1. Comienza mirando las cosas con positivismo
¿Cómo vas a estar feliz y contento trabajando en verano si lo ves como una auténtica pesadilla? Hazte un favor a ti mismo (y a las personas que te rodean) y cambia el punto de vista que tienes sobre esto. Trabajar aunque sea en verano, sólo quiere decir cosas buenas: más ingresos, más experiencia, más posibilidades de quedarse en la empresa si estás como temporal… En fin, que dejes de llorar por las esquinas.

2. Haz planes para después de trabajar (o antes)
Independientemente del horario que tengas, algo de tiempo libre tienes que tener. Ya sea por la mañana o por la tarde. Así que aprovecha esos ratos para ver a las personas que quieres, para relajarte, para ir a la playa o a la piscina… en fin, aprovecha cada hora como si fuese un día entero.

3. Los días libres son sagrados: ¡sácales el máximo partido!
No dejes que el sábado y el domingo (o los que quiera que sean tus días libres) se te pasen sin hacer nada tirado en el sofá. Por supuesto que es momento de descansar, pero no seas tonto y aprovecha para divertirte, tomar algo, hacer planes típicos de verano… Es el momento para coger energías y desconectar del trabajo.

4. Haz escapadas, es el momento
También puedes aprovechar esos días libres para coger el coche o el tren y hacer una pequeña escapada. Hacerlo le dará “ritmo” a tu verano, hará que se pasen más rápido los días, te sentirás un poquito de vacaciones… Lo bueno si breve dos veces bueno, ¿no?

5. Pon el punto de mira en tus vacaciones de septiembre u octubre
Todos, absolutamente todos, necesitamos unas vacaciones antes o después. Si no, corremos el riesgo de acabar sumidos en un estrés y una desazón absolutos. En julio y agosto no puedes, vale. ¿Pero y septiembre y octubre? ¿No cuentan? Te saldrá a la mitad de precio que en agosto y relajarte vas a relajarte igual. ¡Siempre ten en cuenta el lado positivo de todo!