La comunicación humana puede resultar extremadamente complejo. Cada persona tiene su forma particular de mostrar su visión al mundo. El problema es que podemos emitir el mensaje erróneo y no llegar a la audiencia que deseamos. Es muy fácil que el cerebro humano desconecte y no se enganche a una historia según la forma en la que esta sea contada. Por otra parte, si el comienzo de una historia es cautivador, tu atención vuelve a ser captada sin importar lo lejos que se encontraran tus pensamientos en ese momento.
A la hora de vender un producto, esto se aplica de la misma forma. Las historias son interpretadas de diversas formas según quién las recibe. Es importante que utilices la historia que mejor se adapte a tu producto, y para ello necesitas tanto intuición como creatividad. Muchas veces, a los clientes les importa más entender un producto con rapidez que comprar el mejor de todos los productos. Seguramente necesites un protagonista en tu historia. Este protagonista puede identificarse con tu cliente y con sus necesidades para con el producto. Debes recalcar de manera muy clara lo que está ofreciendo tu empresa. Especificar nunca pueda dar paso al error.
Si un cliente acude a ti es porque cree que puedes solucionar un problema. Por ello, es importante que definas también dicho problema. Para ello, debes posicionarte como la única solución posible. También es importante posicionarse de forma humilde, en posición de guía y no de héroe. El siguiente paso sería demostrar que cuentas con la competencia necesaria. No la competencia en términos de “competición”, sino en términos de habilidad. Entiendes perfectamente el problema y tienes los medios para poner las soluciones necesarias.
Tras esto, es necesario que muestres el plan que has elaborado. Tu cliente necesita saber que cuentas con dicho plan. Además, es necesario que lo especifiques paso a paso. No puede ser un plan con miles de pasos, ya que resultaría algo complejo, tiene que ser algo sencillo con lo que tu cliente se pueda identificar sin mayor dificultad. Después, debes hacer ver a tu cliente que es el momento de que él pase a la acción. El cliente no puede leer tu mente, necesitas dejarle claro qué tiene que comprar y cómo va a solucionar su problema comprándolo.
Tras todo esto, solo quedaría mostrar al cliente cómo este producto mejoraría su vida y en qué términos. De esta forma lograrás conectar con tu audiencia y dejar claro cuál es tu mensaje.