Todas las personas que empiezan un nuevo trabajo se enfrentan al mismo dilema. Saben que al principio se debe observar, escuchar y aprender antes de ponerse a juzgar algo o a alguien. Pero cuando ya han visto, escuchado y aprendido sobre algunas cosas, encuentran la forma de arreglarlas de inmediato. El problema es que a veces dudan de cuál es el momento idóneo para compartir las ideas, dudan de que quizás sea demasiado pronto. Si te encuentras en esa encrucijada, puedes empezar por hacer una lista de todas tus ideas. Una vez las hayas escrito, ordénalas según su prioridad, de mayor a menor impacto. Seguro que no quieres abrumar a tu equipo de trabajo, como en ocasiones hace tu jefe.

Observa, escucha y aprende

Es fundamental que tus ideas estén respaldadas por un aprendizaje previo. Las personas no suelen seguir a los líderes que no se han tomado su tiempo para aprender e interiorizar lo que están defendiendo. A nadie le puede importar lo mucho que sabes de algo hasta que no son conscientes de lo mucho que te importa saberlo. No podrás converger en el equipo del que formas hasta que seas consciente de que te estás uniendo a dicho equipo, hasta que sepas lo que supone ser parte de él. Esto requiere que observes, escuches y aprendes. Cuánto más tiempo pases haciendo esto, más fácil te resultará converger.

Escribe todas las ideas que se te ocurran

Nunca vas a ver las cosas tan claras como la primera vez que se te pasan por la cabeza. Cada interacción que tienes después de pensar una idea por primera vez, pone filtro en ellas y altera tu poder de observación. Por ello es tan importante apuntar estas ideas en el momento en el que se te ocurren. Puede que muchas de tus ideas acaben siendo inservibles, nos pasa a todos. El problema es que no saben cuáles de ellas van a servir, por ello debes apuntarlas todas, y analizarlas antes de compartirlas.

Comparte tus ideas cuando estén listas

El arte está en saber cuándo pasar de converger a evolucionar, y cuándo tienes que compartir tus ideas. Este momento será diferente dependiendo del contexto y de la cultura de la empresa, pero también de la rapidez que necesita una organización para cambiar. Cuánto más abierta al cambio esté una organización, antes podrás compartir tus ideas.

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