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¿Hacia dónde va el diseño de las oficinas?

El concepto de oficina tal y como lo conocemos a día de hoy podría dejar de existir en un futuro no muy lejano. Especialmente en las grandes ciudades, comienza a parecer innecesario gastar tiempo en desplazarse cuando muchos trabajos pueden hacerse con un ordenador desde cualquier parte con conexión a Internet.

Una factible y posible tendencia futura son las oficinas satélite. Son lugares acondicionados para realizar el trabajo adecuadamente pero no situadas en la propia empresa. La idea es que si tienes que realizar por ejemplo una videoconferencia, el entorno se vea profesional.

La línea de las nuevas tendencias también abogan porque las oficinas sean más parecidas a un hogar que a un lugar de trabajo propiamente dicho. Colorido, comodidad, elementos decorativos más personales… Pero el “home office” no lo es todo ni es una novedad, ya comenzó en los 90 cuando la conexión a Internet comenzó a extenderse por los hogares. No obstante, no siempre funciona, hay trabajos que requieren pasar por la oficina aunque sea X días a la semana.

Lo ideal sería que la oficina se adecuase a la forma de trabajar de las personas que la habitan. Muchas empresas tienen salas de juntas que no se utilizan para ese mismo fin, sino para otras tareas grupales, ¿no sería más acertado tener una sala para ese tipo de tareas? Hay que tener en cuenta el tipo de trabajo antes de escoger el diseño de una oficina.
Un error común es caer en el minimalismo y el “exceso de elegancia”.

Muebles bonitos, pero poco prácticos, así como espacios diáfanos y salas comunes a las que nadie va porque no hay Internet, no pueden seguir trabajando allí y los jefes se lo tomarían como una sala de descanso en vez de una sala de co-working.

Por último, as empresas suelen tender a permanecer inmóviles en cuanto al diseño porque siempre piensan que necesitan más espacio, no una redistribución. Ese es uno de los pensamientos que más mella hace y que primero hay que cambiar. En definitiva, las oficinas deben ser cómodas y adaptarse a las generaciones que vienen, muy exigentes con la conciliación de vida personal y laboral.