Crisis del coronavirus

Así debe cambiar el liderazgo después de la COVID-19

Grupo de empresarios hacen estrategia con un tablero de un campo de fútbol

El liderazgo es la capacidad de persuadir a un grupo de personas para que colaboren eficazmente en la consecución de un objetivo colectivo, algo que no pueden lograr individualmente.

Fundamentalmente, el liderazgo es un proceso psicológico, un proceso de influencia que tiene el poder de convertir una actividad grupal caótica y egoísta en un equipo de alto rendimiento, al igual que una escultura puede convertir una roca tosca en una obra de arte magistral.

En términos generales, no ha cambiado mucho el liderazgo en los últimos 200.000 años aproximadamente. Una actividad de equipo eficaz era tan indispensable para un grupo de cazadores que se preparaban para matar a un mamut, como lo es hoy para un alto directivo que trabaja en su estrategia de transformación digital, o para un grupo de trabajo de la COVID-19 en el que un grupo de personas intenta colaborar para evitar que un virus se propague y mate a la gente. Sin duda, las primeras sociedades de cazadores-recolectores no tenían Whatsapp, PowerPoint o Chief Happiness Officers, y puede que no fueran capaces de distinguir entre un humano y un gato en Zoom. Pero seguían necesitando liderazgo, igual que nosotros hoy.

Mejores líderes

Ni que decir tiene que el mundo es hoy algo más complejo que en los inicios de la era Sapiens, lo que quizá sea la mejor manera de explicar por qué en la actualidad no sólo necesitamos líderes, sino también mejores líderes. De hecho, la pandemia ha hecho que mucha gente se pregunte si se necesita un tipo de liderazgo diferente para gestionar una crisis, una pregunta que no nos haríamos si no hubiera una crisis de liderazgo para empezar.

Cada reto de liderazgo es específico del contexto, pero cuando el desafío en cuestión es una pandemia mundial que sólo se ve una vez por siglo, es difícil abusar de la palabra “sin precedentes”, restarle importancia al estrés o predecir lo que vendrá después.

¿Qué significa esto para los líderes? Dos cosas: no tienen dónde esconderse (sobre todo cuando son ineptos) y no pueden confiar en su experiencia pasada o en sus conocimientos para gestionar este reto.

Cualidades de un líder en pandemia

No es de extrañar que algunos atributos psicológicos –competencias, si se quiere– tiendan a aumentar la capacidad de los líderes para gestionar sus equipos, organizaciones y sociedades en estas circunstancias tan desafiantes.

En pocas palabras, esto significa que cuando se enfrentan a una pandemia (y a los problemas sanitarios, económicos y sociales que conlleva), los equipos, las organizaciones y las naciones van a estar mucho mejor si sus líderes son:

  1. Inteligentes: capaces de tomar decisiones racionales y basadas en datos, de adaptarse rápidamente a un entorno complejo y de aprender con rapidez.
  2. Curiosos: tendrán una mente hambrienta y mostrarán una voluntad de aprender y cerrar las brechas de conocimiento críticas, aprendiendo de los expertos y haciendo preguntas en lugar de pretender tener respuestas.
  3. Humildes: sabrán lo que no saben y comprenderán que “el mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino la ilusión del conocimiento”. En una crisis es tentador ocultar tus inseguridades, pero nada dañará más a tus seguidores que la arrogancia.
  4. Amables: se preocuparán realmente por los demás y les harán sentir que tienen a alguien interesado en cuidar de ellos. La empatía es un requisito previo a la amabilidad, pero no es suficiente. La primera consiste en saber lo que piensan o sienten los demás; la segunda en hacerles sentir que eso te importa.
  5. Resiliencia: que no se quiebren bajo presión, lo que haría irrelevantes los cuatro rasgos anteriores. Si nuestros líderes fueran más estables emocionalmente, tuvieran la cabeza fría y fueran una influencia positiva para sus seguidores, entonces no necesitaríamos rogar a los seguidores que aumentaran la resiliencia. La resiliencia es el remedio que utilizamos para mitigar los síntomas de un mal liderazgo.
  6. Honestos: no dejarán que su interés egoísta y personal interfiera en el bienestar de los seguidores, lo que convertiría los cinco rasgos anteriores en una grave amenaza para todos los demás.
Lógica vs realidad

En un mundo lógico, no habríamos necesitado una pandemia mundial para darnos cuenta de que la gente suele estar mejor cuando sus líderes son inteligentes en lugar de estúpidos, curiosos en lugar de estrechos de miras, humildes en lugar de arrogantes, amables en lugar de malvados, resistentes en lugar de ansiosos y honestos en lugar de corruptos. Pero en nuestro mundo, sí.

La esperanza es que recordemos esto en el futuro, entre otras cosas porque estos rasgos siguen siendo ventajosos en los líderes en ausencia de una pandemia mundial. Del mismo modo, puede ser el momento de recordar que es muy poco beneficioso tener líderes carismáticos, seguros y auténticos si no muestran ninguno de estos seis rasgos. Esto es cierto tanto si nos enfrentamos a una pandemia mundial como si disfrutamos de tiempos más afortunados. La gran oportunidad, en otras palabras, es empezar a centrar nuestra selección y desarrollo del liderazgo en la sustancia más que en el estilo, y entender que, en general, es preferible tener personas al mando cuando saben lo que hacen.

El mundo necesita líderes competentes, algo que no va a ocurrir pronto si seguimos eligiendo a las personas en función de su confianza en sí mismas y no de su competencia, de su carisma y no de su humildad, y de su narcisismo y no de su integridad. Porque no hay vacuna para el liderazgo incompetente.

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