabala de la Serna nació entre toros y palabras. Su primer festejo fue una corrida de rejones siendo un bebé, pero el despertar real llegó con los abonos de menores en la andanada del 3. Allí vio la madurez de Antoñete, el ambiente de Las Ventas y soñó con la gloria de las Puertas Grandes. “Ese fue el Big Bang de mi afición”, cuenta. En su historia late la herencia de quienes hicieron del toreo una forma de vida. Chapu Apaolaza también lleva el toreo en los genes. Hijo del crítico taurino Paco Apaolaza, creció entre el tendido y en el patio de caballos y Antoñete le daba 20 duros, un gesto de cercanía que aún brilla en su memoria. Toreó a la limón con su padre, cayó, se levantó y siguió. Hoy corre los encierros con el mismo respeto con el que pisa una plaza. Nunca ha renunciado a su vocación taurina.

Hablar de la quinta del Buitre es hablar de figuras pero del mundo del fútbol. Manolo Sanchís se aficionó gracias a su abuelo, pero fue Juanito quien lo llevó a Las Ventas. Desde entonces, su pasión creció. Muy partidario de José Tomás y Alcurrucén, vive la fiesta con la misma sobriedad elegante con la que jugaba. En estas tardes de mayo, con un buen vino y una conversación apasionante, apetece seguir. José Luis Martínez- Lacuesta recuerda una tarde de 1974 en Vistalegre con su padre. En el cartel, Bienvenida y Romero. Pero quien lo marcó fue Rafael de Paula, que bordó el toreo con pureza y sin estridencias. Una faena que no se olvida.

La segunda copa nos la tomamos en Martín Tostón, hermano del mítico Restaurante Hevia. Hoy, Fernando e Ismael Martín-Hevia están al frente, herederos de una estirpe hostelera y de afición taurina. Jugaban al toro de pequeños, con muleta y capote a cuestas. Ismael se creía Manolete, y Fernando, Joselito. Hoy siguen brindando por la vida en el rincón de los maestros, presidido por Antoñete, Romero y Pepe Luis Martín Vázquez. Porque el toreo también es arte, y de él beben disciplinas como la música, la literatura, la arquitectura o el diseño gráfico.

Mikel Urmeneta, fundador de Kukuxumusu, ha hecho del toro y el humor un universo propio. Su vínculo con la fiesta es vital: “Me senté en Ronda, despeinado, con resaca. Un señor me echó una bronca pensando que era un homeless. Abracé a un amigo, que resultó ser el ministro Moratinos. Hoy seguimos riéndonos. El señor ‘broncón’ claudicó. Pasé de homeless a influyente.” Y concluye: “Moraleja: ni en una plaza de toros ni en la vida hay que quedarse en la superficie. El toreo es profundidad”.

Incluso en el mundo de los influencers, donde impera la imagen perfecta, hay espacio para la verdad. Tomás Páramo es alma antes que escaparate. Habla del toreo desde el respeto absoluto. “No se entiende solo con la razón. Es un lenguaje del alma, del miedo, de la verdad y del respeto”, dice. Para él, el toreo –como la vida– exige presencia total. No es valentía, es entrega. Y en esa entrega hay una forma muy antigua –y muy pura– de amar.

Después de tantos testimonios, solo queda dejarse llevar por la pasión compartida. La plaza está llena y el cartel de “no hay billetes” anuncia el privilegio de estar aquí. No se trata solo de gusto o tradición: es una forma de mirar y contar el mundo. Lo que se oye, al fin, es la palabra libertad. La libertad de emocionarse sin pedir permiso. De seguir viniendo. Y de seguir contándolo.

FERNANDO E ISMAEL MARTÍN-HEVIA

Al frente del emblemático Restaurante Hevia de Madrid, han sabido mantener el legado familiar con una visión renovada de la gastronomía, impulsando proyectos como Martín Tostón y Bar H Emblemático. Herederos de una tradición hostelera y taurina gracias a su padre.

MANOLO SANCHÍS

Leyenda del Real Madrid y emblema de la Quinta del Buitre, encarnó durante su carrera los valores del fútbol clásico: elegancia, compromiso y liderazgo. Aficionado a los toros desde la infancia por influencia de su abuelo, consolidó su pasión en el vestuario blanco, acompañado por Juanito en inolvidables tardes en Las Ventas.

VICENTE ZABALA DE LA SERNA

Periodista y crítico taurino, es una referencia en El Mundo desde hace décadas. Hijo del legendario Vicente Zabala, su afición se forjó sin buscarla. Con rigor, conocimiento y una pluma afilada, ha sabido contar la fiesta con vocación y autoridad.

JUAN DEL VAL

Escritor, guionista y colaborador habitual en El Hormiguero, ha sido galardonado en los Premios Andalucía de la Tauromaquia 2025 por su compromiso y defensa de la Fiesta. Aficionado desde niño, muestra con naturalidad su pasión en un entorno mediático donde hacerlo no siempre resulta fácil.

PEDRO TRAPOTE

Empresario clave en el ocio madrileño, fundó Joy Eslava y Teatro Barceló, y es dueño de la Chocolatería San Ginés, con sedes en Tokio, Shanghái o México. Aficionado taurino de toda la vida, pasó del tendido 7 al 9 en Las Ventas y es ganadero de Toros de La Plata, antigua ganadería del legendario Antonio Ordóñez.

MIKEL URMENETA

Artista e ilustrador, fundó Kukuxumusu, marca que transformó el imaginario gráfico de los Sanfermines. Con humor, ternura y sátira, convirtió toros y vacas en iconos globales. Su obra ha cruzado fronteras a través de camisetas, carteles y dibujos inspirados en el universo taurino y festivo.

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ-LACUESTA

Historiador y bodeguero, lidera la centenaria Bodega Martínez Lacuesta de Haro. Aficionado taurino desde niño, atesora tardes inolvidables y defiende la fiesta con el mismo fervor con que entiende el vino: como un arte que exige tiempo, sensibilidad y entrega absoluta.

TOMÁS PÁRAMO

Influencer, escritor y empresario, es una de las voces más auténticas de su generación en redes. Conecta con miles de seguidores desde la cercanía y los valores. Aficionado a los toros desde niño, defiende la tauromaquia con sensibilidad y profundidad, incluso en un entorno donde hacerlo no siempre es sencillo.

RAMÓN TORRELLEDÓ

Director de orquesta, ha desarrollado una destacada carrera nacional e internacional. Gran intérprete de Joaquín Turina, ha hecho de La oración del torero un emblema de su visión artística, donde música y tauromaquia se funden como lenguajes de emoción y belleza compartida.

RUBÉN AMÓN

Periodista y escritor es un firme defensor de la tauromaquia. Con trayectoria en El Confidencial, Onda Cero, Antena 3 o medios taurinos, destaca por su estilo agudo y culto. Hijo del crítico Santiago Amón, creció entre plazas y tertulias, donde forjó una mirada lúcida y comprometida con la Fiesta.

CRISTINA YANES

Es joyera y defensora de la tradición taurina. Heredera de una histórica saga de orfebres, vive la fiesta con sensibilidad, respeto y una vinculación profunda con figuras clave del toreo.

CARLOS MANZANO

Es un arquitecto madrileño con más de 40 años de trayectoria, especializado en el diseño de oficinas y espacios de trabajo a través de su estudio, Carlos Manzano Arquitectos. Además de su destacada carrera en arquitectura, Manzano es un gran aficionado taurino.

CHAPU APAOLAZA

Periodista y director de PR en Ernest, ha destacado por su estilo literario y comprometido en medios como ABC, Onda Cero o La Razón. Aficionado desde niño, fue portavoz de la Fundación Toro de Lidia, donde defendió la tauromaquia con claridad y rigor. Corredor veterano de San Fermín, vive y narra el rito taurino con voz propia y convicción.